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Santibáñez el Bajo - Caceres

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27-09-15 15:03 #12849926
Por:El_ pizarroso

La Pingolla de FELIX BARROSO "LEYENDA NEGRA"
Este articulo de opinión de FELIX BARROSO GUTIERREZ,que en el día de hoy 27/9/2015,a salido publicado en EXTREMADURA PROGRESISTA o DIGITAL EXTREMADURA.

Le decían, en el lugar, “Ti Pepi el de la Tahona”. No sabemos a cuento de qué, pero su nombre de pila era Feliciano Montero Corrales. A uno de sus hijos pequeños, con el que moceé en los buenos tiempos, también le llamaban Jaime, cuando la verdad es que le bautizaron como Fermín. Y sería Ti Pepe, cuando ya le pesaban mucho los años sobre sus espaldas, el que me habló, en el bar “El Teide”, sobre las andanzas y desandanzas de Aniceto Calle Esteban, al que le motejaban Ti Anicetu “Picha dulci”.

De Ti Aniceto, que había nacido el mismo día que el famoso compositor y pianista austriaco Artur Schnabel, un 17 de abril de 1882, mantengo escasos recuerdos. Era gordo y el estanquero del pueblo. A veces, algún paisano me mandaba a comprar un “cuarterón” o un “celtas corto” al estanco y, tal y como me había educado la “tribu” entera (no como ahora), acataba las órdenes sin rechistar. Allí estaba Ti Aniceto, del que me refirió Ti Pepe “el de la tahona” que, cuando era mozo, se daba con un ungüento que se fabricaba con arrope y otras sustancias dulces en su miembro viril.

“Ti Anicetu -me refería Ti Pepe- tenía siempre mózah alreol suyu. Dicían que algúnah habían catau del su verdolagu y que se golvían lócah pol él. Traía a múchah al retorteru, que lah camelaba y leh daba a probal del ehtaounchu y queaban cumu ehnotizáh. Pol esu le pusun el nombri de `Picha dulci` “.
En tiempos, Aniceto Calle, hijo legítimo de Ti Reyes Calle Paniagua y de Ti Brígida Camila Esteban Sánchez, tuvo un salón de baile. Todavía queda el rótulo almazarronado sobre un local situado en la base del barrio de “La Cuesta”. Al parecer, un año -me narraba Ti Pepe-, con motivo de las capeas de San Antonio, acudieron al salón de Ti Aniceto varios jurdanos que iban en busca de siega para los campos que ellos les decían “lah Ehtremaúrah de Coria”. Entre ellos, venía una moza bandera, muy guapa y que cantaba como los ángeles.

La animaron a que echara algún cante y, cuando lo hizo, todos se quedaron con la boca abierta. Uno de los jurdanos explicó a la concurrencia: “Cumu ehta moza hay pócah en Lah Júrdih. ¡Menú partíu eh ella pa cuarquié mozu, que cuasi saca máh de cantal pol lah prazuélah que d,andá d,atarina en el corti! Múchuh s,han acercau andi ella y solu han recibíu calabázah”.

Ti Aniceto, al escuchar aquello, salió detrás de la barra y, echándole el brazo por encima a un mozo ya con el colmillo retorcido, le susurró ciertas palabras al oído y se fue tras él. El mozo llevaba una buena carga de vino encima. Era de las familias más acomodadas del pueblo de Aceituna. “Canchaleru” de pura cepa. Ti Aniceto se plantó delante de la moza jaquetona: “-Aquí tiénih el mejol partíu pa ti: un güen mozu, del pueblu de Acetuna, que tiene tántah pérrah que no se l,acaban ni tirándulah, y no metu en cuenta lah tiérrah, lah vácah, loh lichónih, loh olívuh y qué sé yo de lah ótrah múchah cósah que tieni. ¡Pa jadelti a ti una señorona!”

Entre vueltas y revueltas, dimes y diretes y vasos de vino que van y vienen, aquellos jurdanos, más listos que el hambre, dieron en aderezar el guiso para que el mozo aceituniego se viniera derecho a la olla. La moza echó otros cantes y al mozo le hacían los ojos chiribitas. “-¡Tó lo que se ponga aquí, eh pol mi cuenta!”, gritaba para que todo el mundo le oyera, sobre todo ella; mientras que Ti Aniceto, el nieto paterno de Ti Manuel Calle Paniagua, oriundo del pueblo de Ahigal, y de Ti María Paniagua Cabezalí, se reía para sus adentros y sus pupilas se les volvían duros de plata.

