San Juan de Mozarrifar - Zaragoza

Con la votación en el Congreso de los Diputados -sin un solo diputado aragonés que se opusiera- se consumó ayer, 29 de abril, el nuevo trasvase del Ebro a Barcelona. Sobre la base de la ampliación del minitrasvase de 1981 a Tarragona, a partir de ahora y con una conducción permanente, Barcelona podrá utilizar 50 hm3 anuales procedentes del Ebro.

El cinismo de Iglesias y Biel negándose a admitir que eso es un trasvase para no tener que combatirlo, raya en la indignidad más absoluta. Que Iglesias, que ha crecido políticamente y ha consolidado su posición sobre la base de oponerse al trasvase del PP, sea quien ahora ampare y avale este nuevo trasvase (que él mismo y su partido denostaron en 2000, 2003, 2004, e incluso 2008 en la campaña electoral) debería hacer reflexionar a muchos aragoneses. En el debate del pleno de ayer en las Cortes quedó claro: lo que todos ven como un trasvase (empezando por sus compañeros del PSC, la ministra, el alcalde Belloch o la inmensa mayoría de los aragoneses), no lo es para Iglesias. En este país, Aragón, donde nos gusta llamar al pan, pan, el que traiciona la voluntad del pueblo aragonés y a los 400.000 aragoneses que nos manifestamos contra los trasvases, a sus representados, o a sus compromisos y promesas electorales, tiene un nombre.

Son criticables las formas bilaterales de Generalitat y Gobierno Español, ignorando la posición de Aragón y de las demás comunidades de la cuenca, incumpliendo estatutos y legislación estatal y europea. Pero más grave es el fondo: se plantea un trasvase temporal y provisional pero se construye una infraestructura permanente y costosa (180 millones de €); no se exigen ni se buscan alternativas más sostenibles, económica y jurídicamente asumibles, que las hay. ¡Para qué buscarlas, si ya dejó claro el President Montilla que ese trasvase era como el extintor que Barcelona usará siempre que lo necesite! Al menos en Cataluña hablan claro y no buscan eufemismos ni retorcidas interpretaciones para justificar lo que todo el mundo percibe. Y por eso se opta por aquella solución (mucho mejor que la del Segre, que lleva poca agua) que abre las compuertas del precedente, del agravio que invocarán –con toda la legitimidad-otras comunidades del Levante para trasvases más cuantiosos y permanentes.

Pero lo peor de todo es el papel de los otrora campeones de la lucha contra el trasvase del Ebro a Levante, Iglesias (PSOE) y Biel (PAR), aunque hay que recordar que los dos cuentan con claros precedentes trasvasistas (el regionalista ya votó a favor del trasvase de 1981 en el Senado, y el socialista fue el azote del marquismo frente a las manifestaciones de 1992/93 contra el trasvase). La sumisión, el conformismo, el tragar, guían sus pasos: con tal de mantenerse en el gobierno traicionan sus principios. Aunque, quizás (como decía Goucho Marx), estaban ya dispuestos a cambiarlos por otros si al poderoso le molestaban.

Resulta humillante para los aragoneses ver que ni una sola voz –ni voto- aragonés lucha contra este trasvase en el Congreso. Los mismos que apelaron contra los trasvases para conseguir los votos, se revuelven contra sus electores traicionando sus compromisos y atentando contra los intereses de Aragón. Seguro que más de uno añora la representación de CHA en el Congreso de los Diputados.

Bizen Fuster