La Solana - Ciudad Real

SANITÉ PUBLIQUE ET DEUX

Cuando llegué a mi casa le dije a la Mari que sacase el coche que nos íbamos a Manzanares.
- Sácalo tú, que a mi se me da mu mal salir marcha atrás de la cochera.
- Mujer, si es que con el golondrino no voy a poder, que me duele una barbaridad.
- Haber ido el sábado al médico, que tienes cosas de real y medio.
- Yo, siempre yo … trae las llaves, leche, que ya saco yo el coche, aunque me quede sin sobaco.

Al pasar por la recta de Manzanares, me percaté que está la laguna más seca que el ojo Benito:
- Como no llueva pronto este año, no vemos más flamencos que los de “A tu vera”.
- Pues a mi me gusta el programa, me dijo la Mari.
- Es que tú eres muy folklórica, le dije.
- Y tú un … (prefiero no reproducir, aquí, sus palabras, por no herir la sensibilidad de nadie).

El primer problema fue aparcar cerca del hospital, la Mari no hace maniobras, tiene que entrar de una y para eso necesita un par de fanegas, por lo menos, para aparcar, así es que dejó el coche en el aparcamiento del Aldi y nos fuimos andando. Me vino bien porque así me eché un cigarrete antes de pasar a urgencias.
Llegando a urgencias, en la puerta, había arremolinaos unos veinte “batasblancas”, hombres y mujeres, fumando como descosíos, había también un par de ambulancieros con el traje de faena haciendo lo mismo. No se les veían los pies de las colillas que tenían debajo.
- A ver si es que te crees que nos es gorda, dijo la Mari.
- ¿El qué?, le pregunté.
- ¡Pero!, ¿es que no los ves?, aquí, cien personas fumando en la puerta de un hospital.
- Ya, pero estarán descansando.
- Estos no hacen na en to el día, ya te lo digo yo. (Eso, ya me lo dice ella, que viene al hospital por lo menos dos veces cada lustro.)

Pasamos dentro, estuve a punto de encharme otro cigarro con ellos, pero la Mari no me dejó, no se qué me dijo de atontiscao, cebollo y otras lindezas.
- Déjenme la cartilla de la seguridad social, por favor, nos dijo el señor de admisión.
- ¿La has traído tu, Mari?, le pregunté mientras me tocaba todos los bolsillos como si se me hubiese ocurrido echármela.
- Si, quita, que tiene que estar una en tó.
- Ya, pero es que eres tú la que guardas esas cosas.
- Porque si no …
- Aguarden un instante en la sala de espera, que les llamarán enseguida, nos dijo el señor de la ventanilla.

Al pasar a la sala, mi mujer exclamó:
- ¡Melonia!, pero ¿qué haces aquí?.
Melonia es una prima de mi mujer, membrillata por supuesto, grande, coloraota, con el pelo zanahoria y unos brazos y unas manos estilo estibador, vamos, que coge los melones de dos en dos, cada uno en una mano y le sobra sitio para una sandía en cada una de ellas.
- Dáme un beso, hija mía, que no sé el tiempo que hace que no nos vemos. ¡Muac, Muac, Requeteremuuuuaac!.
- Que hemos venío con el muchacho.
- ¿Qué le pasa?, que hermoso está, ¿Cuánto tiempo tiene?
- Veinticinco meses y medio, que sa pasao toa la noche con fiebre y a ver si viene el pediatra de guardia localizada, que está en Vaqueira, pero que viene enseguida, a ver si le manda algo. ¿Y vosotros? … Hola Entretantos, que no te he dicho ná … Muac, Muac, MuacMuacMuacMuac.
- Nada que me salió un golondrino el otro día y venimos a ver que nos dicen, espero que el golondrinólogo no esté de guardia localizada en Cancún.
- No, está por aquí, ha salío hace un rato con un cámel en la oreja pa fuera. Estará fumando.
- Bueno y ¿cómo va eso?, cuéntame, prima,
- Pues, bla,bla,bla … y resulta que … bla,bla,bla … pero yo le dije …bla,bla,bla, … hay que ver como somos … bla,bla,bla …

A las dos horas … ya había venido el pediatra de la nieve, habían pasado tres personas mayores con problemas respiratorios, un muchacho con un brazo roto, el muchacho de la prima de la Mari, un guardia civil que se había empotrado con un coche, dos embarazadas, embaracidísimas, … nos llamaron por megafonía:
- “Din, Don, Entretantos Ciento-Nosecuantos Patatín-Patatón, pase a box cuatro, por favor, Din, Don”.
- Anda que estos, es Patatín-Patatán, no Patatín-Patatón, no saben ni leer, le dije a la Mari.
- Si es que con esos apellidos, cualquiera no se lía.
- Apellidos de gente noble, no como vosotros, los membrillates, que sois más simples que un SEAT panda, no te digo.

