San Esteban del Molar - Zamora

El día ha sido veinte, veinte de septiembre, y la hora, me dicen, entre la una y las dos.
Al principio de la feria de Logroño se nos ha ido Jose Mari, como una exalación.

Ha dejado un pueblo desolado, a unos hermanos siempre dispuestos y resignados, una viuda inconsolable, y dos chicas muy guapas, llamadas Rocío y Esther.

Hoy de nada sirven las alabanzas, y las condolencias. Sirvan estos versos de Miguel Hernandez, para la ocasión :


Atraviesa la muerte con herrumbrosas lanzas,
y en traje de cañón las parameras;
donde siembra el hombre raices y esperanzas,
y llueve sal y esparce calaveras.

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Tú, el más firme edificio, destruido,
tu, el gavilán más alto, desplomado,
tu, el más grande rugido,
callado, y más callado, y más callado.

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Silencioso, desierto, polvoriento
en la muerte desierta,
parece que tu lengua, que tu aliento,
los ha cerrado el golpe de una puerta.

Chato,amigo,así te seguimos llamando,no por feo sino por guapo,siento muchísimo que te hayas ido antes que yo siendo más joven.

Me acuerdo de aquel año que me acompañaste cuando fui a matricularme,ahora tu familia es universitaria y a mi me hubiera gustado felicitarte personalmente.

Bueno Chato,me despido de ti hasta pronto,que descanses y con tu familia comparto el sentimiento.

Un fuerte abrazo para todos.

Con cariño: Marcelo