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Hornachos - Badajoz

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España > Badajoz > Hornachos
03-12-10 13:09 #6642046
Por:Farida

El Negro de Magaños: Segunda Parte
Segunda Parte

………. Frente al pórtico de la ermita, la cuadrilla de segadores aguardaba el momento de entrar a misa; en el transcurso de la misma, don José el cura, les haría saber el comienzo de la siega. Que para los segadores sería aplazar por un tiempo, su infortunada vida. Después de dos años de perniciosas cosechas, llegaba un año abundante de cereales. Desde lejos se podía ver las grandes praderas de las dehesas del señorito, salpicadas del amarillo del trigo y la cebada… …. Algo separado, hallábase pequeños burgueses y acomodados de Magaños.
El resonar de los cascos en el empedrado del paseo de la ermita, y el resoplar de la yegua; levantó el vuelo de la corneja descansando sobre una barda derruida. La corneja cruzó rasando la cabeza del Negro. Que para desbaratar la superstición que tenía al ave, se apeó de la montura: Dos veces se arrodilló y dos veces se santiguó.
Los que aguardaban su llegada se conmovieron en silencio; y mientras apagaban los cigarrillos -alguien llegó a susurrarse: “Buuf…… Malo, malo… No me gusta ná, la corneja-…, descubriéndose la cabeza, abrieron un pasillo, lo suficiente ancho para que pudiera pasar la yegua.
-¡Buenos días nos dé Dios! -saludó con cortesía, el centauro; ya desembarazado del maléfico cuervo.
-¡Buenos días, don Jairo! ¡Qué bien se conserva usted! ¡Venga usted con Dios, don Jairo! -contestaron los burgueses y acomodados, acicalados.
-¡Coile! ¡Espinosa, cada día que pasa estausté más mayor! ¡Habrá que ir pensando en su sustituto!
-¡Vaiga, usté con Dios, don Jairo! –se limitó a contestar Espinosa, a sabiendas que acababa de ser extinguido del cargo de regidor.
-Jairo… Jairo. Hagan el favor de llamarme, Jairo.. -embebido con tantas cortesías casi tropieza con el zarrio, de Eusebio, en su amarga desesperación se sujetaba su vientre ácueo: mostrando el esperpento de su cuerpo con los ojos hundidos y apagados, y los pómulos prominentes estirando la piel ictericia….. -¡Mire osté, don Jairo!.. El boticario ya no fia la midicina que tomo. -aceptó a decir el desdichado entre un ataque de tos pulenta.
El Negro, para salir del trance. Cortésmente: -¡Vaya por Dios, buen hombre! ¡Cómo no tenerlo en cuenta!.. Hablaré con el boticario, para ver qué se puede hacer. Y si es necesario lo haré con el médico.
El esperpento de Eusebio dejó al Negro trémulo. Dudaba de cómo avanzar entre rostros subyugados, que absortos observaban. Fue, cuando uno de los jornaleros, incapaz de tolerar la escena surrealista, apartó con delicadeza a Eusebio. El jornalero no aguantó preguntar: ¿Qué pa osté la dinidá de la persona? –a lo que el Negro, enmudeció.
Parecía caldearse el ambiente, viendo a los guardias civiles irguiendo la cabeza, adosarse hacia la cuadrilla. Pero otros jornaleros con halagos oxigenaron el instante irrespirable por el que se atravesaba.
- ¿¡Qué… don Jairo!?” ¿Vamos aguzando el hocino?.....
-¡¡Zeñorito, zeñorito…, este año buena cosecha!!
El Negro parecía ido. Un jornalero, rompiendo su timidez -esperaba el momento con su zagal cogido de la mano-, para preguntar: ¡Dispense usté, don Jairo! ¿¡Pa cuándo la siega!?
- Ya pronto. -contestó, nebuloso.
La intención del jornalero, era ofrecer a su hijo de tan temprana edad para trabajar.
-¡Don Jairo! -mostrando al zagal-. ¿Puede venir el mozo?…
-Claro, hombre.
El Negro confirió la yegua al alguacil que diligentemente esperaba para atarla a la argolla anclada en la fachada del pórtico. Para de inmediato abordar en la sacristía al cura, don José, a quien dio instrucciones a seguir durante la homilía.
Don José, envalentonado carraspeó ajustándose el alzacuello. En tanto observaba a los que apenas acudían a misa, rezagados sin atreverse a cruzar el umbral. De esta manera emprendió una encendida cruzada…. Drástico, con la mirada puesta en el cielo, con voz atronadora, enardeció a su manera la parábola del sembrador: “¡El Señó, es testigo de cómo la semilla del amor ha prendido en vuestros corazones, pacientes durante los años de penurias cosechas!…. ¡Es testigo de cómo: Lucifer..., allí donde ha prendido la semilla del Señó, abandona vuestros corazones, vuestros campos y vuestros hogares!… ……. – Los jornaleros no concebían qué tenían la semilla del Señor con sus sufrimientos y sus penurias-…. Don José, terminó la homilía pastoral, como la llamada del Mesías, aliviaba las penurias de los desesperados que ante él, acudían- ¡Don Jairo, dice: Dentro de tres días empieza la siega. Este año no vendrán temporeros de otros municipios. También, ha tenido la bondad divina de conceder un anticipo de dinero, a quien lo necesite”.


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