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Villanueva de la Sierra - Caceres

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España > Caceres > Villanueva de la Sierra
08-02-09 23:03 #1751781
Por:izquierdo

“Bravo” el valiente, intrépido y audaz carea



En los tiempos de antaño, desgraciadamente desaparecidos, ya mero recuerdos, todos los años por las mismas fechas tenía lugar el consabido, antiguo y conocido acontecimiento de la trashumancia.

Las pastorías de cabras y rebaños de ovejas se ponían en movimiento con toda su parafernalia y sus gentes bajaban desde las altas tierras castellanas y riojanas a estos lugares, terrenos de climas más templados, benignos y acogedores, en busca de los abundantes y frescos pastos, nutritivos y variados alimentos de sus dehesas, sierras, prados, huertos y vallejones.

La Mesta, institución antigua y poderosa, regía y protegía con sus leyes, reglamentos y estatutos, todo lo relacionado con estos menesteres y constituyó en su día una gran fuente de ingresos, recursos económicos, agrícolas, forestales y ganaderos, gozando de protección y privilegios reales.

En fin, controlaba todo el entonces floreciente, poderoso y lucrativo comercio de la lana, y bajo su jurisdicción y amparo estaba todo lo relacionado con las cañadas reales, vías pecuarias, caminos.

Antes del comienzo de los fríos invernales y hasta el final de la primavera ingentes cantidades, miles de ovejas y numerosas cabras recorrían las vastas dehesas llenas de encinares, alcornoques, las extensas fanegas de barbecho, los pequeños y verdes prados y los amplios e inmensos campos de olivares de estas vastas tierras extremeñas.

Cuando el calor comenzaba a amenazar, recogían el ganado y los pocos bártulos que transportaban y lentamente, paso a paso, deshacían el camino andado hace unos meses para dirigirse nuevo de regreso a terrenos más altos y frescos de montaña donde el ganado pueda aprovechar sus pastos y recursos naturales.




Sobre el duro y frío poyo de piedra de la calle, que permanece inmóvil y adosado a la pared cerca de la puerta de acceso a la tasca y peluquería de la “ La Taurina”, sentado entre sol y sombra, amparado y cobijado bajo el amplio, viejo y rústico balcón volado está Fidel.

Tres enormes y canteadas ménsulas de granito que se apoyan y descansa sobre el dintel horizontal de la puerta, soportan todo el peso del balcón, la balaustrada con su artística y labrada baranda de madera, y el enlosado piso de lanchas de pizarra, con sus tiestos de perejil, poleo y antolana y otras macetas llenas de geranios, begonias, calas y claveles rojos reventones.

Un roto tinajón partido a la mitad lleno de tierra mezclada con estiércol de cabra y de oveja, hace de accidental semillero, colocado en un rincón orientado hacia el este en busca de la salida del sol, donde empiezan a nacer y despuntar los primeros brotes y las tiernas hojas de unas incipientes tomateras, ajos, lechugas y cebollinos.

El nonagenario anciano, medio ciego, con sus lentes de quevedos puestas, sin afeitar, despreocupado, ocioso y sin mejor cosa que hacer, intenta asir con sus manos temblorosas lo que resta de la colilla apagada que cuelga de la comisura de sus labios resecos y agrietados, efímero recuerdo del irregular cigarro de picadura de cuarterón que le lió su nieto esta mañana.

Indolente, apático y abúlico, con la mirada fija y perdida al frente, contempla el incesante chorro de agua que cae por el lleno caño del pilar, al lugar llamado de la Iglesia, donde van por las mañanas a primeras horas y al atardecer las mozas a por agua para lucir palmito y dar a conocer a los mozos sus encantos.

Ahí mismo, entre las colocadas piedras del contrafuerte paredón y las otras de al lado de la casa del cura , arrancan unos amplios y empinados escalones desgastados por el subir y bajar continuo de la gente.

Unos catorce peldaños y dos descansos, según recuerda Vicente hijo de tío Basilio “Calderilla,” el cabal, honrado, risueño, alegre y honesto tamborilero, llevan hasta un pequeño rellano con su explanada, parte enrollada de piedras y parte rellena de tierra.