Pasamos para dentro buscando la caja cuatro, eso de la “caja” cuatro me mosqueó un poquejo, “a ver como es la caja esa, que como no me guste …”, iba yo diciendo por lo bajini.
- ¿Qué dices?, me preguntó la Mari, habla más fuerte que no te siento.
- Cosas mías, Mari, cosas mías.
- ¿Cosas tuyas? … pues mira la que has liao con lo de no querer ir a urgencias el sábado, que a lo mejor si hubieses ido, lo habían pillao a tiempo y no teníamos que estar hoy to el día aquí pa que te quiten eso.
- O a lo mejor no. Le dije.
- Ya, pero no lo sabes. Me dijo.
- Ni tu tampoco.
- Ni tu.
- Vamos a dejarlo, que ya me he perdío y no sé donde está la caja o el bos, ese.

Al fondo del pasillo, un bigardo espigao con bata blanca y una carpeta en la mano, nos hacía señales.
- ¿Qué quiere ese?, le dije a la Mari.
- Será el doctor.

Lo era.
- ¿Viste?, ¿el señor entretantos?, preguntó el doctor.
- Soy yo.
- ¡Adelante, pibe!, pase al box, enseguida le atiendo.
Lo de “enseguida” en esto de la sanidad, son dos o tres horas, mínimo. Pasamos dentro de la caja o del box, que resultó ser una habitacionceja con camilla y aparatos propios de la práctica de la medicina. Nos quedamos solos, esperando que nos atendiesen “enseguidica”.
- Este tío no es del pueblo, ni de Manzanares, ¿Verdad?. Le pregunté a la Mari.
- No, es de Membrilla, anda que tú también …
- Yo creo que me tenía que echar un cigarro …
- Pues si, espera un poco, que voy al control a ver si tienen un cenicero.
- Si era una broma, mujer, que no …
La puerta del bos se abrió y pasó el doctor acompañado de una enfermera. En el bolsillo de la bata del doctor ponía el nombre, “D. Osvaldo Alberto Bueno de los Aires. Deduje que era de allende los mares, por lo menos.
- Bien, ya estamos acá, nos dijo al pasar, ¿Qué dijiste que le pasóóó?.
- Todavía no le he dicho nada, pero que tengo una inflamación en la axila misma. Dije axila por utilizar una terminología acorde con el establecimiento donde nos encontrábamos.
- ¡Ah, bueeeno!, no se preocuuupe, desnúdese la parte de arriba y portesé sobre la camiyyya. Ande.
La enfermera se colocó unos guantes de latex en las manos y preparaba una jeringa, me acordé del hermano del centro de salud y de D. Ramón.
- Bueeeno, esto no eees naaada. Me dijo el cachondo. Abriiimos, limpiamos, cerraaamos y yyya está.
- ¡Ah!, bueno, si sólo es eso …
- Claro que sííí, viste, solo es un seguuundo … señorita, traiga el instrumental para la forunculosis, hidroadenitis …
La señorita enfermera abrió un cajón y sacó una …


Continuará …


(Todas las acciones y personajes que aparecen en este relato, son absolutamente ficticias y fruto de la imaginación de su creador, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.)

jajajaja me alegra ver que la sanidad sigue mejorando con el nuevo gobierno jajajaja, al menos hay especialistas que antes no exisitian, el golondrinólogo jajajajaja y luego dicen que con Rajoy no se crean puestos de trabajo jajajaja
Entretantos como le sienta este frio al golondrino???

El golondrino ha pasado a ser un mal recuerdo.

Si por un casual la Mari le hace una arañazo al coche sacándolo de la cochera,¿cómo se te había quedado el golondrino?, se ve que es una mujer inteligente capaz de reconocer sus limitaciones y no sólo eso, conoce bastante bien las tuyas,veo que eres de l@s que acostumbran a llevar menos papeles que una liebre, ja,ja,ja.

Me dejas en ascuas, ¿cómo acabará esto?,buen día entretantos.

Me había dado lo mismo, Consenso, yo estaba ya entregaico.

