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15-09-14 17:22 #12233502
Por:Marceloo

Artículos de Alberto Piris
Alberto Piris

Es General de Artillería en la Reserva y Diplomado de Estado Mayor.

Ingresó en la Academia General Militar de Zaragoza en 1950.

En sucesivos empleos militares se especializó en técnicas electrónicas, artillería antiaérea y misiles. Siguió varios cursos de formación en España y en EEUU, donde se también se graduó como piloto de la Aviación del Ejército.

Se diplomó en la Escuela de Estado Mayor del Ejército y desempeñó diversos destinos en la Administración Central del Ejército y en la Junta de Jefes Estado Mayor.

Durante varios años ejerció el profesorado en varios centros de enseñanza del Ejército. Como Agregado Militar, Naval y Aéreo en Bruselas siguió la evolución de los ejércitos de la OTAN y del extinto Pacto de Varsovia.

Actualmente colabora con el Centro de de Educación e Investigación para la Paz (CEIPAZ – - perteneciente a la fundación “Cultura de Paz”).

Ha dado conferencias en universidades españolas y extranjeras, ha presentado informes ante comisiones del Congreso de los Diputados y del Parlamento Europeo como experto en materias de defensa, y colabora en prensa, radio y televisión, en España y en otros países.

Le fue concedido el premio “Joan XXIIII per la Pau 2001″ del Instituto Víctor Seix de Polemología
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15-09-14 17:27 #12233507 -> 12233502
Por:Marceloo

RE: Artículos de Alberto Piris
El viejo cañón

¿Engañar para defenderse?

Alberto Piris

En la pugna que enfrenta a Rusia con EE.UU. y la Unión Europea, en torno a lo que está ocurriendo en Ucrania, el uso de la mentira y el engaño es ya habitual. Cosa, por otra parte, nada nueva y que tiene precedentes en anteriores conflictos. Recordemos las imágenes fabuladas por la CIA para que el bueno de Colin Powell engañara en febrero de 2003 al Consejo de Seguridad de la ONU mostrando las malignas armas de destrucción masiva que no tenía Sadam Husein.

Esto no solo se refiere a lo que publican los medios de comunicación más prestigiosos, sino también a las declaraciones de políticos y gobernantes. No hace mucho, un alto cargo civil de la OTAN manifestó públicamente su indignado escándalo porque la anexión rusa de Crimea constituía “el primer caso de ruptura violenta de un Estado europeo desde que acabó la Segunda Guerra Mundial”.

Tan tonante grito de alarma revelaba una notable ignorancia o, quizá más acertadamente, una malevolencia culpable destinada a excitar a la opinión pública contra el perverso “dictador del Kremlin”. Porque la reciente historia europea nos dice que en 1999, precisamente con ayuda de los bombarderos de la OTAN, se procedió a desgajar la provincia serbia de Kosovo de la entonces todavía República Yugoslava, en lo que sí fue el primer caso de “ruptura violenta” de un país europeo tras la 2ª G.M.

¿Por qué la OTAN actúa de modo distinto en Serbia y en Ucrania? Convendría explicar a la opinión pública por qué la Alianza colaboró con su fuerza militar a la independencia de los kosovares, que no deseaban ser gobernados desde Belgrado, y ahora se ha alzado contra los ucranianos prorrusos, que sienten análogo rechazo por el Gobierno de Kiev y vuelven sus ojos hacia Moscú. ¿Tan distintas son las razones esgrimidas en ambos casos? No lo son: el factor determinante es la proximidad o lejanía de Moscú de unos y otros y la predisposición antirrusa incrustada en el ADN de la Alianza Atlántica y que determina eso que pudiera llamarse filosofía otánica.

No muy distinta malevolencia mostró el presidente saliente de la Comisión Europea, Durão Barroso, cuando ante los jefes de Estado europeos reunidos en Bruselas declaró que en una conversación privada Putin le había amenazado con tomar Kiev en dos semanas si así lo deseara.

Sacada fuera de su contexto original, la frase resultaba tan amenazadora que el propio Barroso hubo de rectificar poco tiempo después, al advertir su error. Lo que Putin realmente había dicho es: “[Los ucranianos] dicen que hacen la guerra contra Rusia, pero si estuvieran luchando contra Rusia, en dos semanas yo habría invadido Kiev”.

