San Esteban del Molar - Zamora

LAS PUERTAS DEL CAMPO
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Celedonio Pérez

Lo rural como concepto globalizador, como cosmogonía singular, lleva décadas destiñéndose con las lluvias pertinaces que manan, a chorros, en las nubes preñadas por el humo de las ciudades.

Quedan berretes de lo que fue, manchones de un tiempo en que lo que pasaba estaba unido a lo natural, al ritmo que marcaba la vida en el campo.

Hoy no, hoy ese edificio ha perdido la cabeza y las vigas que sujetaban la cubierta se han hundido por el peso del tiempo desdentado. Lo que queda en pie son los palos traveseros, repletos de carrizo añejo y polvo, mucho polvo que huele a humedad y a hongos con hojas como pelos de panza de burro.

La moda de lo rural es otra cosa. Es la gatera por la que huye la necesidad del ser humano por volver a las raíces, al principio. Pero nadie quiere recuperar ya lo que fue universo propio. Lo que quiere el urbanita, lo que queremos, es llevar parte de la ciudad al campo, aprovechar los restos del tinte que han quedado y envolverlos con los colores de grandes almacenes.

Hoy, un grupo de amigos, hablaremos en Fermoselle de la moda rural y de sus consecuencias para el desarrollo local, título en baja que abre el camino al foro de debate que organiza la Asociación Zamorana de Criadores de Vacuno de Raza Sayaguesa, que preside Julio Pordomingo, un colectivo empeñado en mantener un tronco genético tocado de ala, que en comunidades nacionalistas como Cataluña o el País Vasco, estaría en su bandera y que aquí, languidece en los corrales y entre los barrizales.

No es verdad que la ciudad vuelva al campo. La ciudad lo que busca es oxigenarse, curar ese malestar que tiene en el pecho que no se nubla con antibióticos ni aspirinas. Pero para ese mal no hay cura. Habría que cambiar lo vertical por lo horizontal, lo individual por lo colectivo. Y eso no es posible, no hay bálsamo de Fierabrás que haga esas maravillas.

Los pueblos se nos mueren por inanición. No hay jóvenes, no hay gente. No hay trabajo. ¿Que viene ahora? Quizás lugares de recreo para los urbanitas, villas de ocio pensadas para el fin de semana, agricultores y ganaderos a título parcial, todo medio medio, como el Ministerio de Elena Espinosa.

No es que lo de antes fuera mejor. No es que los pueblos de los años cuarenta y cincuenta repletos de gente fueran el paraíso. Había mucha miseria, mucha incultura. Pero había valores, transcendentales para el hombre y la mujer, había un concepto de la vida menos material, más puro. Eso debería haberse mantenido y no poner puertas al campo.

CASTILLA Y LEÓN
Carlos Moro: «El diagnóstico del campo regional es de pronóstico reservado»15.04.10

A pesar de declararse en «dedicación plena» a las labores del Grupo Matarromera, del que es presidente, y de tener poco tiempo para «seguir los detalles de la política agraria», Carlos Moro aseguraba ayer en el programa 'Queremos Hablar del Campo' de Punto Radio, que el campo presenta en estos momentos un «diagnóstico de pronóstico reservado». Necesita «suma atención y cuidado», aunque esto no significa inestabilidad o falta de dinamismo. Al contrario, a su juicio ésta es una etapa «en la que hay que buscar alternativas. El campo tiene que evolucionar y cambiar a estructuras más competitivas». Y dicho esto abrió una retahíla de propuestas relacionadas con el dimensionamiento de las explotaciones; la mejora de los sistemas de regadío, la reducción de las tarifas del agua; la apuesta por las energías renovables, y un largo etcétera que está ligado a la variedad de campos que su Grupo ha abierto en Castilla y León.

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