San Esteban del Molar - Zamora

Casi seguro que personas que todo lo guardan tendrán algunas de ellas guardadas en el armario.

Muchos recordarán a sus abuelas con una toquilla, una especie de pañuelo de punto, generalmente de lana, que usaban las mujeres como abrigo y que les cubría los hombros y los brazos.

También a los niños de pecho se los envolvía en una toquilla, aunque esta era, generalmente, de tonos claros. Hoy resulta fácil adquirirlas para los bebés, pero no para las mujeres. En zonas rurales todavía puede verse a algunas mujeres mayores que la usan, pero cada vez será menos frecuente.

Del mismo estilo y casi para los mismos fines es la pelerina. Como la toquilla, también es de punto pero con forma de capa corta y solo cubre los hombros. La usaban las mujeres más dentro de casa que fuera de ella.
Para estar sentadas en la cama, sobre todo después de un parto o para recibir a las visitas cuando estaban enfermas, usaban la mañanita. Era de punto o de tela y les cubría desde los hombros hasta la cintura.

En vez de llevar abrigo, sobre todo en los pueblos, las mujeres llevaban chal. Solía ser de lana o paño y les tapaba todo el cuerpo, desde los hombros hasta la rodilla. Hoy casi todas las mujeres tienen uno (al que llaman también pashmina), pero de seda o gasa, bastante más corto, que llevan como adorno sobre todo en el buen tiempo.

El brasero

LOS modernos sistemas de calefacción han dejado casi en el olvido a los braseros. Aquellos recipientes de metal poco profundos provistos de un foco de calor en el centro usados para calentar un espacio y, muy ocasionalmente, para cocinar. Suelen ponerse sobre una tarima, caja o pie de madera o metal o bien debajo de una mesa.

El armazón o tarima de madera con un hueco en medio, donde se pone el brasero, es la caja. La mesa camilla es un tipo de mesa, generalmente redonda, armada con bastidores y con tarima para colocar el brasero.

Hay diferentes tipos de brasero: la copa, que tiene tiene la forma de copa, y se hace de azófar, cobre, barro o plata, con dos asas para llevarlo de una parte a otra; la escalfeta o brasero manual; la estufilla o brasero de mano; y la rejuela o brasero en forma de arca pequeña y con rejilla en la tapa, para calentarse los pies. Coloquialmente, la acción de remover con el badil (o badila) las ascuas del brasero se conoce como echar una firma.

Pagar la cantarada

Antes era costumbre que un mozo forastero que pretendía cortejar o pedir la mano de una joven del pueblo obsequiara con vino a los mozos del mismo. Esta costumbre, hoy en desuso, se conocía como pagar la cantarada y la cantidad de vino variaba según las zonas. En unas era un cántaro, que, como se sabe, es medida para vino con diferente cabida según las regiones.

En otras el pago consistía en una cántara, una medida exacta de capacidad para líquidos que equivale a 16,13 litros. El momento del obsequio tampoco estaba del todo fijado.

En unos pueblos se pagaba la cantarada cuando el forastero pretendía hablar a solas por primera vez con la joven a través de la reja o a la puerta de su casa; en otros cuando tenía intención de cortejarla; en otros cuando iba a pedirla en matrimonio; en otros era una manera de hacer pública la relación y que fueran considerados novios; y en otros este pago se realizaba cuando ya se habían casado. Si el forastero no cumplía pagando lo estipulado por los mozos del pueblo, estos preparaban una cencerrada con cuernos, cencerros y otras cosas para burlarse de la pareja.

La cantarada se conoce también como bodín, botifuera, rufadera, derecho, cuartillada, patente y piso. Solo estos dos últimos términos aparecen registrados en la última edición del Diccionario académico con la acepción de convite que ha de pagar a los mozos del pueblo el forastero que corteja a una joven. Cuartillada no aparece registrado, pero está muy en relación con cantarada.

La cuartilla (no el cuartillo, que equivale a aproximadamente medio litro) es una medida de capacidad para líquidos equivalente a la cuarta parte de la cántara.

Palanganero, carretón, cárcel

El mueble de madera o hierro, por lo común de tres pies, donde se colocaba la palangana para lavarse, y a veces un jarro con agua, el jabón y otras cosas para el aseo de la persona, se llamaba palanganero, trespiés o aguamanil. Si era un poco más sofisticado, como una especie de mesa, generalmente de madera con repisa de madera o mármol, con jofaina y demás accesorios, se llamaba lavabo (de donde el actual lavabo de los cuartos de baño actuales ha tomado el nombre).

Aguamanil también designa el jarro con pico para echar agua en la palangana, jofaina o pila donde se lavaban las manos y, por extensión, la palangana o pila destinada al aseo.

