Épila - Zaragoza

A escasos días del comienzo del curso, creo conveniente señalar y denunciar un problema a mi parecer grave. Ignoro si el tema ha sido debatido ya en este foro, pero aunque así fuera entiendo que tratándose de un problema higiénico de primer orden no está de más insistir en ello. Se trata de los piojos. No sé si ustedes saben que los colegios de Épila, tanto el de enseñanza primaria como el instituto, se encuentran infectados de piojos. Se trata de una plaga tan desmesurada y fuera de control que se ha extendido ya durante el verano a las instalaciones deportivas municipales y a saber a cuántos lugares habituales de vacaciones. Este problema viene retroalimentándose desde hace años debido al silencio avergonzado de todos los implicados, un silencio que ha provocado que el problema se haya incrementado de forma exponencial. Silencio de los niños y, sobre todo, de los adolescentes que padecen el problema sintiéndose como apestados. Silencio avergonzado de los padres que tratan de aplicar soluciones individuales a un problema general que sólo puede ser atajado mediante medidas sanitarias colectivas, consiguiendo por tanto pan para hoy y hambre para mañana. Silencio del profesorado y de la dirección de los centros que se abstienen de denunciar el problema probablemente por temor a verse implicados en un asunto de incorrección política. Silencio en definitiva de todos en un asunto que incumbe a toda la comunidad. Esta situación de omertà y de silencio cómplice no es sino una consecuencia directa de la crisis de autoridad que afecta desde hace tiempo a toda la sociedad española y que se vive dramáticamente en el seno de las familias, especialmente en la relación entre padres e hijos. Hoy los padres temen o no saben asumir su responsabilidad para con sus hijos, la mayoría de las veces por evitar el conflicto, temen o no saben ejercer de padres en una sociedad que llega no sólo a cuestionar la autoridad doméstica sino incluso a penalizarla. No quisiera ser alarmista pero los padres deberían tener en cuenta que si un adolescente escamotea sus piojos por vergüenza, con mucha más razón esconderá problemas de mayor gravedad.

Los piojos son un problema muy comun en los niños sobre todo en los mas pequeños porque tienen mucho contacto físico entre ellos lo que favorece que se infecten con facilidad. Siempre que veamos rascarse la cabeza de nuestro hijo en periodo escolar hay que sospechar que tiene piojos, hay que explorarlo minuciosamente y rápidamente poner manos a la obra, cuanto antes se tratan mas fácil es la solución: lociones, champus, peines con puas...Y sobre todo comunicarlo al colegio al que asiste nuestro niño para que avisen a otros padres y todos los niños se pongan en tratamiento, y asi cuantas veces sea necesario.

Cuando se infectan los mas mayores, los adolescentes, la cosa se complica porque a esa edad se creen autosuficientes y que lo saben todo, suelen asearse ellos solos y no les gusta que los supervisemos muy de cerca, así que si tienen piojos, los adolescentes como se creen tan adultos no van a querer reconocer que tienen un problema y que no saben solucionarlo. Es responsabilidad de los adultos, padres y educadores, detectar ese y otros problemas y ayudarlos, aprovechando la ocasión para que adquieran habitos de higiene y responsabilidad social.

Los padres deben obligatoriamente saber siempre el estado de higiene de sus hijos hasta que sean adultos, y trasmitirles que asearse ademas de ser saludable, forma parte del respeto que debemos a las otras personas que conviven con nosotros.

Es en la adolescencia cuando menos se debe dejar a los chicos a su aire pues se vuelven muy vaguetes, y al contrario, es cuando mas hay que supervisarlos e insistir en que adquieran hábitos saludables y de higiene, incluso aunque nos digan pesados o que nos metemos en sus asuntos, es obligación del padre que el chico mantenga higiene en su cuerpo, en su ropa, en sus relaciones con los demas, sobre todo en sus relaciones sexuales (punto fundamental para prevenir ETS, enfermedades de transmisión sexual, enbarazos, etc).

Las normas de convivencia se enseñan y se proponen-imponen en casa, con el ejemplo de los adultos del entorno familiar, sin violencia pero con firmeza, de mayores atesoraran lo que les hemos enseñado aunque ahora se quejen y nos digan pesados. Por otra parte es nuestra obligación y son nuestra responsabilidad, somos los jefes de la casa, sin autoritarismos y con tranquilidad, pero nuestros hijos tienen que aceptar que mientras sean menores y por su bien, tienen que respetar las normas.

Ah! me olvidaba deciros que ya habia piojos cuando nosotros fuimos niños o jovencitos pero no fueron nunca un gran problema. !Gracias mamá, gracias papá!

Si teneis algun problema para acabar con ellos entrar en madres contra piojos.com dan muchas soluciones, a mi me funciono.