Y el caso fue que los jurdanos por un lado y el mozo aceituniego por otro cerraron un trato, asistiendo como testigo hasta Ti Francisco Sánchez Montero, que era, a la sazón, alcalde de la población. Ambos mozos iniciarían un noviazgo: si ella lo rompía, sus padres tendrían que indemnizar al mozo de por vida con una carga de miel y otra de castañas. Y si era él el que cortaba, tendría que entregarle el mejor olivar que poseía y un carrascal con mucha bellota para mantener varios cochinos. Por asuntos que serían muy largos de contar, aquellos jurdanos, pasando el tiempo, se encargarían de que el mozo se echara para atrás y se resfriara. No cumplió el trato sellado y el olivar y el carrascal pasaron a ser disfrutados por la bella moza de Las Hurdes. Hoy en día, todavía hay un paraje en Aceituna que lleva el nombre de “La Jurdana”, topónimo que trae a la memoria aquellos curiosos hechos.

Algunas veces he comentado, de manera sana e irónica, que los jurdanos llevan en sus sangres hematíes propios de la picaresca de Rinconete y Cortadillo. Se han reído hasta de su sombra y han sabido sacar rendimiento a las visitas que políticos de todos los pelajes y eclesiásticos de todos los tiempos han realizado a la comarca, siempre llenos de prejuicios morales y materiales, de incongruentes tópicos y con un desconocimiento total de la historia y la socioantropología del territorio jurdano. Ya lo decía Miguel de Unamuno, una de las personas que mejor radiografió las tripas de esas tierras: “Las Hurdes o Jurdes tienen de antaño el prestigio de una leyenda, y cuantos van a ella, dense o no clara cuenta de ello, lo hacen o para corroborar y aún exagerar o para rectificar tal leyenda”. Viene esto a cuento a la reciente presentación en sociedad del documental “Las Hurdes, tierra con alma”, dirigido por el placentino Jesús María Santos López y que tiene como protagonistas al músico y escritor Jimmy Barnatán Pereda y a la actriz Adriana Ugarte Pardal.

Conocido es que Jesús M. Santos es un devoto del polémico (en lo que se refiere a Las Hurdes) y renombrado cineasta turolense Luis Buñuel Portolés, el que, en la primavera de 1933, rodara el montaje “Tierra sin pan”. Después de los ríos de tinta que se han escrito sobre este montaje (siento llamarlo así y no documental o película), aún nadie me ha dado coherentes explicaciones sobre lo que se propuso Buñuel, ateo y comunista, al trazar pinceladas oscuras y tenebristas sobre la comarca jurdana, tomando como referente el libro “Las Jurdes: étude de géographie humaine”, publicado en 1927 y cuyo autor es el francés ultracatólico y conservador (cercano a la extrema derecha) Maurice Legendre. El montaje fue financiado gracias a que al pintor, escultor y periodista oscense Ramón Acín Aquilué le tocó, en diciembre de 1932, el Gordo de la lotería navideña. Ramón era anarquista y, desgraciadamente, fue asesinado por los fascistas, al igual que su esposa Conchita Monrás Casas, en agosto de 1936.

Después de considerarme un jurdano más, haber comido mucho pan y bebido mucho vino con los habitantes de esa legendaria comarca en mis años de quehaceres pedagógicos entre tan bravas montañas y haber pergeñado docenas de artículos que han visto la luz en los más variopintos medios, pienso humildemente que algo sé sobre el paisaje y el paisanaje de Las Hurdes. Tía Herminia Áñez Alba, de la alquería de Aceitunilla, la que era gallarda hembra en aquel año de 1933 y se prestó, enlutada y sombría, a hacer de madre que velaba a un hijo pequeño muerto (el infante estaba dormido), me contaba que ella siempre fue consciente que estaba realizando una “comedia”.