Se ha cerrado también para muchos medios de comunicación la posibilidad de seguir culpando sin pruebas a Rusia del derribo del vuelo MH17 de la Malaysia Airlines, una vez que el resultado de las investigaciones deja en el aire la duda sobre su autoría. Lo que ha inducido al ministro ruso de Asuntos Exteriores a denunciar la súbita “falta de interés occidental” por seguir investigando el hecho, ahora que las sospechas se alejan de Moscú.

En vista de todo lo anterior y dado el interés manifiesto de la OTAN por encontrar un motivo que la resucite y le permita recuperar su viejo papel de bastión occidental ante el peligroso oso ruso (y que a la vez reavive para la sempiterna tecnocracia de la defensa el prestigio perdido en aventuras fracasadas), ha agitado el señuelo de la presencia de vehículos acorazados rusos en Ucrania, exhibiendo unas fotografías de satélite. Se trataría de denunciar un potencial conflicto, como el de los misiles soviéticos en la Cuba de Castro, que puso al mundo al borde de la guerra nuclear. Por asustar, que no falte nada.

Es innegable y fácil de entender que Rusia tenga intereses propios en Ucrania oriental -no compartidos ni por Europa ni por EE.UU.- y que, por eso, apoye a los prorrusos sublevados contra Kiev. Como también EE.UU. y Europa los tienen en Oriente Medio y por ello el presidente francés ha declarado recientemente en Le Monde que Francia envía armas a “la rebelión siria democrática”, de la misma manera como la Unión Europea sugirió a sus miembros armar a los combatientes kurdos contra el Estado Islámico.

Estamos otra vez ante el doble lenguaje que tanto ha confundido a la política internacional: los sirios alzados contra su presidente son “rebeldes demócratas” a los que hay que apoyar, y los ucranianos que no desean ser gobernados desde Kiev son tachados de “separatistas terroristas” a combatir porque, además, son apoyados por el “dictador” Putin.

Como arriba he apuntado, toda “tecnocracia de la defensa”, en tanto que exista como tal, necesita un enemigo para crecer y prosperar: sea la del Pentágono, la de la OTAN o la de Moscú. Dejar en sus manos el desarrollo de los acuerdos o contactos diplomáticos que hayan de conducir a la paz o al entendimiento entre rivales es un error de incalculable estupidez. El viejo Cicerón lo dejó dicho: Cedant arma togae: que las armas dejen paso a la toga, los cañones callen ante la diplomacia y la fuerza se incline ante la razón. Seguiremos esperando a que alguna vez esto se haga realidad.
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15-09-14 17:33 #12233515 -> 12233507
Por:Marceloo

RE: Artículos de Alberto Piris
El viejo cañón

El ‘califato’: ¿legado de Bush y Cheney?

Alberto Piris

El llamado ‘califato’ islámico, que estos días trae al retortero a gobernantes y analistas políticos además de extender una nueva guerra santa por tierras mesopotámicas, es resultado obligado de aquella aventurera política militar del Pentágono, en los tiempos de Dick Cheney, y de la arrogante ignorancia de quien ocupaba la Casa Blanca: el iluminado George W. Bush.

El paseo militar aliado por Irak en 2003 arrasó Bagdad, desmanteló el ejército iraquí y las estructuras de gobierno del país, que se llenó de bases militares extranjeras, y aceleró los sueños de un largo y duradero dominio político de Occidente sobre Oriente Medio, incluyendo sus recursos petrolíferos. El fracaso final de la aventura creó en Irak un acusado vacío de poder que inevitablemente atrajo a un sinnúmero de grupos extremistas que aspiraban a llenarlo.

Cuando Bush y Cheney desencadenaron la guerra global contra el terrorismo, Al Qaeda tenía unos pocos campos de entrenamiento en Afganistán y ciertos apoyos repartidos por el mundo. Ahora, tras las fracasadas guerras en Irak y Afganistán y el no menos inútil bombardeo de Libia, y tras años de ataques (con drones o sin ellos) contra varios países orientales, los grupos que proclaman la yihad han arraigado en Pakistán y Yemen, se extienden por África y el llamado ejército del Estado Islámico (EI) ocupa ya vastas zonas en Siria e Irak, donde avanza dejando tras de sí un rastro de sangre y violencia y haciendo añicos los restos del colonialismo europeo: las fronteras y los Estados artificialmente creados por Francia e Inglaterra tras la Primera Guerra Mundial.

