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San Esteban del Molar - Zamora

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España > Zamora > San Esteban del Molar
10-11-14 18:10 #12324395
Por:Marceloo

Agüita con Pedro Jota
El estafermo

Por Pedro J. Ramírez

Poco antes de ahorcarse en la calle del Farol Viejo –“la más oscura que pudo encontrar”, según Baudelaire- el extravagante Gérard de Nerval, famoso entre los parisinos por su costumbre de sacar de paseo a su langosta cual si fuera un caniche, escribió algunos de los relatos más inquietantes de la literatura decimonónica.

En uno de ellos aparecía un pobre hombre que sacaba pecho ante su esposa porque había logrado un contrato como estafermo, en un remedo de las viejas justas medievales. Llegaba a casa medio tullido, más vapuleado que un Ecce Homo, pero orgulloso de haber arreado algún que otro guantazo a personas distinguidas, por mor de las leyes de la física.

Originariamente el estafermo era un muñeco giratorio, firmemente plantado en un lugar de la pista del torneo –de ahí la etimología italiana: “sta’ fermo”-, que enarbolaba en un brazo un escudo y en el otro, igualmente rígido, una correa con bolas de hierro o saquillos de arena. Los lanceros debían impactar al galope en el escudo y escabullirse con la suficiente rapidez para no ser golpeados por la espalda, e incluso derribados, por esos objetos contundentes que ellos mismos activaban con su ímpetu.

La naturaleza del estafermo residía en su carácter inerte, en su falta de iniciativa, en su abulia existencial, en su condición tan yerma como yerta, en contraste con la vitalidad actora del jinete. En definitiva tanto el premio, al golpear el escudo, como el castigo, al girar al monigote y convertirlo en traicionero bumerán, dependían del difícil equilibrio entre la contundencia y la agilidad del caballero. Ya en 1611 Sebastián de Covarrubias escribía que el estafermo “algunas veces suele ser un hombre que se alquila para aquello… con que da de reír a los que miran”. Claro: mucha más gracia que el muñeco con apariencia de persona hace siempre la persona con apariencia de muñeco.

Pero si aconsejo acudir a Manzanares el Real, Ferrol o algún otro lugar en los que aún se revive la tradición medieval del estafermo no es para ejercitar la risoterapia sino el análisis político. De hecho fue al ver funcionar el mecanismo en una película de época cuando yo mismo encontré la respuesta al enigma que venía obsesionándome: ¿Cómo es posible que Rajoy tenga tan merecida fama de indolente en el ejercicio de sus responsabilidades y aparezca a la vez rodeado de una aureola de implacable liquidador de antagonistas, a medio camino entre el misterioso anfitrión de la isla de los Diez Negritos y el expeditivo señor Lobo de Pulp Fiction?

Ese modelo no existe en la vida. Nadie es tan zambo para la construcción y tan virguero para la destrucción. El pasmarote lo es igual para lo malo que para lo bueno y el hombre de acción nunca deja de romper huevos al tratar de hacer tortillas. Sólo el estafermo se mueve estándose quieto. Ese es, o más bien eso es, al fin he visto la luz, el Rajoy que nos gobierna: una veleta manejada por el viento, un diapasón que reverbera sonidos externos, un gong sobre el que golpea el mazo ajeno, un pelele en el torneo político que sirve en la misma carambola de saco de las bofetadas y títere de cachiporra

En el fondo tiene razón cuando desvía las culpas de todo a los demás. Porque el Rajoy ejecutivo no existe, no ha existido jamás. A ver, que alguien recuerde algo de provecho o algún destrozo notorio que hiciera como presidente de Diputación, ministro de esto y de lo otro o vicetodo. Rajoy somos los otros: nuestros errores y fracasos, nuestras autodestructivas reglas del juego que han parido una encastada cupulocracia. De la ausencia de los mejores pasamos primero a la presencia de los peores, luego a la nada con gaseosa y en este mascarón de proa ya ni siquiera quedan las burbujas.

