FRANCO, MI PADRE....LA IGLESIA, MI MADRE.. Y LA HISTORIA SE REPITE: Puñetas, que tiempos aquellos, cada vez y todas las mañanas al entrar en clase se ponía el maestro en el umbral de la puerta y en vez de decirle "buenos días", había que decir: "Ave María Purísima" y el maestro contestaba: "Sin Pecado fue Concebida" y yo replicaba "eso es mentira", así estuve una temporada grande, y el maestro tuvo que recurrir a castigarme con trabajo extra, y aquel cabrito de cura me decía: No olvides que El Generalísimo Franco es tu Padre, pues él te da de comer; y la Iglesia tu Madre, ella con su pecho te alimenta de Espíritu.."Que sinvergüenzas eran" "aquellos curillas""esbirros del régimen""servidores del poder". Tantas veces me castigaron que me hicieron aprenderme de memoria esta leyenda que venia en un libro de historia griega. Os lo cuento: LA ESPADA DE BRENO: Los pueblos antiguos tenían unas curiosas costumbres. Una de ellas consistía en lo siguiente: cuando en su territorio ya no había recursos para todos, se reunían unos cuantos y emigraban. Estos emigrantes saqueaban, quemaban y asesinaban a su paso de forma cruel. Una de estas "emigraciones" la hicieron los galos de Francia a finales del siglo V a. de C. Ocuparon el Norte de Italia donde se quedaron tras echar a sus habitantes. Un grupo de estos "emigrantes", los mas aventureros, se dirigieron hacia el sur a las ordenes de Breno, un jefe de tribu de los senones. El año 390 pusieron en fuga al ejercito romano en el rió Alia y acto seguido entraron en la ciudad sin encontrar resistencia. La población había huido, algunos se atrincheraron en el Capitolio y los ancianos que no pudieron ponerse en viaje se reunieron en el Senado y esperaron. Cuando los bárbaros hicieron su entrada en el salón de sesiones, se quedaron pasmados ante aquella impresionante asamblea de ancianos de largas barbas, vestidos con su blanca toga, silenciosos e inmóviles. Parecían estatuas. Uno de los galos tiro de las barbas a Papirio para averiguar si eran viejos de verdad. El senador le respondió dándole un bastonazo. Como castigo los degollaron a todos. Luego intentaron asaltar el Capitolio amparados en el silencio de la noche. Pero los gansos sagrados no dormían como los guardias y se pusieron a graznar con lo cual Manlio Capitolino se despertó y organizo la defensa. Por fin pactaron la retirada a cambio de un montón de kilos de oro y plata. Para pesarlos Breno consiguió una balanza trucada. Los romanos se dieron cuenta y le llamaron la atención; entonces Breno arrojando su espada en el plato de las pesas, dijo: "Vae victis" (¡Ay de los vencidos!). Esta expresión la aprendieron los romanos y en los siglos siguientes demostraron que los vencidos carecen de todo derecho. Llego el Generalísimo Franco Bahamonde y también dijo: (¡Vae victis!), y la historia se repitió. Los vencidos carecéis de derechos.Llego un nuevo Breno Un cordial saludo a todos.........Reum.Altorio.Altori. |