Anda que tu Mari, aparte de folklórica es tambien pero que ¡muuuyyy flamenca ehh? jaja¡ bueno, me alegro que ya vayas estando mejor de el forúnculo ese y...¿verdad que los argentinos son muy simpatiquejos? lo digo por el doctor que te tocó...¡bueno, que te atendió, no pienses mal¡.

Por lo que dices, el golondrino ha sido prueba superada, me alegro. Tu relato, real como la vida misma, menos por lo del personal sanitario fumando en la puerta, eso no hay quien se lo crea..

¡Madre mía entretantos!, que al final va a ser verdad que no te quejabas de vicio, porque cuando los médicos ( aunque sean de fuera) echan mano de las herramientas de cortar, es que la cosa es grave; ya nos lo contarás si es que no te desmayaste al ver el instrumental, que no sé yo…
Por cierto, la próxima vez te llevas a tu vecino, que seguro que en la puerta del hospital, entre tanto fumador, “echa el día”.

SANIDAD PÚBLICA Y CREO QUE VAN TRES

“La señorita enfermera abrió un cajón y sacó una …”

Y la señorita enfermera sacó una caja de cartón en cuyo lateral se podía leer, “HUEVOS EL SOBRAO”, con un bonito dibujo de un gallo de cresta roja carmesí y una gallina haciéndole arrumacos. Pues eso, que dejó la caja al lado mismo de la camilla donde me encontraba.
La abrió con mucho cuidado, con sus guantes puestos, ante todo asepsia y comenzó a sacar los instrumentos de la forunculo … del golondrino, vaya, que no me acuerdo del nombre científico.
Sacó una botella de güisqui de una marca desconocida, MARMOTO, o algo parecido, por lo que ponía en la etiqueta era “made in taiguan”, otra botella de orujo, este gallego, una navaja de Albacete con las cachas de cuerno de venao, un cepillo de raices, un neceser de costura de la señortia pepis, gasas, mercromina y un lapicero.
Todo el contenido lo depositó en una mesa auxiliar y dijo:
- Ya está, doctor.
- Muy bien, pues vamos a ello, contestó el doctor.
Osvaldo cogió la botella de güisqui y me dijo que le pegase un trinque, ya que por problemas de logística y ajuste presupuestario, la anestesia no llegaba hasta el mes que viene. Yo le dije que el güisqui así solo, que no me hacía mucha gracia, que si no tenía una poquita cocacola para mezclar, a lo que dijo que no, así que no tuve más remedio que pegarle un buen trago a la botella, a morro, más que nada por si me dolía algo lo del arreglo del golondrino.
Una vez hube ingerido la anestesia por vía oral, me dijo que mordiese el lapicero y no lo soltase en toda la intervención, también me dijo que tuviese cuidado de no partirlo, que no disponían de más y todavía le quedaban otras diez o doce intervenciones hasta que acabase el turno, asentí con la cabeza, miré al techo, miré el golondrino y sopesé el irme con el mismo a mi casa en el sobaco o dejar que Osvaldo me lo quitase, al final decidí quedarme y que fuese lo que dios quisiera.
Agarró la navaja, la abrió, frotó la hoja por su mano cual barbero avezado, se la pasó por la bata, me imagino que para desinfectarla, la bata, no la navaja y con una gran habilidad sajó el golondrino de arriba abajo, dejando al descubierto la podredumbre que había en su interior. Yo, a todo esto, me acordaba de todos sus parientes finados y en vida, pero mantenía la compostura ya que bastante tenía con procurar que no se partiese el lapicero. La frente se me cubría de sudor y un lento pero constante escalofrío me recorría la espalda, desde la nuca, hasta la rabadilla.
Dejó la navaja y cogió el cepillo de raíces, en este instante me ofreció otro trago de anestesia, cogí la botella y le pegué otro viaje, más largo que el primero, por lo que pudiera pasar.
El cepillo de raíces lo impregnó con el orujo gallego, “para que no queden gérmenes dentro de la forun …, del golodrino”, me dijo, “mm...mmm…mm…mmmm...”, le contesté, es difícil articular bien las palabras con un lapicero entre los dientes. Comenzó a rascar con el cepillo, el golondrino, como si le fuese la vida en ello, a mí se me saltó una lágrima, no se si por la emoción de ver a aquel profesional realizar de manera tan esforzada su trabajo o porque me estaba rallando el sobaco de forma infernal, no lo se, pero una vez hubo terminado el aseo del golondrino, me quedé en la gloria bendita, me retiré el lapicero de la boca y le pedí otra poqueja anestesia porque parecía ser que me escocía un poco el sobaco, accedió y otro trinque más, que rico está güisqui así a palo.
En esto asomó una cabeza por la puerta y con vehemencia se dirigió al doctor, “¿Osvaldo, Barcelona – Rayo?”, “equis”, contestó y la cabeza desapareció más deprisa que había aparecido.
A continuación, Osvaldo cogió las gasas, las mojó con el orujo y me limpió la zona sajada, las lágrimas afloraron de nuevo a mis ojos, pero esta vez eran de alegría, más que nada por el agradable escozor que me recorría la axila.
Osvaldo permanecía impasible, actuaba como un autómata, pim, pam, toma, corto, rasco, pim, pam …, agarró el costurero y enebró una aguja del mismo, a la primera, casi mirando al tendido, si no hubiese sido porque tenía un brazo inactivo, le habría ovacionado como merecía. Cogió la aguja enebrada y en un pispás dejó rematado el sobaco con un punto, que según me dijo luego la Mari, era un pespunte normal y corriente, pero que a mi me parecía obra del mejor sastre del mundo.
Luego me dió mercromina por la zona y me dijo que me podía vestir mientras hacía la receta para el tratamiento. La receta decía así:
“Si dolor normal, una Okal cada 8 horas, si dolor agudo, un poquito ajo y una poquita agua”.
Una vez vestido y puesto en pie, me agarré a la Mari y salimos de allí con aire de desconcierto, le dije:
- Menos mal que te tengo a ti, Mari y he hecho la mili, que si no ahora mismo me caía aquí redondo, pa mi se quede lo que he pasao ahí dentro.
- Que exagerao eres, galán.
- Ya.
Y esto es más o menos el relato de mi paso por la sanidad pública … ¡ah!, se me olvidaba lo más gracioso, este jueves recibí una carta del hospital, pensé que sería el informe de la intervención, pero no, no era eso, era un simulacro de factura para tener conciencia de los gastos que había ocasionado a la seguridad social, por la cabezonería de querer quitarme un golondrino del sobaco:
Güisqui - 13,58 €
Orujo - 6,20 €
Gasas - 10,88 €
Mercromina - 3,12 €
Lapicero - 8,00 € (Al final lo rompí)
Instrumental - 728,34 €
Honorarios - 2.222,22 €
Post-operatorio - 599,99 €
Beneficio Industrial - 1.000,00 €
Hilo de coser - sin cargo