A los niños que ya se sostenían en pie pero que todavía no se andaban se les ponía en un carretón, que era una especie de taburete sobre cuatro ruedas pequeñas o una caja de madera con un pequeño asiento.

Muy parecido, el antecedente del actual tacatá, era la cárcel, también conocida como andaderas, andador o andaniño. Consistía en un armazón formado por un aro de madera afirmado en cuatro patas con ruedas, que se ceñía a la cintura del niño que estaba aprendiendo a andar, para permitirle el movimiento y ayudarle a mantener el equilibrio.

El capazo o bolso de paja que se utilizaba para transportar los frutos se conoce también como capacho, capacha, serillo o alcahuete.

Útiles de costura

El costurero, cestillo o canastillo para guardar los útiles de costura se denomina también azafate, cefate o guardilla. Se utilizaban agujas diferentes dependiendo de lo que se fuera a coser. Por ejemplo, para coser colchones se utilizaba la aguja colchonera; para coser arpillera y telas gruesas y bastas, la ochavera; la de salmar, de punta achatada, era la idónea para coser sacos, costales y arreos de las caballerías.

El ojo de la aguja, coloquialmente, recibe el nombre de culo.

La almohadilla de tela en la que se clavan los alfileres y agujas que se quieren tener a mano para que no se pierdan es el acerico, pero también se le conoce como alfiletero, alfilitero, aceruelo y, en la zona occidental de la provincia de León, gucheiro.

Un corcusido es una costura de puntadas mal hechas. La costura de puntadas desiguales y mal hechas es un diente. La costura de puntadas largas con que se une y prepara lo que se ha de coser después de otra manera es el hilván o baste.

Cuando la costura hecha muy al borde de la tela en la ropa cosida se abre, desprendiéndose los hilos de la orilla, se dice que la costura nace.

Sobrecargar es coser por segunda vez una costura redoblando un borde sobre el otro para que quede bien rematada.

Los otros nombres de la mariquita

La mariquita, un insecto que a todo el mundo le resulta simpático y que nadie mata porque existe la creencia de que Dios le castigará, aunque es verdad que se alimenta de pulgones, por lo que resulta muy beneficiosa para la agricultura.

A la mariquita se la conoce también como sapita o sapita de Dios.

Una cancioncilla popular para cuando el animal se posa sobre la mano de alguien dice:

«Sapita, sapita,
sapita de Dios,
cuéntame los dedos
y vete con Dios».

Estos son algunos de los nombres con los que se la denomina: carralina, catalina (de Dios), chinilla, abuela, abuelita, campanilla, bicha de Dios, bichito de Dios, coca de Dios, coca panadera, coca paniera, coquín de Dios, coquita de Dios, coquito de Dios, cucaracha de Dios, cuentadedos, gallinita, gallinita de Dios, gargantilla de Dios, juanjuanillo, maragata, margarita, mariposa de Dios, mariposita de San Blas y monjita.

Ninguno de estos términos aparece registrado en el diccionario académico.

Luria, zancada y brazado

Una forma de acercarnos al ser humano es conocer los patrones de medida que este ha usado para contar. En la antigüedad las medidas estaban basadas en cosas familiares, por eso la gente usaba para medir las partes del cuerpo.

Esto les causaba problemas porque no hay dos personas iguales y las medidas resultaban distintas cada vez. Para el comercio, la ciencia y el vivir diario era necesario un sistema de medición fiable y que fuera igual para todo el mundo.

La longitud de los brazos extendidos es una luria, término no registrado en el Diccionario académico.

El espacio entre los pies con las piernas extendidas es una zancada, acepción que tampoco registra el Diccionario.

La distancia que hay desde la extremidad del dedo pulgar a la del índice, separado el uno del otro todo lo posible, es un jeme, jemo u horco.

Un palmo (o cuarta) es la distancia que va desde el extremo del dedo pulgar hasta el del meñique con la mano abierta. El palmo menor es el ancho que dan unidos el índice, el corazón, el anular y el meñique juntos.

La cantidad de leña, palos, mies, hierba, etcétera que se puede abarcar y llevar de una vez con los brazos es un brazado, una brazada o una barcina.

Si la brazada es de leña para quemar, un tajón.

La porción de una masa pastosa que se puede sostener con la mano es una pellada.

Un manojo es lo que se abarca con las dos manos, y la porción de cosa suelta que cabe en ambas manos juntas y puestas en forma cóncava recibe distintas denominaciones, todas ellas documentadas, según las zonas: ambuesta, ambueza, almorzada, almostada, almuenza, almuerza, almuestre, almuezada, almuerzada, almurciada, ambruciada, amburciada, mostada y empuesta.

Chimenea

Dice el refrán que en diciembre se hielan las cañas y se asan castañas. Buen mes, pues, para sacar a relucir términos que tienen que ver con la chimenea.

