Morcín - Asturias

Alguien decía esta mañana en la radio, antes de que se diera a conocer la sentencia sobre el caso Nóos, que lo importante es que quedó probado que en este país funciona la justicia, que llegó a sentar en el banquillo de los acusados a miembros de la casa real.
Pero yo opino que la intervención de los jueces en el asunto es la prueba de que no funcionan otros frenos y controles, que debieran haber impedido la comisión del delito, que van desde los frenos internos de moralidad y legalidad ( NO SE DEBE hacer lo que es injusto, ni lo que está prohibido por la ley), hasta las medidas externas que impiden que NO SE PUEDA hacer lo que no es justo ni legal. En un caso se trata de la imposición que uno se hace a si mismo de no hacer, y en el otro de los procedimientos que desde afuera impiden que se pueda hacer lo que es ilegal.
La intervención los juzgados y tribunales se da cuando fallan los frenos internos y controles externos a los que antes me referí, y, dejando a un lado las creencias religiosas en el más allá, es un último control de la conducta de las personas.
Pero no debemos conformarnos con que este último control funcione, porque, como ya dije, con ello se pone al descubierto, en primer lugar, que las personas que son condenadas (especialmente cuando la condena es por obtener un lucro ilegítimo, como es el caso) sólo buscaron lo que les beneficiaba, con desprecio de lo justo y lo legal, y, en segundo término, que no existían medidas, o que existiendo éstas no fueron aplicadas, para evitar que termine ocurriendo lo que no debe suceder.
Está bien que el delincuente sea sometido a juicio y que, como se suele decir, caiga sobre él todo el peso de la ley, pero estaría mucho mejor que los ciudadanos, aplicándose a si mismo los frenos internos de moralidad y legalidad, no cometieran delitos, y que la sociedad estableciera y aplicara los controles necesarios no sólo para que no se vulnere la legalidad sino, y ésto es importantísimo, para que no se pueda infringir la ley, porque, como es sabido, lo que puede suceder termina sucediendo.
Se puede decir que es un triunfo haber sentado en el banquillo de los acusados a miembros de la familia real, pero, a mi entender, es imprescindible puntualizar que los delincuentes que fueron condenados por varios delitos tenían suficiente cultura y estudios para saber que lo que hacían no era justo ni legal, y hacer referencia a la cantidad controles legales que no existían o que no funcionaron, para que ocurrieran los hechos que fueron juzgados.