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Laguna de Negrillos - Leon

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España > Leon > Laguna de Negrillos
29-04-14 06:40 #12000072
Por:j vicente futuro fut

El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 14ª Sección
Oración de María a su Padre Espiritual antes de nacer.-

El Alma de María en la última de estas tres visiones que tuvo antes de nacer, como Princesa del Cielo, le dijo al Señor: Dios Altísimo, dueño de todo mi ser, alma de mi vida y vida de mi alma, infinito en atributos y perfecciones, incomprensible, poderoso y rico en misericordias, Rey y Señor mío; me habéis dado el ser que tengo; y sin haberlo podido merecer, me habéis enriquecido con los tesoros de vuestra Divina Gracia y Luz, para que con ella conociera luego vuestro ser inmutable y perfecciones Divinas y conociéndoos fuerais el primer objeto de mi vista y de mi amor, para no buscar otro bien fuera de vos, que sois el sumo y el verdadero, y todo mi consuelo. Mándame, Señor mío, que salga a usar de la luz material y conversación de las criaturas; y en vuestro mismo ser, donde todas las cosas se conocen como en clarísimo espejo, he visto el peligroso estado de la vida mortal y sus miserias. Si en ellas, por mi flaqueza y naturaleza débil, he de faltar sólo un punto a vuestro servicio y amor, muera aquí ahora mismo, antes que pase a estado donde os pueda perder.-

Pero, Señor y dueño mío, si vuestra voluntad santa se ha de cumplir, remitiéndome al tempestuoso mar de este mundo, a vos, altísimo y poderoso bien de mi alma, suplico que gobernéis mi vida, enderecéis mis pasos y hagáis todas mis acciones a vuestro mayor agrado. Ordenad en mi
la caridad, para que con el nuevo uso de las criaturas, con Vos y con ellas se mejore. He conocido en Vos la ingratitud de muchas almas y temo con razón que soy de su naturaleza, si acaso yo cometeré la misma culpa. En esta caverna estrecha del vientre de mi madre Ana, he gozado de los espacios infinitos de vuestra Divinidad, aquí poseo todo el bien, que sois vos, amado mío; y siendo ahora sólo vos mi parte y posesión, no sé si fuera de este encerramiento la perderé a la vista de otra luz y uso de mis sentidos. Si posible fuera y conveniente renunciar al comercio de la vida que me aguarda, yo de mi voluntad lo negara todo y careciera de ella; pero no se haga mi voluntad sino la vuestra. Y pues así lo queréis, dadme vuestra bendición y beneplácito para nacer al mundo terrenal y material, y no apartéis de mí en este siglo donde me ponéis, vuestra divina protección.-

Hecha esta oración por la dulcísima niña María, el Altísimo la dio su bendición, y la mandó, como con imperio, saliese a la luz material de este sol visible y la ilustró en lo que debía hacer en cumplimiento de sus deseos.-

La Madre de María Ana, corría su embarazo toda espiritualizada, con divinos efectos y suavidad que sentía en sus potencias; pero la Divina Providencia, para mayor corona y seguridad de su próspera navegación de la Santa, ordenó que llevase algún lastre de trabajos, porque sin ellos no se logran harto los frutos de la gracia y del amor. Y para mejor entender lo que a esta santísima matrona le sucedió, se debe advertir que el demonio, después que con sus malos ángeles fue derribado del cielo a las penas infernales, Lucifer, andaba siempre desvelado, atendiendo y acechando a todas las mujeres más santas de la ley antigua, para reconocer si topaba con aquella señal que Dios mismo a Lucifer le dejo ver en el Cielo, y que Dios mismo le había dicho, que aquella Señora, había visto en el Cielo, a Lucifer le había de hollar y quebrantar su cabeza. Y era tan ardiente la indignación de Lucifer, que estas diligencias no las fiaba a sus inferiores; pero se ayudaba de ellos contra algunas mujeres virtuosas, él mismo por sí atendía y las rodeaba a las que conocía y se señalaban más en ellas las virtudes y la gracia del Altísimo, buscando continuamente a la Señora que Dios mismo le había permitido ver en el Cielo, desconociendo su nombre y de donde era aquella Reina y Señora del Cielo.-
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Turbado Lucifer, y que en la Sagrada Escritura se le dio el sobrenombre del Dragón, Lucifer con estos recelos, determinó quitar la vida si pudiera a la dichosísima Ana; y si no podía conseguirlo, procurar a lo menos que tuviese mal gozo de su embarazo; porque era tan desmedida la soberbia de Lucifer, que se persuadía, y si podía vencer o quitarle la vida, si no se le ocultaba, a la que fuese la Madre del Verbo Humanizado, y al mismo Mesías Reparador del mundo. Y esta suma arrogancia de Lucifer, la fundamentaba en que su naturaleza como Ángel nacido en el Cielo, era superior en la condición y fuerzas a la naturaleza humana y terrenal, en la que María nacería y por eso Lucifer no se inclinaba ante María, porque era de naturaleza terrenal.-

