mi prima eulalia + MI PRIMA EULALIA CAPÍTULO I Mi prima ya estaba comprometida cuando volvimos a vernos. Aunque seguíamos comportándonos con la misma familiaridad y cercanías de los últimos años cuando la adolescencia no se habíaia manifestado aún, con escasos doce años. Entoces cazabamos mariposas para introducirlas en un tarro de cristal, como juego. Éramos compañeros y camaradas dentro de la pandilla del barrio. Aunque nos habíamos separado hacía tiempo, al marchar ella a otra ciudad de alguna manera nuestras familias seguian en contacto desde la distancia. Esa tarde de exhuberante primavera, después de cinco o seis años sin vernos. Poco parecia haber cambiado aparentemente entre nosotros, salvo que nos sentíamos adultos y se notaba en la transfomación que había sufrido mi prima. Se había convertido en una jovencita atractiva, capaz de seducir con sólo su cálida mirada y su sonrisa cautivadora, sin siquiera proponerselo. Queda claro que era una chica atractiva: mi prima. Yo no podia ocultar mi atracción hacia ella. Recordando otros tiempos y, sin darnos cuenta nos alejamos hacía la florida campiña. La tarde alargaba las sombras, las quietas aguas del río Tajo a su paso por Talavera (nuestra diudad natal) parecian inmoviles cuando cruzamos uno de sus puentes sin tráfico. Los rayos solares rielaban en sus apacibles aguas. A uno y otro lado del río, los álamos crecian en sus verdes ribazos mecidos por la suave brisa. Nos aventuramos por una senda bordeada de altas hierbas con flores multicolores. Algo que a mi prima le encantaba. Con ellas hacía un ramillete y las colocaba en un jarrón en casa hasta que se marchitanban. Esa tarde jugaba a prenderlas en sus cabellos, de bucles pilirrojos. Porque mi prima era así. Pelirroja. Con pequeñas pecas al rededor de una naricilla pequeña y graciosa. ¿-Como me ves, Jaime-? -¡seductora! Yo intentaba que las margaritas no se resbalaran de sus rizos caoba. ¡ Estaba tan guapa, su cara enmarcada en la policromía floral, era un poema! Mientras yo manipulaba las flores para fijarlas a sus cabellos: nuestras miradas coicidieron un instante y... Susgió lo inevitable. Un beso apasionado y espontáneo que ninguno de los dos había previsto. que se alargó sin que nos diéramos cuenta. Una explosion de emotiva e intima atraccion, un poema del alma. Fue algo tan imprevisto e incontrolado que nunca supimos de quien fue la iniciativa de esa situación de apasionado descontrol. El sol de la tarde se diluía poco a poco hasta desaparecer. El crepúsculo no se hacía esperar. Optamos por volver sobre nuestro pasos. Esta vez cogidos de la mano, guardando un discreto silencio complice. Aparentemente ahí había empezado nuestra aventura amorosa, que nos uniría sin darnos cuenta. Aunque separados y desde la lejania, sabíamos que nos necesitávamos, que el apasionado encuentro de una tarde de primavera, iba más allá de lo que creimos. Fue un certero flechazo de Cupido, que atravesó nuestros corazónes. - continuará |