TOTAL GASTOS – 5.000,00 €

No saben ni sumar.

FIN

Pero ¿a que al salir te echaste el pito en la puerta con la mayoría de los profesionales del centro?.
Ya sé el día que te quitaron el golondrino,resulta que después de la murga del año pasado, mi marido y yo decidimos poner solución para no tener ningún "mercadono", el día que tenía programado para que le chisquearan en sus partes, nos dirigimos al hospital y al llegar dijeron que el "chisque" no se podía realizar porque unas horas antes uno de un golondrino había roto el último lapicero que quedaba, todavía estamos esperando que nos llamen.Por cierto, ¿sabes si tienen ron?, echaré yo una botella y otra de limón, que por lo menos sufra con un cubata a gusto.

Buen día entretantos.

No tenía yo cuerpo pa fumar, Consenso. El lapicero lo partí y me lo pusieron en la factura, pero el Osvaldo, que parecía magiver, lo arregló con cinta americana de la caja de las tibias y los peronés, así es que tu marido se cag´. y te echó un mentirusco gordo, no todos los hombres somos iguales, unos somos mas machotes que otros.

Igualmente.

¿Y cuándo dices que fue esto entretantos?, porque un amigo mío estuvo el otro día con algo parecido (un golondrino en la ingle, que yo no sé que será pero si lo tuyo o lo suyo) y le dijeron que el servicio de golondrinolkogía había sido eliminado junto con la UVI móvil. Parece ser que ahora para quitarte un golondrino tienes que ir a otro Hospital, y en el caso de mi amigo lo mandaron a Torrelavega (creo que es el más cercano con este servicio), así que se hizo él solo la intervención.
Mi amigo no ha estudiado Medicina, pero por lo que cuentas, el Osvaldo ese tampoco debió de ir mucho a clase.
Por curiosidad le he llamado para preguntarle cuánto le había costado “la broma” y me ha dicho lo siguiente:
Güisqui (del Día) - 5,90 € (y le ha quedado para 6 ó 7 cubatas)
Orujo - No lo necesitó, echó otro poco Güisqui
Gasas – No las necesitó, su mujer acababa de hacer trapos una sábana de hilo.
Mercromina – Tenía un poco de la última vez que se cortó partiendo jamón.
Lapicero (una caja en los chinos)- 1,00 € (rompió tres y aún le quedan 9)
Instrumental – La navaja de las setas y un cepillo de dientes (hace menos daño y además no tuvo que comprarlo) desinfectado, como he dicho, con Güisqui.
Honorarios – Un ramo de claves que le compró a su mujer por ayudarle en el trance, 12,00 €
Post-operatorio – Unas gachas y un litro de vino de la Cooperativa (llevaba tres días sin comer porque todo le daba angustia), 10,00 €
Hilo de coser - sin cargo