Con andar seis pasos más, encarar y subir tres escalones, nos damos de bruces, con la propia entrada, puerta principal que mira vigilante hacia el sur.

Unas ovaladas puertas de madera con sus aldabas de hierro repujado, y sus tachonados clavos forjados para sujetar los recios travesaños y el armazón, que sirven también de adorno y refuerzo, dan paso al interior del sacro sitio parroquial de la villa, denominado al uso “Nuestra Señora de la Asunción”.

Al primer toque de campanas, aviso y recordatorio de que en pocos más minutos la misa está apunto de empezar, toda la gente elegante, con sus remuos de fiestas vestidos, matrimonios, hombres y mujeres solteras, viudos y viudas, mozos y jovencitas, niños y niñas del lugar, salen de sus casas y suben como en procesión desde los lugares del Lejio, el Sagual, Fuente del Palacio y del Arroyo, de la plazuela del Posito y otras bajan del más próximo y cercano barrio de la Cruz en dirección a la Iglesia.

Algunos hombres y mozos más madrugadores y alcahuetes, no por catolicismo y fervor, ni ocupar pronto un asiento en el banco llegan antes, se asoman al borde del alto paredón sin barandilla a riesgo de trompicar y caer al suelo de la calle, y esperan en pie para poder ver pasar mientras fuman, hablan y critican a la gente que acude y pasa bajo sus pies.

Los gallardos, alegres, dicharacheros y risueños mozos, con el traje nuevo puesto y ataviados de sus mejores galas, su chaqueta y pantalón de pana, camisa blanca de cuello almidonado aunque ya un poco gastado y raído por el uso, su corbata y zapatos negros o sandalias, se molestan y esfuerzan en aparentar, como los pavos reales, sus mejores ademanes, modales y maneras mientras contemplan y miran de forma descarada a las mozas que suben por la cuesta agarraditas del brazo.

Ellas con inmaculado velo blanco sobre la cabeza, sujeto por el largo alfiler de redondel nacarado, regalo quizás de un pretendiente vergonzoso y también desconocido, llevan la cara baja, y miran de reojo hacia el alto paredón con una pícara y mal disimulada sonrisa dibujada en sus rojos labios.


Al segundo toque y redoble de campanas y el llamar animoso del esquilín los más tardos entran con prisa, meten dos dedos hasta el hondón de la pila del agua bendita y santiguándose sin ortodoxia y con prisas, buscan con la mirada un hueco y un banco donde acudir a sentarse.

***

Con los tibios y cálidos rayos de sol de la mañana, el abuelo se queda adormecido con la candidez de un niño, con la cabeza gacha, la cara apoyada en ambas manos, mientras éstas sostienen la cachera y sin darse cuenta queda atrapado y acunado entre los dulces brazos de Morfeo y sueña.

“ Un mozalbete de apenas diecisiete años, encaramado sobre lo alto de una peña con el típico zurrón de lana y cuero colgado al hombro cerca de la espalda, otea el horizonte lejano y pasea su vista por la sierra y campos de las inmediaciones.

A su vera, pegado a la pernera de sus leguis y sandalias, intranquilo, quieto, jadeante con la lengua fuera y meneando el rabo está siempre su amigo y fiel compañero.

“Bravo” es un pequeño y simpático carea de color canela, patas robustas aunque cortas, ojos cariñosos, un poco feo, y por el contrario muy inteligente, leal y valiente.

Vaya donde vaya su amo, no le deja ni un momento de respiro y le sigue a todas partes como si fuera su sombra.

Suele escabullirse y desaparecer solo un instante, si algo se mueve o menea entre la maleza o atrae la atención de su aguda vista y fino olfato, ya sea un conejo, liebre, culebra, jineta, perdiz o bien en ocasiones, la alargada sombra que refleja en el suelo la airosa silueta de un cernícalo o gavilán al volar.

Un claro anochecer, de eso hace ya más de tres años, cuando él era todavía un bruto y tarambana muchachón, aventajado y avezado aprendiz de cabrero, con cuatro pelos ralos, mal contados, que empezaban a salir en el mentón, entrepiernas y sobaco, fue cuando todo sucedió y el entonces cachorro de no más de nueve meses, demostró la valentía, coraje, bravura y casta que lleva dentro.

