San Mateo de Gállego - Zaragoza

Es vergonzoso e injustificable que en un Estado aconfesional los ministros sigan jurando o prometiendo el acatamiento de la Constitución ante una biblia y un crucifijo, al modo impuesto por el dictador Franco.

A pesar de que la carcunda cavernaria les tacha de antirreligiosos, Zapatero y sus ministros lo han vuelto a hacer.

Los ministros del nuevo Gobierno, todos declaradamente laicistas, repetían la ceremonia en el Palacio de la Zarzuela, de nuevo bajo la presencia ostentosa de estos dos símbolos católicos. Y aún más insólito es que prometieron “guardar y hacer guardar” una Constitución que consagra, precisamente, la aconfesionalidad del Estado.

“Ninguna confesión tendrá carácter estatal”. Lo dice el artículo 16 de la Constitución, que define a España como un Estado aconfesional, es decir, que no se declara oficialmente seguidora de ningún credo religioso. ¿Por qué, entonces, crucifijos y biblias siguen ocupando un lugar de privilegio en los actos de toma de posesión que preside el señor Juan Carlos de Borbón?. Si el Estado no tiene una confesión oficial, el rey tampoco debe tenerla, salvo en su vida privada. La monarquía española es constitucional y no católica.

Según explica el texto del Real decreto de 1979 que establece la fórmula de juramento de cargos y funciones públicas, y que permite elegir entre prometer y jurar el acatamiento a las normas constitucionales y la lealtad al rey, no se hace referencia a los símbolos religiosos, por lo que según fuentes jurídicas, es perfectamente compatible jurar un cargo en ausencia de imágenes o símbolos de la confesión católica.
Se trata de una herencia del catolicismo franquista que el rey se ha empeñado en mantener (no olvidemos que Franco lo dejo todo "atado y bien atado" designándole su sucesor) y que el servil gobierno “socialista” aún no se ha atrevido a enmendar, y bastaría con modificar ese real decreto prohibiendo expresamente cualquier expresión religiosa en ese tipo de actos oficiales.

Parece ser pues que monarquía es inherente a crucifijo, por lo tanto y por mi parte que les vayan dando a ambos (solo es cuestión de tiempo), por donde amargan los pepinos. (Ah, y a Zapatero y sus ministros también)

A ver si el servil y rastrero Zapatero decide de una vez respetar las leyes y aprende del lehendakari Patxi López, que en su día ya prometió su cargo bajo el árbol de Gernika y sobre la Constitución en su toma de posesión, suprimiendo del texto tradicional la expresión “humillado ante dios” en sus palabras y el uso del crucifijo y de la primera Biblia traducida al euskera.

Zapatero Go Home.