El vocablo chimenea designa tanto el cañón o conducto para que salga el humo que resulta de la combustión como el hogar o fogón para guisar o calentarse. La que se usa solo para calentarse se conoce como cocinilla o chimenea francesa. Esta última se guarnece con un marco y una repisa en la parte superior. El hueco de la campana de la chimenea es el alcabor; la parte superior de la campana, donde empieza el cañón, la cintura; y la fachada de la campana el manto. El humo sale por el cañón de la chimenea, que también se conoce como humero o chupón.

En el exterior, la parte más alta de la chimenea, que en algunas zonas suele formarse con una teja vuelta hacia abajo o con dos tejas o ladrillos empinados formando un ángulo, para que no entre el agua cuando llueve y no impida la salida del humo, es el caballete. También se llama caperuza a la pieza que cubre la salida del humo y que protege a la chimenea de los accidentes atmosféricos.

La losa o plancha que está detrás del hogar o en la pared de la chimenea, para su resguardo, recibe los nombres de testero o trashoguero. El tiro es la corriente de aire que produce el fuego de un hogar o chimenea. Cuando la chimenea no tira, no despide humo al exterior y se queda en la habituación; se dice entonces que hace humo

Pastoreo

La jerarquía en el pastoreo no es común a todas las zonas. El pastor principal, que a veces se encarga de varios rebaños, es el mayoral (o albarrán en tierras salmantinas).

A sus órdenes está el rabadán, que cuida y gobierna todos los hatos de ganado de una cabaña y manda a los zagales y pastores.

El zagal, conocido también como hatero, sarruján, serroján o zagalillo, está en la última categoría y solía ser un joven principiante.

En algunos rebaños trashumantes iba por delante el sobrado, que era el encargado de las yeguas. Este también debía migar el pan para hacer las sopas con sebo, que terminaba de hacer el zagal.

En el norte de la región castellano y leonesa el criado del pastor es el sarruján. De la servidumbre de la jerarquía da cuenta un dicho que dice: «Más quiero ser pastor de mis diez ovejas que mayoral de mil ajenas».

El conjunto de provisiones que lleva el pastor es la pastorada.

Un rebajo de ovejas en un atajo. En los rebaños de merinas, el grupo de ovejas paridas por primera vez (y que está a cargo del compañero), se llama atajillo.

Al atajillo le sigue el hato, manada o punta, nombre con el que se conoce al grupo de ovejas paridas que van después de las que forman el atajillo y que están a cargo del ayudador.

Un ristrón es el cordero huérfano que sigue a todas partes al pastor que lo cuida. El ahijador es el pastor encargado de cuidar y apacentar las ovejas paridas y las crías mientras están en el ahijadero, atajadizo o desapartadizo, una especie de corral que se reserva para que ahíjen y críen las ovejas. La sacadera es una oveja que se le da de escusa al pastor, como parte de la retribución). Este puede escogerla y sacarla de entre todas las del rebaño.

El aguinaldo

La tradición de obsequiar a unos y a otros con ocasión del nuevo año está hoy bastante extendida en diversas culturas. Su origen está en la creencia de que los mejores augurios para el año que empezaba se atraían creando un flujo de generosos regalos.

En un principio el intercambio de frutos secos y dulces tenía como objeto comenzar el año de la forma más dulce posible.

El vocablo latino que designa el aguinaldo es strena, con el significado de presagio o pronóstico. Cuenta la tradición que Rómulo, el primer rey de Roma, recibió de sus ayudantes el primer día del año unas ramas cortadas de un frutal del bosque de la diosa Strenia. Este obsequio fue recibido como un indicio de buen augurio para el año venidero. Más adelante, este gesto, que recibió el nombre de strena, se transformó en un rito que se celebraba el primer día del año.

En la época romana se generalizó la costumbre de acompañar con regalos (strenae) los buenos deseos y las felicitaciones con ocasión de las fiestas de Año Nuevo. Incluso rendían culto a Strenia, la diosa de la buena salud y de la buena suerte. Con el tiempo los regalos fueron variando y creciendo en importancia, a la vez que fueron extendiéndose por todo el imperio.

En español el Diccionario académico registra la palabra estrena (del latín strena) con el significado de dádiva, alhaja, presente u obsequio que se da en señal y demostración de gusto, felicidad o beneficio recibido.

Podemos considerarlo como un equivalente de aguinaldo. De esta palabra procede el verbo estrenar, cuyo primer significado es hacer uso por primera vez de algo y en el que subyace la idea no solo de principio, sino de buen principio de algo. Es esta idea de comienzo, de buen comienzo del año, la que ha acompañado a los aguinaldos de Año Nuevo.