La alobada y excelente perra cazadora de tío Melecio, noble, mansa y cariñosa de pelaje espeso, parió un amanecer en la tena, a mediados de octubre cinco regordetes y ciegos cachorrillos.

Fidel, el zagal se encaprichó de una de las crías.
Unos meses antes, en agosto, durante la feria del Campo, su padre se compró a buen precio un rebaño de doscientas cabras y tres machos, y otra pastoría de más de sesenta ovejas y un carnero.

El zagal hace ya un año que dejo la escuela obligatoria a su pesar, pues las cuentas no se daban mal y los libros y lectura le gustaban, y desde entonces se dedica al pastoreo y cuidado del ganado familiar.

Los días templados de la primavera están tocando a su fin, para dar paso a los largos, soleados y abrasantes días estivales.

A lo largo de estas fechas, los extensos campos y olivares se van llenando de ingentes cabezas de ganado llegados de otras tierras que bajaron hace meses hacia el sur en trashumancia y a estás alturas de mayo suben lentamente de regreso, pasando unos días aquí y otros allá, para dar descanso y de comer al ganado en las ya resecas y calcinadas tierras y agotados pastizales.

Hace unos meses pasaron por el lugar sin parar, hasta llegarse a los campos y dehesas del Guadiana y aprovechar la bondad de los pastos de estas tierras extremeñas más cálidas y acogedoras que las frías y heladas de la meseta castellana.

Los numerosos rediles y el tropel de ganado, abonan a su paso el terreno con sus ácidos orines, cagarrutas y excrementos comiendo mientras tanto las tiernas y finas hierbas, vardascas de las tronconeras del olivo, matojos silvestres, cardos, zarzas, limpiando de maleza los rastrojos, ahorrando muchas horas de trabajo, esfuerzo y sudor a los campesinos.

Los pastores avanzan lentamente con toda la casa, achiperres y bártulos a cuestas.

No tienen fecha fija y marcada de regreso, su calendario lo da la propia naturaleza.
Si la comida y pastos abundan, llegaran más tarde, se asentaran y permanecerán en un lugar más tiempo, si por contrario escasea, aceleraran el ritmo y pasaran por los sitios de largo.

Lo más que harán, será acercarse hasta el lugar a lomos de una caballería y comprar en la tahona dos sacos de perruna, para que no falte de comer a sus grandes y fieles perros mastines y a sus leales careas, capaces de defender con su vida, la del amo y el ganado si fuera necesario hacerlo.

Los billetes, pesetas y reales apenas se utilizan.

El trueque y el cambio es la principal moneda empleada en los pequeños negocios, operaciones y mercadeo.

Se cambia ganado, pieles, bacalao, carne de oveja o cordero por el pan, chacinas, tocinos, quesos y aceites.

Por lo general son gente desconfiada, muy desarraigada, poco amigables y hurañas, casi mudas al hablar y al trato con lugareños, aunque a su vez tienen un comportamiento llano, afable y cortés y no se meten en trifulcas con nadie.

Como van de paso, y es poco el contacto y tiempo que pasan con la gente del lugar, no pueden ni quieren establecer lazos más estrechos de amistad y pasan por los pueblos como fugaces sombras.

Su vida, trabajo, única y principal responsabilidad es el rebaño y están siempre pendientes y preocupados por él.

Suelen viajar agrupados y en familia.

Son escasos y contados los enseres y cachivaches que llevan, dos sartenes de rabo largo una grade otra pequeña, estrebedes, un par de calderos, unas cucharas jarreñas, dos o tres pucheros , el cántaro y el botijo, una manta de tiras por cabeza, las alforjas y poco más es todo su equipaje.

***


Ese anochecer, como de costumbre, antes de meterse en la majá a descansar, estirar las doloridas piernas y dormir un poco, se sienta un rato junto al tronco de un olivo y enciende un pitillo; mientras el humo voluptuoso sale de su boca y se eleva, mira ensimismado el cielo llenos esa noche de millones de centelleantes y luminosas estrellas.

