YO SOY LA AUTENTICA SAURA Yo nací, con certeza, bajo una carrasca tuerta. Así lo relatan los libros de bautismo. Así lo confirma el Registro Civil. Para entonces, ya pasaba el tren, aún recogían la cribatinaja/quiebratinaja y el moscatel todavía era un licor delicioso sin etiqueta. La fama de mi pueblo se extendía por todo Aragón gracias a la Banda de Música. El río Frasno no era una corriente continua de agua ni nunca lo ha sido. Las zarzas invadían los brazales de las fincas sin sosiego para los dueños. Inútil combatirlas. El fuego apenas hace mella en ellas hasta la primavera que vuelven con ánimos redoblados. Yo nací con certeza bajo el signo de Sagitario. Bajo el signo del mudéjar de la iglesia y el regusto del estilo renacentista en las casas señoriales de la Calle Mayor. Conocí la auténtica fachada del Ayuntamiento que guardo en mi memoria. Aborrezco ésta, impostada y malvenida del bastón de otro alcalde. Apenas supe gatear subí a las ruinas del Castillo. Dejé jirones de aspro sayalejo entre las lajas ferrosas de las Espeñas. Apuré mi infancia procurando evitar en lo posible el tormento de la escuela. Me aferré al asueto con enorme sobresalto de mis progenitores espantados: ¡"Nunca llegarás a nada"! Vaticinaron. No iban descaminados y lo voy consiguiendo. Ser una don nadie es lícito para mi. Me atrae la vagancia y la holgazanería. Escribir páginas que nadie leerá. Amasar mis pechos jovenes y hacerlos hijos de los placeres corporales, y aún espirituales, pues a nada hay que sustraerse. Prolongo a menudo mi niñez en mis recuerdos. Sé que fui feliz. Lo fui porque entonces no sabía lo que era la felicidad. Ahora la intuyo, sin apenas conocerla. Sé seguro que este arrastrarme me atormenta. Y estoy en la idea que su búsqueda vendrá al compás del hilo de los días de la infancia. Tan monótonos. Tan frágiles. Tan acertadamente distraídos. Vuelvo a veces a pasear distraídamente por los callizos del lugar. Presiento detrás de cada esquina una señal, un anuncio, una profecía que agote mi búsqueda. Sé que nada es posible. El idealismo perece. Todo es ya canto rodado y moneda de metal. Materia pura. * Escrito por Juan Antonio Garcia Gines. Estudiante de Derecho en Zaragoza.
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