Obama ordenó ataques aéreos para frenar el avance del EI en el Kurdistán iraquí y evitar la pérdida de su capital, Erbil, y ha mostrado su voluntad de hacer lo mismo si Bagdad es amenazada. Sorprende que la política de Washington en Siria vaya en sentido opuesto a la que aplica en Irak, pues el principal enemigo del EI es allí el Gobierno de El Asad, que EE.UU. también desea derribar. El embrollo se complica al constatar que Europa, con el apoyo (sobre todo financiero) de Arabia Saudí y algunos estados petroleros del Golfo, pretende también derrocar a El Asad, en lo que coincide con el EI y otras fuerzas yihadistas que operan en Siria.

La política de Obama conduce, pues, a combatir al ejército del EI en Irak y luchar a su lado en Siria; o dicho de otro modo, a sostener el Gobierno iraquí y atacar al Gobierno sirio con ayuda del EI. Lo que se consigue en último término es que los combatientes del supuesto califato jueguen con dos barajas y transfieran efectivos entre uno y otro país según les convenga. Algunos misiles antiaéreos entregados por las potencias occidentales a los yihadistas opuestos a El Asad han reaparecido en manos de los invasores de Irak, amenazando a la aviación de EEUU que allí actúa.

La causa de esta confusa situación es que EEUU y otros países occidentales siguen considerando a Al Qaeda como el principal enemigo a derrotar. Si algún grupo yihadista se declara enemigo de Al Qaeda -como ha sucedido en Siria-, puede llegar a ser apoyado e incluso rearmado por Occidente.

El origen del problema está en que Al Qaeda se ha transformado, pasando de ser una organización, mejor o peor estructurada, a convertirse en una idea, un credo religioso, un banderín de enganche. Lleva consigo la aspiración a un Estado islámico que imponga la sharia, donde la mujer permanezca subyugada y la guerra santa tenga también como enemigo al chiismo, esos herejes cuya destrucción exige el islam. Propugna también el fanatismo religioso que induce al terrorismo suicida.

Pero muchos Gobiernos occidentales prefieren imaginar a Al Qaeda como un ‘mini-Pentágono’ (expresión que tomo prestada a Patrick Cockburn) con su cadena de mando, lo que facilitaría localizarla y destruirla -aunque se reconstruyese después- pero contra la que seguiría siendo razonable hacer la guerra. Sin embargo, un movimiento ideológico que brota espontáneamente en distintos lugares y asume variadas máscaras en cada momento es un enemigo contra el que muy pocos estados mayores desearían planificar una guerra. Obama se colgó las medallas por la muerte de Osama Ben Laden, pero ésta apenas tuvo repercusiones en los grupos yihadistas, que desde entonces se han multiplicado y extendido.

Lo aquí comentado sería imposible sin una financiación abundante y continuada que, según muchos indicios, procede de Arabia Saudí y ciertos Estados del Golfo. Otros Gobiernos, como el de Pakistán, han apoyado el nacimiento y desarrollo del yihadismo. Pero entre ellos hay importantes aliados y socios (políticos y comerciales) de EEUU, que condicionan su política exterior tanto como Israel. En un telegrama de 2009 revelado por WikiLeaks, la Secretaria de Estado Hillary Clinton señalaba que los donantes saudíes eran la principal fuente de financiación del terrorismo suní en todo el mundo; en otro cable de la misma época se definía la política exterior saudí como ‘anti-chiismo’. No faltaron, pues, avisos anticipados. Pero, como en ocasiones anteriores, para EEUU y sus aliados resulta más práctico apoyar al aliado que perderse en los vericuetos de la justicia, la moralidad o los derechos humanos a los que tanta retórica dedican.
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20-09-14 01:56 #12238526 -> 12233515
Por:Marceloo

RE: Artículos de Alberto Piris
¿Podrá Podemos?

Alberto Piris

República.com

El fenómeno social y político de Podemos merece ser observado con especial interés, aunque solo sea por las ásperas reacciones y la proliferación de insultos y calumnias que la presencia de sus figuras más conocidas suscita en los principales medios de comunicación y en la clase política tradicional, esa que nos viene gobernando desde la Transición.