Ana la madre de María, resistió estos golpes, como si de un varón se tratase, con humilde fortaleza, paciencia, continua oración y viva fe en el Señor, con que desvanecía las marañas fabulosas del Dragón y todas redundaban en mayores aumentos de la gracia y protección divina; porque a más de los grandes merecimientos que la santa madre acumulaba, la defendían los Ángeles, que guardaban a su Hija, y arrojaban a los demonios de su presencia. Mas no por esto desistió la insaciable malicia de este enemigo Lucifer; y como su arrogancia y su soberbia excede a su fortaleza, procuró valerse de medios humanos; porque con tales instrumentos se promete siempre mayores victorias. Y habiendo procurado primero derribar la casa de Joaquín y Ana, para que con el susto se alterase y se moviese María en el vientre de su madre, y como no lo pudo conseguir, porque los Ángeles le resistieron, irritó a unas mujercillas flacas, conocidas de Ana, para que riñesen con ella, como lo hicieron con grande ira, injuriándola con palabras muy desmedidas de contesto y contenido; y entre ellas hicieron gran mofa de su embarazo, diciéndola que era embuste del demonio salir con aquello al cabo de tantos años y vejez.-

No se turbó Ana con esta tentación, antes con toda mansedumbre y caridad sufrió las injurias y acarició a quien se las hacía; y desde entonces miró a aquellas mujeres con más afecto y les hizo mayores beneficios. Pero no luego se les templó la ira, por haberlas poseído el demonio para encenderlas en odio hacia Ana; y como entregándosele una vez a este cruel tirano, cobra más fuerzas para traer a su mandado a quien se le sujeta, incitó aquellos ruines instrumentos para que intentasen alguna venganza en la persona y vida de Ana; mas no pudieron ejecutarlo, porque la virtud Divina hizo más débiles e ineptas las flacas fuerzas de aquellas mujeres y nada pudieron obrar contra Ana, antes ella las venció con amonestaciones y las redujo con sus oraciones al conocimiento y enmienda de sus vidas.-

NACIMIENTO DE MARÍA:
Llegó el día alegre para el mundo del parto felicísimo de Ana y nacimiento de la que venía consagrada para ser la Madre del mismo Dios humanizado en la persona de Jesús de Nazaret.-

Cumplidos los nueve meses después de la concepción del alma de la Reina y Señora del Cielo. Fue prevenida su madre Ana con ilustración interior, en que el Señor le dio aviso cómo llegaba la hora de su parto. Y llena de gozo del Divino Espíritu atendió a su voz; y postrada en oración pidió al Señor la asistiese su gracia y protección para el buen suceso de su parto.-