Interesa destacar aquí que el Diccionario académico también registra como tercera acepción de estrenar –con la marca ant. (anticuada)– la de regalar, galardonar o dar estrenas. Una de las formas más populares de aguinaldo –y que lamentablemente se está perdiendo– es la que practican en algunos lugares los niños y los jóvenes que van en grupo por las casas cantando villancicos y canciones alusivas al aguinaldo acompañados de panderetas, zambombas o botellas de anís vacías que rascan con un cubierto.

Como recompensa, reciben una pequeña donación en monedas o en dulces. Una de las canciones que se cantaban dice así:
«El aguinaldo pedimos, señora, para el niño de Belén: chorizos y longanizas y otras cosas de comer».


La paga extraordinaria de Navidad nació en concepto de aguinaldo que daba el patrón a sus trabajadores. Existía la costumbre de dar un pequeño dinerillo en un sobre con el que el empleado podía comprar algo para sí o para su familia.

Otra forma de aguinaldo, de larga tradición y que goza aún de amplia vigencia, es el del obsequio en especie con productos típicamente navideños como los turrones y el cava.

Las empresas también hacen, en muchos casos, un regalo a sus empleados y clientes especiales. Este aguinaldo navideño puede ser una cesta de Navidad con productos de la época: turrones, cascarillas, galletas, cavas, sidra achampanada, jamones, latas de conservas, licores, etcétera.

Un caso curioso de aguinaldo –que algunos de ustedes recordarán con cierta nostalgia– era el que hace décadas practicaban todos aquellos trabajadores que atendían servicios públicos en contacto con la gente: basureros, barrenderos, faroleros (cuando había que encender los faroles de uno en uno), carteros, serenos o guardias. Estos iban por las casas del barrio donde ofrecían sus servicios repartiendo una felicitación –generalmente en verso– alusiva al servicio que daban durante todo el año, a la Navidad y al derecho que tenían a recibir el aguinaldo y recibían muestras de agradecimiento en forma de regalo o propina.

Hemos podido rescatar un par de ejemplos: una felicitación del barrendero y otra del basurero. La del barrendero dice así:

«Aunque es mi labor oculta
dentro de la gran ciudad
de mi deber os resulta
una gran utilidad.
Los jardines, los paseos,
las calles y las aceras
al cumplir vuestros deseos
las dejo limpias y bellas.
Recojo los restos vanos
de vuestra vida diaria
para con ello evitaros
molestias innecesarias,
y tengáis el rostro alegre
al salir por la mañana.
Al llegar la navidad
con su escoba y con su pala
os desea el Barrendero
unas muy felices pascuas».

En semejantes términos se expresa el basurero:

«Soy factor imprescindible
de higiene y salubridad;
protector indiscutible
de toda la vecindad.
Humilde, trabajador,
os defiendo todo el año
de suciedad y de hedor
que pueden causar gran daño.
Y si os pudiera librar,
igual que de la basura,
del llanto o la desventura,
lo haría sin vacilar.
Una feliz Navidad
y un bienestar duradero
con toda sinceridad
os desea el Basurero».

Y yo a ustedes, lectores, les agradezco su interés por esta columna y les deseo un año de sueños hechos realidad.

La matanza

La matanza es hoy una tradición –recuperada en unas zonas y avivada en otras– que, lejos ya de pretender subsanar la penuria en la que se desenvolvían las economías domésticas, permite reunir a familiares, amigos y vecinos ante un mismo quehacer.

Entre las varias acepciones que el Diccionario académico ofrece del término matanza, nos interesa aquí la tercera: Faena de matar los cerdos, salar el tocino, aprovechar los lomos y los despojos, hacer las morcillas, chorizos, etcétera.

Una vez desangrado el cerdo hay que chamuscarlo (o chamurrarlo, o socarrarlo o somarrarlo) para eliminar las cerdas. Para ello se necesitan chamuscaderas, que son pajas de centeno o de cualquier otro cereal de la zona.

El palo largo con el que se remueven los pajones prendidos para chamuscar al cerdo recibe el nombre de hurgonero. Nada más chamuscarlo se comen todavía calientes las pezuñas, que se denominan también chitas o petaracas. Si salen fácilmente, es indicio de que está bien chamuscado.

Cuando las pezuñas están curadas se llaman cotinos. Una vez que el cerdo está chamuscado y limpio se le cuelga para que se oree.

Es tradición que el día de la matanza se ofrezca a algunos familiares o amigos la colación, ración o bienestar. Esta consiste en una morcilla, un poco de calducho, un trozo de tocino y algún trozo de hueso del espinazo (o comos).

El calducho es el caldo que resulta de la cocción de las morcillas. También se le conoce como caldo mondongo, chichurro y arrapas.

Que tiempos aquellos, ... los del cuple.

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