Pilas - Sevilla

Lejos de culpar a multinacionales, crisis financieras, burbujas de la construcción, al capitalismo mundial y otros entes genéricos y prácticamente impalpables, aunque ciertamente intervienen todos ellos de manera más o menos influyente en el devenir de los países; los culpables de esta muerte anunciada desde la Constitución de 1978 SON LOS GOBIERNOS DE ESPAÑA QUE SE HAN IDO TURNANDO DESDE ENTONCES, Y LOS PARTIDOS SEPARATISTAS.

Al dar la Constitución cabida a las “nacionalidades” y la Ley Electoral tanto poder a los nacionalistas-aldeanos de forma que, primero con el apoyo de partidos del Gobierno como UCD, PSOE o PP, para mantenerse en las Consejerías y después con su propio impulso: han llegado a estrangular al poder central de manera que ya es el rehén de sus caprichos independentistas (como hemos podido comprobar claramente en los últimos pactos que ha realizado Zapatero).
Es decir, SON LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN GENERAL LOS CULPABLES DEL DESASTRE.
Los partidos políticos son a la destrucción de ESPAÑA, como el moho lo es para los alimentos mal conservados. Los va corroyendo hasta convertirlos en basura desechable sin remedio y esto está ocurriendo aquí, en nuestra patria española.

La democracia no necesariamente depende de unos partidos; es más, una verdadera democracia es incompatible con ellos (que en realidad constituyen una partitocracia, la más perversa deformación de una democracia), y si además se demuestra que incide y colabora por acción u omisión a la destrucción de la Patria que les acoge, ellos mismos se declaran incompetentes para asumirla, pues dudo yo que eso sea la voluntad colectiva del pueblo español.
Algunos “expertos” argumentarán que una democracia occidental sin partidos no es conocida en ningún lugar, pero yo pregunto: ¿en otras naciones occidentales esos partidos pueden destruir su patria? No. En otros países se construyen los mecanismos suficientes para que eso no ocurra, y a los terroristas y separatistas se les encarcela o elimina del mapa político. Aquí tímidamente o con descaro, se quiso hacer algo con ETA-Batasuna y sabemos todos cómo ha ido. Tampoco ningún gobierno apela a leyes y tribunales constitucionales cuando les interesan, y se esquivan estos mismos cuando no le son convenientes; solo ocurre en España.

Los separatismos marcan la política nacional a todos los niveles y las primeras “naciones” con independencia en sus decisiones políticas (que no económicas del todo, sobre todo en materia de gastos) intentan egoístamente sacar lo que puedan a los restos del Estado, en clara competividad insolidaria con las demás regiones, y mostrando claramente su cara más dictatorial al imponer su ideología minoritaria a las personas de su misma comunidad. Dentro de poco unas diecisiete naciones, con reclamaciones territoriales entre ellas se disputarán el presupuesto europeo, que se hundirá sin remedio o recibirá el merecido desprecio de otros países con más cordura y menos índice de parados.
Así, esta España que ya no quieren ni nombrar nuestros políticos (observad su término "este-país"), se tornará en unos nuevos tres vocablos que la definirán claramente: muchas, pequeñas y dependientes. Por supuesto, y desgraciadamente, cabe añadirle el calificativo de ARRUINADA.

Un gobierno inepto y solo dedicado a su partido por el que son capaces de vender hasta el futuro de nuestros hijos, junto una crisis económica y de valores morales: son la garantía del hundimiento de un país. El concepto de Patria (superior al de estado) se ha borrado de la conciencia de los españoles (ahora denominados "ciudadanos"). La propaganda del sistema, presente en todos los medios de comunicación, demoniza todo lo anterior a su entramado pese a ser los que forjaron el verdadero estado de bienestar que desde que está en sus manos va en claro declive. Todo se adereza y justifica con palabras como "democracia", y sobre todo el autotitulado "progresista" del que todavía no se conoce resultado positivo alguno y contrariamente a todo progreso: estamos retrocediendo en derechos laborales, retribuciones, seguridad, etc. Pocos se atreven a lucir su propia bandera, la bandera española, que debiera ser un orgullo y no un complejo, y se ha eliminado de las escuelas el estudio de nuestros héroes y gestas que llegaron a formar un imperio, además de atacar nuestras raices culturales a la par que se favorecen otras tan opuestas como agresivas y totalitarias, siendo un claro ejemplo de ello el Islam. Se nos condena a ser meros zombis acomplejados y sumisos, con la categoría de "ciudadanos" que confían a sus políticos un cheque en blanco que decidirá sus vidas y la de futuras generaciones. Una juventud libertina (que no libre), pervertida, desmotivada y cada vez con mayor fracaso escolar: los mejores ingredientes para las masas moldeables que los políticos necesitan para asegurar su poder. Los gobernantes no quieren solucionar completamente el problema laboral, prefieren crear la dependencia de una buena parte del pueblo a unos subsidios, pagas y demás migajas que les garantizan su poder recibiendo sus votos cada cuatro años (única e insuficiente actividad en la que el pueblo participa en esta democracia tan conveniente para la casta política, y cerrada para el resto de los españoles).

Solo la gente de a pie, nosotros, las personas comunes y corrientes podemos exigir un cambio del sistema que claramente no funciona, y no esperar a males mayores para despertarnos entonces de nuestra indolencia, pasividad y dependencia. Necesitamos el oxímoron de una política antipolítica, que ofrezca la estabilidad de una empresa común, que evite conflictos de intereses, que premie la colectividad antes que el individualismo, que crea en la Patria como punto de coincidencias y garantía de nuestro bienestar, que se muestre con dignidad al resto del mundo y sobre todo que ampare preferentemente a los españoles como sus legítimos hijos.

Algunos estamos dispuestos a comenzar esta andadura desde cero, con una corta frase deseosa de mejorar nuestro destino; solo dos palabras: ¡ARRIBA ESPAÑA!