Fue al permitir que los partidos usurparan nuestros derechos de participación política cuando fuimos inventando al Rajoy inanimado, el autómata sin iniciativa, el papamoscas de la catedral de Burgos, el hombre sin atributos de Musil, relator de una acción paralela que nunca llega a ocurrir. Ese artefacto, ahí plantado como un guardia urbano con sus guantes, su porra y su silbato, que cuando menos lo esperas te da una leche por la espalda. Pero no es él sino tú mismo con tu exceso de velocidad, tu despiste ante el semáforo en ámbar, tu medio sorbo de alcohol en sangre o tu claxon demasiado ruidoso quien activa el radar del robot, la desalmada retribución del estafermo.

Aznar lo fue llevando de un sitio a otro, plantándolo ora en Administración Territorial, ora en Cultura, ora en Interior sin consecuencia alguna para el Estado. Luego lo eligió sucesor precisamente por eso: porque no existía. ¡Y claro que tampoco fue Rajoy quien ideó, inventó, imaginó o diseñó –palabras ignotas en su léxico- la corrupción en Génova! Pero si se repartían sobresueldos, él ponía la mano, cogía la caja de puros y mañana más; si se cobraban mordidas, él recibía al donante, hablaban de fútbol y mañana más; si el tesorero millonario se veía en apuros judiciales, le mandaba mensajitos de apoyo y mañana más. No iba a ser un estafermo quien alterara el curso de los astros.

El suyo era un escuálido sol de invierno abocado a un fulminante ocaso. En la campaña de 2008 me di cuenta de que hasta en la Plaza del Obradoiro, cuando se le acercaban cariñosos sus paisanos, el rígido autómata, incapaz de toda empatía, movía con dificultad sus articulaciones oxidadas. Bastó que enfrente tuviera a un ser humano, lleno de imperfecciones pero con cierta sangre en las venas y razonable riego cerebral, para que por segunda vez fuera noqueado. No quedaba sino la hierática despedida del balcón de Génova.

Pero esa noche cuando Faetón ya encerraba su carro en la estrellada cochera y se aprestaba a enviar a la hojalatería aquellas chapas, cables y tornillos de su recogida póstuma, tres compinches muy dispares –Gallardón, Arenas, Camps- y un avariento e insaciable Stromboli, empeñado en extraer hasta el último euro negro de su imaginativo invento, “la marioneta sin hilos”, convencieron a un prejubilado vocacional, con igual nombre que el estafermo, para que ocupara su lugar. Y lo alquilaron enseguida.

Ahí fue cuando se jodió el Beluchistán. Diríamos que Rajoy empezó a hacer de Rajoy como Pierre Menard comenzó a escribir el Quijote. En ambos casos la copia fue escrupulosa pero la diferencia estaba en el original y el amanuense: lo que va de Arriola a Borges. La catástrofe sobrevino cuando el humano cejialto sucumbió en Pearl Harbor, el PSOE sacó del desván a un paquete perdedor, y el sosias del maniquí barbudo llegó a la Moncloa con mayoría absoluta.

Apenas los serviles ministriles, embutidos en sus refulgentes libreas de colores, habían hecho sonar las trompetas y atabales que anunciaban el inicio de la justa cuando, sin comerlo ni beberlo, el estafermo nos propinó su primera descomunal galleta. Resultaba que el déficit público y las exigencias europeas habían impactado en el escudo y el Rajoy de carne y hueso que, como el personaje de Nerval se pavoneaba ya en familia, reaccionó con el mismo automatismo con que lo hubiera hecho el Rajoy de madera de alcornoque: impuestazo y tente tieso. Poco después los etarras golpearon el escudo con los aldabonazos de los siniestros compromisos adquiridos y el brazo rígido del estafermo repercutió sobre la parte de atrás de la cabeza de las víctimas, reinsertando a sus verdugos, incluido el abominable Bolinaga.

