¡Ah de mi, destemplado de Sión!
Qué vergüenza paso yo
que he nacido por Badajoz
oyendo por toda La Raya
esos ayes lastimeros
que unos templarios punteros
emiten desde sus tumbas
leyendo a monjil cagalero
por aquí soltando plastas
abriéndose bien de patas
igual que hacen las vacas.
Rojos de rabia y vergüenza
en su impotencia reclaman
a ti guerrero mojama
seas de Pozuelo o Sigüenza,
que no holles con tus patas
los terruños que ganaron
sin hacer labor de zapa
y dando honrados la cara
en el campo de batalla,
no como tú, ¡antigualla!,
que has usurpado el nombre
de unos pobres caballeros
que protocolos no urdieron
para quedarse el mundo entero
y dieron siempre la talla.
Que por cantar las cuarenta
a taimados monjes tripudos
les quitaron sus prebendas
y al potro los sometieron
y les incautaron sus cuentas
sin tener siquiera en cuenta
las riquezas que ellos dieron.
Y después de tanto tiempo,
llegas aquí con diarrea
ensuciando con excrementos
este ancestral lugar
como haría cualquier jumento
en ocasión similar
arrastrado por las mareas
y tu falta de entendimiento.
Cambia ese nombre, ¡traidor!
No insultes así a unos muertos
ni mancilles más su honor
vengas o no de Sión
o de panfleto injurioso
al que dicen Digital.