Observa el consabido carro u Osa Mayor que dibujan las estrellas, la constelación Casiopea, Andrómeda, las Persiades, también llamadas “ Lágrimas de San Lorenzo” con su deslumbrante lluvia de estrellas en agosto y la irregular y algodonada nebulosa Vía Láctea, conocida con el nombre tan medieval y español “ Camino de Santiago”

Ase la botella, la levanta y apura un largo trago de vino que se desliza rápido y con deleite por su profunda garganta.

Sentado en el jergón de la choza, la puerta orientada al norte, al echar la cabeza a atrás, contempla como una efímera estrella fugaz se desliza rauda y veloz por el azulado cielo camino de las tierras labradas y rastrojos de los Llanos.

-¿ De dónde viene ?
-¿ A dónde irá? Se pregunta
-¿Que enigmático y secreto mensaje portará?

Con estos sutiles pensamientos y mil preguntas sin respuesta revoloteando en su cabeza, se quedó dormido.

A media noche se oye el ladrido ronco y grave de los mastines y el más agudo y chillón de los careas.

Se despierta sobresaltado, pero el ladrar de los perros es cosa habitual, quizás el paso cercano de algún zorro o liebre los habría alertados.

Los ladridos en vez de apagarse continúan, esta vez de manera más prolongada e insistente.

De un salto está en pie, coge la escopeta cargada, la amartilla y con paso quedo y precavido se acerca hasta las angarillas del redil.

Excitado, nervioso e incrédulo observa que dos jóvenes lobos han saltado las vallas, entrado en el redil y atacan a las ovejas que corren y chocan entre ellas despavoridas.

Los fornidos y poderosos mastines acosan y rodean a los intrépidos y osados depredadores intentando acorralarlos, para que no tengan escape y no consigan huir.

El carea ladra excitado a su lado, y en un momento dado y sin pensar ni dudarlo, se lanza sobre los cuartos traseros, clavando sus colmillos en una de las fieras.

Sorprendida y herida la fiera, de un fuerte remezón y sacudida de su cuerpo, se deshace del incómodo carea que sale despedido a más de cuatro metros hasta estrellarse contra el tronco seco y centenario de un olivo cercano.

“Bravo”, lejos de amedrentarse, se levanta y raudo como un rayo contraataca, si cabe aún con más rabia e ímpetu que antes, clavando esta vez con denuedo y saña sus afilados colmillos en la garganta del lobo.

Los convulsivos movimientos, remezones y zarandeos de la fiera, no consiguen desprenderse del intrépido y osado animal.

Los mastines consiguen ahuyentar y que se escape el otro lobo aullando, lamentándose con el rabo medito entre las piernas, como alma que lleva el diablo, de la ocasión fallida que tuvo, mientras se pierde en la espesura del jaral, del próximo monte cercano.

Dan la vuelta y se encaminan ladrando, enseñando los dientes de sus grandes y babeantes fauces abiertas, dispuestos a acabar con la vida del insolente intruso de cuatro dentelladas.

El amenazante lobo de crispada cara, grandes y afilados colmillos lanza al aire las postreras, últimas dentelladas y zarpazos en su afán de luchar y defenderse.

El impulsivo y corajudo cánido carea, con dos agallas, sigue aferrado a la garganta del lobo, que a duras penas y ante la falta de aire en los pulmones, casi asfixiado, logra mantenerse en pie.

Las fuertes dentelladas, mordiscos y heridas causadas por las fauces y metálicas y afiladas púas que portan los mastines como defensas sobre sus cuellos, abaten y dan muerte al indefenso y solitario lobo en tan desigual pelea.

El valiente y arrojado carea quedó exhausto, cansado, extenuado, lleno de polvo tirado en mitad de un surco del suelo, medio moribundo, con cortes, heridas y magulladuras por todos lados pero con su boca aferrada aún a la garganta del intruso.

A duras penas consiguió y tragos le costó que sus fauces soltaran el cuello inerte, ya sin vida del desvalido e inexperto lobezno.