Desde entonces todo ha seguido la misma pauta. Tenía razón Lucía Méndez el otro día: Rajoy ha nacido para hacer de Rajoy. Nunca podrá imitar a otro muñeco. El día que lo parieron Proteo se había ido de parranda. Fijémonos en el maquinismo de su conducta inane durante este último remedo de rebelión de los catalanes: convocatoria, impugnación… convocatoria, impugnación… ding, dong… ding, dong, PF1 insertar. “No puedo hacer otra cosa”, alega el estafermo. Cada vez que oye “dominus vobiscum”, va y responde “et cum spiritu tuo”.

Ahí tenemos al brazo listo y al brazo tonto de la ley, empalmados en un mismo priapismo. Por eso lo de hoy está a la vez prohibido y permitido. ¿Política… quién dijo política? ¿Reformas… no las hicimos ya en Génova? ¿Artículo 155… a qué libro de salmos pertenece eso? Cada vez que habla en público se escucha la misma canción: “Soy tan sólo una muñeca que no sabe de amor/ soy de cera, soy de trapo, pero no de salón/ Mi vida es dulce como un bombón/ Poupée de cire, poupée de son”.

A pesar de su leyenda negra, ni siquiera es un malvado. El mal necesita esmero y diligencia. Si te da con la estaca es por inercia. Le sacas los SMS en portada y eres tú mismo el que activas, con ese idealismo que te lleva a ir a por todas sin cubrirte las espaldas, el código rojo de las defensas nucleares que manejan al unísono el poder político y el económico. ¡Cuántos de los implicados en mi acoso y derribo no se arrepentirán ahora, a la vista de este CIS que augura lo peor, por haber desaprovechado aquella ocasión en la que tuvieron a huevo rescindirle el contrato al estafermo!

Dice Pérez Reverte que “Rajoy parece una liebre paralizada en una carretera ante los faros de un automóvil” y yo disiento. La parálisis requiere movimiento previo. ¿Rajoy una liebre, querido Arturo? Ni a conejuelo de gazapera llega. ¿Cuándo le has visto brincar, recortarse, emprender carrera alguna hacia ningún sitio? Para mí que es el crustáceo exánime, esa palinurus interruptus que arrastraba Nerval simulando que había tracción entre sus pinzas.

La ansiedad social por el hecho de que Rajoy no reaccione ante ningún desastre recuerda el momento del reinado de Carlos II en el que se decía que el monarca tomaba decisiones bajo el influjo de un encantamiento. El remedio fue, según relata Carmen Sanz Ayán en su fascinante estudio sobre el teatro palaciego de la época, encargar un comedia, titulada “El hechizo sin hechizo”, en la que “se desmitificaba la magia como algo que pudiera determinar la conducta del ser humano”. La representación acreditó la verdad. Nadie había suministrado a Carlos II filtro o bebedizo alguno -en realidad no hacía falta- pero aquel último Austria, tan débil de voluntad como de remos, pasó a la Historia como “El Hechizado”.

No le demos más vueltas. Esto ya no se arregla a bocinazos. El estafermo siempre permanecerá estólido en su estrago. Lo suyo no es coyuntural sino ontológico. En lo que sí tiene razón Pérez Reverte es cuando añade que “lo malo es que nos van a atropellar a todos”. Por eso no veo más salida de emergencia que la de la calle del Farol Viejo, tal y como la dibujó Gustave Doré, con la trompetera parca arrastrando hacia al más allá no sólo el alma del finado sino también las de todas sus hechuras de ficción
Puntos:
11-11-14 00:36 #12324832 -> 12324395
Por:bbbb-8

RE: Agüita con Pedro Jota
Pobrecito Mariano....sois de una crueldad tremenda. ¡¡¡ Con lo mal que lo está pasando y no tenéis caridad cristiana con él!!!.
Mariano resiste estoicamente y es fiel a los suyos hasta el final. Se ha empeñado en imitar a Cristo y podría ser que muriera, traicionado por lo suyos, entre ladrones como Nuestro Señor.

Hoy solo le han salido dos peces gordos más en la lista de imputados: Esperamos que sus jueces sean benevolentes con ellos habida cuenta de que uno de ellos se lucró de fondos públicos con la visita del Santo Padre a España.