TOTAL GASTOS – 28,90 € y ya lo tienes por ahí dando botes…
¿Qué quieres que te diga de tu relato?, pues que genial y divertido como siempre.

Que amigo más apañao tienes, Popol, yo es que soy mu ignorante y me fío de to el mundo.
Lo del golodrino en la ingle, no es golondrino, es garrapata, por eso lo mandaron a Torrelavega, es allí donde hay garrapatilólogo.
Gracias.

Desde luego entretantos, si que pasarias lo tuyo sí¡, aunque nos hayamos reido a tu costa. A mí esa intervencion me recuerda a las de las películas del oeste, ¿tanto se ha retrocedido en la sanidad pública?, esque como hace mucho que no voy a cosas quirúrjicas... (ni quiera dios¡).
Que quieres que te diga¡, yo le veo alguna contraindicación a esa puesta en escena, como que cojas una adicción de caballo al guisqui, y si alguna vez me tocara pasar por un trance de esos...¡yo les voy a preguntar que si llevándome de casa el instrumental me ahorraría algo¡...aunque lo de la factura sea ficticia nada mas.
De profesionalidad no te podrás quejar ehh? aunque tuviera un pequeño lapsus con lo de la quiniela, pero eso nos puede pasar a cualquiera oye¡.
Espero que no se te agote el repertorio de historias tan entretenidas y graciosas.

Desde luego tienes cada cosa entretantos que paque jajajaja, lo de la oparacion me recuerda a la de mis anginas de antaño cuando las sacaban sin anestesia ni na.

A mí también me las sacaron sin anestesia, tirando el médico como un borrico. Todavía hay alguien que prometió contar su fimosis y no lo ha hecho...

Perdona el_tío_del_pífani, aquí lo que prometió alguien fue contar la fimosis de otro (que ya le vale); pero tienes razón, aún no lo ha hecho...

jajjajja mu bueno entretantos, hoy en la manifestación de Toledo los protestantes defensores de la salud pública llevaban muchos un lapiz en la oreja, y yo decía por qué será???? ahora lo entiendo eran los anestesistas jajajajajaja.
Popol estoy deseando que se narre tu operación, pero viendo lo del golondrino igual te implantaron una llave de esas de abrir latas antiguamente pa que te subas o bajes "la capucha" cuando lo necesites, es una operación mu avanzada jajajajaja así no queda al "aire" siempre el pobre cap...o jajajajaaja.

Yo no digo ná, que lo cuente entretantos que parece que sabe bien como fue la cosa. Claro que si veo que manipula la información, no tendré más remedio que tomar cartas en el asunto...

Mira entretantos, estas imágenes son de otra maifestación anterior, pero los lapiceros de hoy no eran más chicos jajajaja no.

Entretantos, ¿no me digas que había lapicero?, ¡¡verás cuando llegue el machote!!, ja,ja,ja.Gracias por tu humor.

¿No habrás recaído con el golondrino?.Aunque anoche me pareció verte en el guateque de la caseta con tu vecino apalancado a la barra.
Yo tengo el coche en la puerta, lo digo por si por un motivo u otro tuvieras que ir a urgencias, que no lo tenga que sacar la Mari.

No me hagas esto entretantos... igual es que estás recogiendo información carnavalera pa tu relato. Consenso yo creo que también lo ví, pero en la fiesta que proponía cuchifli, igual estaba de ruta carnavalera ahora que se ha liberado del golondrino, un saludo compañero.

Joer¡¡ que par de cansinacos históricos¡ jaja¡ que estamos en carnaval y a lo mejor está por ahí disfrazao y disfrutando el hombre como un loco, que no dejais pasar ni una¡

La sanidad también tuvo espacio en los relatos de entretantos.