Fidel su amigo y dueño, orgulloso no paraba de pensar y repetirse una u otra vez:

-¡Quién lo diría!
-¡Quién se lo iba a decir!
-¡ Vaya perro!
-¡ Vaya par de agallas que le echo! “

Un cándido y risueño niño, Iván su biznieto de seis años, baja por la calle de misa, agarrado de la mano de su madre; con un suave tirón se escapa y corre hasta el lugar donde el venerable anciano permanece sumido todavía en apacible y profunda modorra, para darle un abrazo.

El agradecido hombre se despierta y al darse cuenta quién es, suelta la cachera y con sus huesudas y tiritonas manos, abraza y estrecha al pequeño con inusitadas muestras de cariño contra el pecho.

Una ligera y leve mueca de sonrisa se dibuja en su demacrado rostro, cuando de pronto se da cuenta y recuerda que el trance y el hecho ocurrido soñado, aconteció una lejana noche, hace ya más de ochenta años.

Un manantial de perezosas y cristalinas lágrimas, empiezan a brotar de sus ojos, comenzando a resbalar y deslizarse por los ondulados y profundos surcos y arrugas de la morena, curtida y apergaminada piel de su inexpresiva cara.

(Con afecto a Vicente y familia y con cariño a mi nieto Iván).
Un cordial saludo al foro.
Puntos:
09-02-09 12:18 #1753287 -> 1751781
Por:el cafetero

RE: "Bravo" el valiente, intrépido y audaz carea
CUANTOS RECUERDOS DE INFANCIA PASAN EN ESTOS MOMENTOS POR MI CABEZA. PUEDO SENTIR LOS OLORES,Y PERCIBIR COLORES COMO LOS DE ANTAÑO. SI, EN VERDAD SIENTO QUE ESTUVE EN ESE ESCENARIO; ESTA ES LA MAGIA DE LA PROSA NARRATIVA.
- UN MANANTIAL DE PEREZOSAS Y CRISTALINAS LÁGRIMAS, EMPIEZAN A BROTAR AHORA DE MIS OJOS...

...AFECTUOSAMENTE Y EMOCIONADO, EL CAFETERO.
Puntos:
09-02-09 20:03 #1756360 -> 1753287
Por:No Registrado
RE:

Amigo Izquierdo: Después de leer tu escrito lleno de historia, fluyen en mi cabeza grandes recuerdos del ayer que de otra manera y debido al tiempo pasado, permanecerían en el olvido.
De la dehesa del Carrascal, aún resuenan en mis oidos aquellos grandes campanillos de los rebaños que se movían de un lado para otro aprovechando los pastos y las bellotas y que el ayuntamiento arrendaba todos los años por cantidades importantes a ganaderos de Salamanca.
Del pilar de iglesia. Cuántos cientos de cántaros o quizás algunos miles habré llenado con el agua fresca que salía a borbotones por el caño y que también llenaba el pilón de la fuente El Palacio. Cuántas veces subí y bajé aquellos escalones que ahora duermen el sueño de los justos bajo toneladas de tierra esperando que algún día alguien los saque a la luz que nunca debió faltarles.
No son más que deseos.

Gracias y un abrazo.

Vicente.
Puntos:
09-02-09 20:59 #1756822 -> 1751781
Por:No Registrado
RE: "Bravo" el valiente, intrépido y audaz carea
CHAPEAU, AMIGO, CHAPEAU.QUE LINDO, QUE HERMOSO RELATO.
UN SALUDO.
Puntos:
09-02-09 23:20 #1757905 -> 1756822
Por:No Registrado
RE:
Chapeau,si señor.Pero para los tres : Izquierdo,Cafetero y
Vicente.
Estos temas basados en vivencias sufridas y tambien saboreadas
en el pasado es lo que hace verdaderamente digno este foro.
Felicidades,repito, a los tres. Y,claro, un fuerte abrazo.
Manolo
Puntos:
09-02-09 23:57 #1758178 -> 1757905
Por:No Registrado
RE:
MANOLO, TIENES RAZON. QUE TRES ELEMENTOS TENEMOS EN ESTE FORO. DIGNOS DE ADMIRACION.
ME SUMO, FELICIDADES, A LOS TRES. UN FUERTE ABRAZO.
Puntos:

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