¡¡¡ Viva Mariano !!!

Pero si puede ser que viva lejos de nosotros.
Puntos:
11-11-14 14:07 #12325201 -> 12324832
Por:Marceloo

RE: Agüita con Pedro Jota
Agüita con Pedro Jota

Pedro Jota es un hombre de una imaginación portentosa, como diría mi amigo Antonio Rabanales no le cabe en la cabeza, por eso Jota la utiliza mal, hace un uso interesado y a veces disparatado de la misma.

Pedro Jota como periodista andaba siempre a uvas, pero se le ocurrió probar suerte con los GAL, lo llamó periodismo de investigación, disertaba revolviendo los temas que ya había tratado la prensa de Euskadi un año antes. Parece que era muy aficionado a las intrigas y el suspense, dejaba los asuntos a medias y luego remitía a su continuación. Planes en una emisión bíblica de la radio en Zamora decía:¿"Matará Caín a Abel?. Atención al próximo programa". De la misma manera Jota pronosticaba que caería alguien que ya estaba criando malvas.

Pedro Jota era muy diestro en la discusión capciosa, la presentaba como sutil e ingeniosa, hasta que don Luis del "Colmo" le enmendó la plana llamándole embustero y mentiroso.

Jota podía haber probado suerte con la novela negra, habida cuenta de su desproporcionada imaginación y sus cualidades marrulleras, pero le dio por intrigar con su idea conspirativa del 11-M de Atocha y presentó una alambicada confabulación de algunos funcionarios de la policía, fue desautorizada por el juez Javier Gómez Bermúdez sin que Pedro Jota se diera por vencido.

Los seudo- revisionistas históricos encabezados por Pío Moa fusilaron y tergiversaron los textos de don Geraldo, Gerald Brenan, para justificar el golpe de estado franquista. Pedro Jota descubrió su vena histórica, se puso manos a la obra y escribió un libro sobre la Revolución Francesa, "El primer naufragio", de dicado a la toma del poder por parte de los jacobinos.

Jota encontró la solución a la cuestión española y catalana de una tacada, haciendo uso de su imaginación y la ingeniosidad de sus ocurrencias dijo, "agua va" y quiso resucitar a Cambó, ministro conservador catalán de Alfonso XIII, que acuñó la expresión de "hecho diferencial catalán" y terminó apoyando el golpe cuartelero de Franco. Pedro Jota además de hacer volver a la vida al prócer fascista catalán y utilizando la transmigración de las almas lo reencarnó en el conservador democristiano catalán Duran i Lleida, que sería ministro del Gobierno Central presidido por la condesa Esperanza Aguirre, después de desplazar a Mariano con la ayuda de Vidal-Quadras entre otros. Duran i Lleida como buen catalán analizó la relación calidad precio de la propuesta y no le salían las cuentas, pero seguía haciéndose querer hasta que se le hincharon los gabirolos a Mariano y pidió a Angelo Provasori, presidente de Mediagroup, que defenestrara a Pedro Jota.

Jota salió haciendo fu como el gato y arremete contra las facultades intelectuales y mentales de Mariano, de gobernante tiene muchas luces para mejorar a la oligarquía contra los derechos del pueblo, pero cuando Pedro Jota le llama estafermo no le acusa de neoliberal sino de flojo ejerciendo el mando.

Pedro Jota ha declarado recientemente que si se encontrar en una situación determinada, se refiere al paro, comprendería a Podemos. Todo lo que han dicho los plumíferos contra Podemos me ha reconfortado, me hace desear lo que algunos temen, sobretodo si le corta las alas a la oligarquía depredadora. Pero si se pone Jota junto a mi me veré obligado a echarme a un lado, me sentiría seriamente preocupado.

Sigo esperando que Podemos convoque movilizaciones en la calle, porque es preceptivo ganar la calle antes de ocupar los despachos.

Marcelo Rodríguez Santiago.
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