Ana sintió luego un movimiento en el vientre, que es el natural de las criaturas para salir a la nueva luz; y la más que dichosa niña María al mismo tiempo fue arrebatada por Providencia y virtud Divina en un éxtasis altísimo, en el cual absorta y abstraída de todas las operaciones sensitivas nació al mundo sin percibirlo por el sentido; como pudiera conocerlo por ellos, junto con el uso de la razón que ya tenía mediante su Alma, pero el poder del Omnipotente lo dispuso en esta forma, para que la Princesa del Cielo no sintiese lo natural de aquel suceso del parto.-
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María Nació pura, limpia, hermosa y llena toda de gracia, porque María venía libre de la ley natural y tributo del pecado; y aunque nació como los demás hijos de Adán en la sustancia de la carne, María nació con las condiciones y accidentes de las gracias adquiridas ya en su Alma, que hicieron que este nacimiento fuera milagroso y admirable para toda la naturaleza y alabanza eterna del Autor. Salió, pues, este divino lucero al mundo a las doce horas de la noche, del día 8 de Septiembre, comenzando a dividir la de la antigua ley y primeras tinieblas del día nuevo de la gracia, que ya quería amanecer.-

No consintió su madre Ana, que por otras manos fuese tratada entonces, antes ella por las suyas la envolvió en las mantillas, sin embarazarle el sobreparto; porque fue libre de las pensiones onerosas que tienen de ordinario las otras madres en sus partos.-

Recibió Ana en sus manos a la que, siendo hija suya, era juntamente el tesoro mayor del Cielo y de la Tierra en pura criatura, sólo a Dios inferior y superior a todo lo creado por Él mismo; y con fervor y lágrimas la ofreció Ana a Su Majestad, diciendo en su interior: Señor de infinita sabiduría y poder, Creador de todo cuanto tiene ser; el fruto de mi vientre, que de vuestra bondad he recibido, os ofrezco con eterno agradecimiento de que me le habéis dado, sin poderlo yo merecer. De hija y madre haced a vuestra voluntad santísima, y mirad nuestra pequeñez desde lo alto de vuestra silla y grandeza. Eternamente seáis bendito, porque habéis enriquecido al mundo con criatura tan agradable a vuestro beneplácito y porque en ella habéis preparado la morada y tabernáculo para que en él viva el Verbo Eterno vuestro Unigénito. A mis santos padres y profetas doy la enhorabuena, y en ellos a todo el linaje humano, por la segura prenda que les dais de su redención. Pero ¿cómo trataré yo a la que me dais por hija, no mereciendo ser su sierva? ¿Cómo tocaré la verdadera arca del testamento? Dadme, Señor y Rey mío, la luz que necesito para saber vuestra voluntad, y ejecutarla en agrado vuestro y servicio de mi hija María.-

Respondió el Señor a Ana en su interior y la dijo: Ana, trata a la divina niña como la madre trata a su hija en lo exterior, sin mostrarle reverencia, pero que se la tuviese en lo interior; y que en su crianza cumpliese con las leyes de verdadera madre, cuidando de su hija con solicitud y amor.-

Todo lo cumplió así la feliz madre; y usando de este derecho y licencia, sin perder la reverencia debida, tratándola y acariciándola como lo hacen las otras madres con las suyas, pero con el aprecio y atención digna de tan oculto y divino sacramento como entre hija y madre se encerraba. Los Ángeles de la Guarda de la dulce niña con otra gran multitud la adoraron y la reverenciaron en los brazos de su madre y la hicieron música celestial, oyendo algo de ella la dichosa y madre Ana; y los mil Ángeles señalados para la custodia de la gran Reina se le ofrecieron y se dedicaron para su ministerio; y fue esta la primera vez que la divina Niña María, los vio en forma corpórea con las divisas y hábito que visten los Ángeles.-