“Aquel señol moh daba únah pérrah y jacíamuh lo que él moh dicía, cumu si juéramuh comediántih”. Las otras imágenes, alegres, vitales y coloristas, como las comilonas de cabrito del cineasta, bien regadas con vino, cantos de mujeres y sones de tamborileros en la taberna de la aldea de La Fragosa, nunca formaron parte del montaje. No vamos a desmontar, aquí y ahora, las mentiras y truculencias escénicas del tinglado. Ya lo hicimos en otras ocasiones. Al menos, sirvieron para que ganaran un dinero extra ciertos rinconetes y cortadillos jurdanos del momento. Ahora, con el documental “Las Hurdes, tierra con alma”, que ha hecho exclamar a uno de sus principales actores (Jimmy Barnatán) “yo pensaba que era cántabro, pero ya soy hurdano”, se vuelve a endiosar al cineasta aragonés.

Por mucho que Adriana Ugarte afirme que “la intención de Buñuel en Las Hurdes no se entendió”, las imágenes del cineasta de Calanda son muy claras y concretas. Y tan difamatorias como sus comentarios en off. Morbo y carnaza a manos llenas. Para tal viaje, sobraban muchas alforjas. Mejor que hubieran rodado aquel montaje en los Monegros de su tierra aragonesa.

Hoy, cuando los catalanes reflexionan sobre lo mucho polemizado en estos días y algunos se olvidan de cuando en sus años mozos defendían la autodeterminación de los pueblos del mundo o de cuando nadaban en sus salsas tauromáquicas (escribimos la columna el último sábado de septiembre), nos percatamos que el que fuera nuestro paisano, Ti Aniceto “Picha dulce”, lleva ya muchos años criando malvas. El que fuera nieto materno de Ti Gabino Esteban García y de Ti María Sánchez Montero se fue para no volver un brumoso mes de noviembre, siendo la efeméride de Santa Apia y San Filemón. Él no conoció a Luis Buñuel ni a Ramón Acín.

Pero estos dos aragoneses seguro que no fueron conscientes de que, en Las Hurdes de su tiempo, no casaba aquello de la “ley de pauperización creciente del proletariado: la explotación del trabajo y el trabajador por el capital y el capitalista”, que magistralmente expuso Karl Marx en su obra “El Capital”. Bien podían haber oído a Miguel de Unamuno, que pisó antes que ellos tan escabrosa tierra, para reflexionar antes que sacar la lengua a paseo: “Esos heroicos hurdanos se apegan a su tierra; porque es “suya”. Es suya en propiedad; casi todos son propietarios. Cada cual tiene lo suyo (…)” “¡Y no ven al amo! ¡Ni el polvo que levanta el automóvil del señorito latifundario les ciega los ojos! No les insulta la ostentación del lujo ajeno. Acaso son, en el fondo, unos anacoretas. Peor, mucho peor la plebe arrabalera de ciertas ciudades y villas”.

Nunca entenderemos muchos hijos de Hurdes y los que habiendo nacido en sus fronteras la llevamos en el corazón cómo dos prestigiosos militantes de la izquierda, la que siempre alza barricadas en pro de los trabajadores, se empecinaron en tejer cuadros de miseria donde solo había sana cultura de la pobreza, como en tantas zonas de la España rural de los años 30 del siglo XX. Y bien afirma el acreditado sociólogo Juan Maestre Alfonso que “la cultura de la pobreza no es tan solo un conjunto de datos negativos, sino también de cualidades que resultan positivas para la cultura del grupo”. Por algo, a los que defendemos tal tipo de cultura no nos invitaron a las jornadas “Las Hurdes desde Buñuel”, celebradas el 4 y 5 de octubre de 2013 en la hospedería “Hurdes Reales”, sita en la alquería jurdana de Las Mestas, que contaron con la aquiescencia y el aplauso de toda la derecha regional y comarcal.

¿Quién lo diría? El PP, donde se cobija tanta gente reaccionaria y carca, vitoreando a dos importantes figuras de la izquierda-izquierda, no de la de cartón piedra. ¡Vivir para ver! Aún hay gente empeñada en echar más leña a la hoguera de la leyenda negra de Las Hurdes. Que tengan cuidado, pues se pueden abrasar en ella. La emérita geógrafa Josefina Gómez Mendoza lo ha dejado muy claro: “La leyenda negra de Las Hurdes se ha convertido hoy en uno de sus más importantes recursos turísticos. Confiemos en que como en otras ocasiones (por ejemplo con la leyenda negra americana) no se excedan en la tarea”.

Buenas tardes.
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