Pilas - Sevilla

Alemania tiene fatiga desde el crecimiento de su economía; le empieza a pesar demasiado Europa porque ha recuperado el nacionalismo que siempre le llevó a la catástrofe. En el fondo añoran el marco, que era el único símbolo patrio que sobrevivió a las dos grandes guerras y a la tragedia histórica del nazismo.

De sus complejos de culpa sólo le queda su alianza incondicional con la barbarie de Israel y su desentendimiento con las misiones militares exteriores. Ahora ha incorporado su renuncia al liderazgo interno de la Unión Europea. Ángela Mérkel lo hace por electoralismo. Su demoscracia o democracia demoscopia le incita a desentenderse de Europa y los Länder siguen cayendo en manos de la oposición.



Los europeos de las zonas más pobres empiezan a ver en Europa a una madrastra que les regaña y les impone tareas imposibles de cumplir. Si el sueño europeo era el de la igualdad de sus ciudadanos, se ha convertido en una pesadilla.



Las tareas económicas que ha impuesto Alemania a Irlanda, Portugal, Grecia y España sólo se pueden cumplir desde el empobrecimiento. La soberanía ha sido sustituida por la contabilidad. La socialdemocracia está desaparecida en este combate y los socialistas del sur sólo aspiran a ser los mejores alumnos de la señora Mérkel para que la maestra no ponga más castigos.

La única homologación que se ha conseguido entre el norte y el sur es en el sueldo y los bonus de los ejecutivos. ¡No está mal¡ Todavía estamos en el camino de la indignación; no tenemos mucho tiempo para organizar la rebeldía.

Fuera de Europa no hay salvación y dentro nos estamos ahogando.