Al punto que nació María, envió el Altísimo al Arcángel Gabriel para que evangelizase a los Santos Padres del limbo y les notificase esta nueva tan alegre para todos ellos; y el embajador celestial bajó hasta el LIMBO, ilustrando aquella profunda caverna y alegrando a los justos que en ella estaban detenidos. El Arcángel Gabriel, les anunció cómo ya comenzaba a amanecer el día de la felicidad eterna y reparación del linaje humano, tan deseado y esperado de los Santos y anunciado por los Profetas, porque ya había nacido la que sería Madre del Mesías prometido; y que verían luego la salud y la gloria del Altísimo. Y les dio noticia el Arcángel Gabriel de las excelencias de María y de lo que la mano del Omnipotente había comenzado a obrar en ella, para que conocieran mejor el principio del misterio que daría fin a su prolongada prisión; con que se alegraron en espíritu todos aquellos Padres y Profetas, y los demás justos que estaban en el LIMBO, y con nuevos cánticos alabaron al Señor por este beneficio. De esta manera el Arcángel Gabriel se despidió de todos ellos.-
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Habiendo nacido María, la Reina y Señora del Cielo, vio la luz del sol material, y conoció con los sentidos naturales de la carne, a sus padres terrenales y a otras criaturas, este fue el primer paso de su vida en el mundo natural, material y terrenal. Y el brazo poderoso del Altísimo comenzó a obrar en ella nuevas maravillas sobre todo en el pensamiento de los hombres; y la primera, fue enviar a los Ángeles para que a la electa Madre del Verbo eterno la llevasen hasta el Cielo empíreo en alma y cuerpo, para lo que el Señor disponía. Cumplieron este mandato los Ángeles y, recibiendo a la niña María de los brazos de su madre Ana, llevándola los Ángeles con cánticos de incomparable júbilo a la verdadera arca del Nuevo Testamento, para que por algún espacio estuviese, en el templo del sumo Rey de los reyes y Señor de los señores, donde después había de ser colocada María eternamente. Y este fue el segundo paso que dio María recién nacida en la carne y vida terrenal, desde el mundo natural al Supremo Cielo donde reside la Divina Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.-

Entró la niña María en manos de los Ángeles en el Cielo empíreo y, postrada con el afecto en la presencia del trono Real del Altísimo, recibiéndola en su trono y dándole a su lado la posesión de Madre suya y Reina de todo lo creado, aunque María ignoraba la dignidad propia y el fin de tan inefables misterios y favores; mas para recibirlos fueron sus flacas fuerzas confortadas con la virtud Divina. Le dieron a María nuevas gracias y dones con que sus potencias respectivamente fueron elevadas; y las interiores, sobre nueva gracia y luz con que fueron preparadas, las elevó y proporcionó Dios con el objeto que se le había de manifestar; y dándole a María el flujo luminoso necesario desplegó su Divinidad y se la manifestó intuitiva y claramente en grado altísimo; siendo esta vez la primera que aquella Alma de María vio a la Divina Trinidad con visión clara y beatífica. María: Estando a la diestra del Señor que había de ser su Hijo, y viéndole cara a cara, pidió que acelerase el remedio del linaje humano que por tantos siglos le aguardaba, multiplicándose los pecados y pérdidas de las almas. Oyó el Altísimo esta petición de tanto agrado y a su madre recién nacida la dijo: Bajaré al mundo tomando carne humana para redimirle.-

