Morcín - Asturias

Hay quienes consideran un avance social mantener como está, aquí en Asturias, el impuesto de sucesiones, y argumentan que así tributan más lo más ricos, y que con su aportación se hace posible la función redistribuidora de la riqueza que han de tener los impuestos.
Sucede, sin embargo, que con nuestro Estado de las Autonomías cada una de ellas está haciendo lo que le parece en lo tocante al referido impuesto, de lo que resulta que en unas comunidades autónomas se paga más que en otras, mucho más, cuando se reciben bienes en herencia, lo que implica una evidente desigualdad, aunque tenga respaldo legal.
Hasta ahí, como el dinero del impuesto va a parar a cada comunidad autónoma, podría decirse que el Principado de Asturias tendrá más capacidad redistributiva de la riqueza al contar con unos ingresos mayores por el impuesto de sucesiones, y que eso es bueno, mas no debemos perder de vista que son los más ricos los que más posibilidades tienen de fijar su residencia en el lugar donde puedan beneficiarse de una una presión impositiva más baja, de tal forma que terminan figurando como domiciliados, por ejemplo en Madrid, y con ello sus herederos pagarán el impuesto allí, quedándonos aquí en Asturias sin su aportación. Es decir, que tributarán aquí en Asturias los herederos de las clases medias, y se escaparán para otros lugares, donde la presión fiscal sea menor, las herencias más sustanciosas.
Ojo, pues, a esta circunstancia, mientras no haya una cierta uniformidad en el tratamiento fiscal de las herencias, una mayor presión sobre los más ricos no mejora sin más la recaudación, y puede suceder que mengüe lo recaudado, ya que la desigualdad existente a la hora de soportar el impuesto invitará a cambios de residencia, fraudulentos o no, que sólo estarán al alcance de los más ricos.