Determinando en aquel consistorio y tribunal Divino de la Trinidad de dar nombre a la niña Reina; y como ninguno es legítimo y propio sino el que se pone en el ser inmutable de Dios, que es donde con equidad, peso, medida e infinita sabiduría se dispensan y ordenan todas las cosas, quiso Su Majestad ponérselo y dárselo por sí mismo en el Cielo; donde manifestó a los Espíritus Angélicos, que las Tres Divinas Personas habían decretado y formado los dulcísimos nombres de Jesús para el Hijo y el de María para la que sería su Madre, y que todas las eternidades se habían complacido con ellos, teniéndolos grabados en su memoria eterna y presentes en todas las cosas que habían de ser, porque para su servicio las creaban. Y conociendo estos y otros muchos misterios los Santos Ángeles, oyeron una voz del trono que decía en Persona del Padre Eterno: María se ha de llamar nuestra electa, y este nombre ha de ser maravilloso y magnífico; los que le invocaren con afecto devoto recibirán copiosísimas gracias; los que le estimaren y pronunciaren con reverencia serán consolados y vivificados; y todos hallarán en él remedio de sus dolencias, tesoros con que enriquecerse, y luz para que los encamine a la vida eterna.-
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María: Será terrible contra el infierno, porque quebrantará la cabeza de la serpiente y alcanzará insignes victorias sobre los príncipes de las tinieblas. Mandó el Señor a los Espíritus Angélicos que evangelizasen este dichoso nombre a Ana, para que en la tierra se obrase lo que se había Decretado en el Cielo. La niña divina, postrada con el afecto ante el trono, rindió agradecidas y humildes gracias al ser eterno y con admirables y dulcísimos cánticos recibió el nombre. Los Santos Ángeles adoraron y reconocieron de nuevo en el trono del Altísimo a María por Madre del Verbo futuro y la reconocieron por su Reina y Señora del Cielo; y veneraron el nombre de María, postrándose los Ángeles a la pronunciación que de él hizo la voz del Eterno Padre que salía del trono, y particularmente los que le tenían por divisa en el pecho; y todos los Ángeles, dieron cánticos de alabanza por tan grandes y ocultos misterios; ignorando siempre la niña Reina la causa de todo lo que conocía, porque no se le manifestó la dignidad de Madre del Verbo Humanizado hasta el tiempo de la Encarnación. Y con el mismo júbilo y reverencia los Ángeles la retornaron de nuevo a la tierra y la depositaron en los brazos de Ana, a quien se le ocultó también este suceso y la falta o ausencia de su hija; porque en su lugar, uno de los Ángeles de la Guarda designados a María, tomando cuerpo aéreo para este efecto, mientras la niña divina estuvo en el cielo empíreo, tuvo su madre Ana un éxtasis de altísima contemplación y en él, aunque ignoraba lo que se hacía con su niña, le fueron manifestados grandes misterios de la dignidad de la que sería Madre de Dios, para lo que era escogida; y la prudente matrona los guardó siempre en su pecho, confiriéndolos para lo que debía obrar con ella.-

A los ocho días del nacimiento de María, descendieron de los Cielos multitud de Ángeles hermosísimos; y traían un escudo en el que venía grabado, brillante y resplandeciente el nombre de María; y manifestándose todos a la dichosa madre Ana, la dijeron que el nombre de su hija era el que llevaban allí el de María; que la Divina Providencia se lo había dado y ordenaba que se lo pusiesen luego ella y Joaquín este nombre a su hija.-

Ana llamo a Joaquín, y confirieron la voluntad de Dios para dar nombre a su hija; y el más que dichoso padre recibió el nombre con júbilo y devoto afecto. Determinaron convocar a los parientes y a un sacerdote, y con mucha solemnidad y convite suntuoso pusieron el nombre de María a la recién nacida; y los Ángeles lo celebraron con dulcísima y grandiosa música, y solo ellas la madre Ana y la Hija María, escucharon esta música celestial. Con que quedó nuestra Princesa con el nombre de María, que se lo había dado la Divina Trinidad en el Cielo el día que nació y en la tierra a los ocho días después de su nacimiento; Y se escribió el nombre de María en el Padrón de los demás, cuando salió su madre Ana y Joaquín hacia el templo para cumplir con la ley.-

Precepto de la Ley:
El precepto de la ley dice, que la mujer que pariese hija se tuviese por inmunda dos semanas y permaneciese en la purificación del parto sesenta y seis días, y cumplidos todos los días de su purificación, se le mandaba ofrecer un cordero de un año por las hijas o hijos en holocausto, y un palomino o tortolilla por el pecado a la puerta del tabernáculo, entregándolo al sacerdote que lo ofrecerá al Señor y rogará por el hijo o hija y con esto quedará limpia. Pasados los sesenta días de la purificación, salió Ana para el templo, llevando su mente inflamada en el divino ardor y en sus brazos a su hija y niña; y llevando también la ofrenda de la ley.- 70
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