Tanto por su repercusión en el espectro político español -bruscamente trastornado tras las últimas elecciones al Parlamento Europeo- como por el impacto que su aparición ha causado en todos los estratos de la sociedad (desde los más desfavorecidos hasta el famoso banquero que, poco antes de morir, mostró su preocupación por el auge de Podemos), se trata de uno de los más destacados acontecimientos de 2014, año que presumiblemente va a batir el récord de eventos políticos reseñables en nuestro país.

Los 1,2 millones de españoles que han apoyado el rápido crecimiento del nuevo partido político no votaron a una ridícula caricatura como la mostrada malévolamente por sus rivales -para unos de carácter chavista, para otros castrista, anarquista, comunista- sino que lo han hecho movidos por el evidente y grave agotamiento democrático del Estado que nació con la Transición y cuyas consecuencias sufren directamente en el día a día de sus vidas.

Si no hubiera más razones, para conceder un crédito inicial a Podemos debería bastar la insistencia mostrada por sus portavoces en avanzar por el camino de una auténtica regeneración democrática. No como la que retóricamente propugnan en ocasiones -cuando ven las orejas al lobo- los partidos en el poder, que han dispuesto de largos años para mostrar su voluntad de cumplir lo prometido y tan poco han hecho en ese sentido.

Podemos llegó al pelotón de cabeza de la carrera política española sin haber desarrollado todavía un programa concreto. El pueblo que les apoyó buscaba decencia, renovación y fiabilidad, cosas que no ha encontrado en la clase política ya instalada en el poder o en sus cercanías, y que se resiste a cambiar las reglas de un juego que le beneficia en todos los aspectos, incluida la metastásica corrupción institucional.

Podemos anuncia la celebración de un complejo proceso asambleario para debatir la forma en que se articulará como partido político y para tomar postura conjunta ante las cuestiones más acuciantes que penden sobre la política española, como la evolución del conflicto entre el Gobierno español y la Generalitat catalana o el ciclo electoral que se anuncia para 2015.

Como hace unos días declaró Pablo Iglesias, el desafío que afronta Podemos es asumir la necesidad de organizarse y, a la vez, no frenar la capacidad de discusión y la participación democrática de sus afiliados en la toma de decisiones. Todo ello en aras a una mayor eficacia: Podemos tiene que ser un instrumento fundamental para el cambio en España y no sólo para la deliberación y el debate interno.

Pero cambiar a España requiere un proceso constituyente, y para hacerlo posible hay que modificar la estructura del poder político. El camino más viable, a pesar de sus contradicciones y dificultades, es acabar, por vía electoral, con el sistema político creado en 1978 y con el juego partidario que ha funcionado hasta la irrupción de Podemos.

Es fácil para todos entender que si en España aparece una nueva fuerza política en el Gobierno o en la oposición, capaz de romper con el modelo de la tradicional coalición, se abrirán nuevas y esperanzadoras posibilidades de cambio, aunque no exentas de riesgos y fracasos.

Las propuestas de Podemos son ambiciosas: Proponemos una reforma fiscal justa que haga que las rentas más altas paguen más, proponemos una auditoría y una quita de la deuda pública, proponemos proteger los servicios públicos, proponemos combatir la corrupción, proponemos una política exterior respetuosa con los derechos humanos. Nada extraordinario, nada que no pudiera formar parte del programa ordinario de una socialdemocracia reformista, muy alejada de las ideas revolucionarias que pretenden endosar a Podemos los que temen su éxito.

De nuevo habla Iglesias: El desafío de Podemos será conquistar por la vía electoral el poder político para una política de transformaciones. Todo eso plantea enormes dificultades y escenarios muy complejos. Pero, desde luego, del mismo modo que podemos ganar, podríamos no ganar. Así pues, necesitamos prudencia, humildad y seguir trabajando.

Se podrá coincidir o no con la ideología y la práctica del nuevo partido político que apunta en España, pero no se le puede negar su esforzado intento de regeneración política desde nuevas coordenadas, tan benéfico como la entrada de aire limpio en una atmósfera contaminada. Podrá fracasar en el intento, pero el oleaje que ha levantado en el lago político español no se encalmará prontamente y las semillas de su sueño ya están plantadas. ¿Podrá Podemos hacerlas germinar?
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21-12-14 15:37 #12384621 -> 12238526
Por:No Registrado
RE: Artículos de Alberto Piris
La realidad y el deseo

Alberto Piris

República.com

Alberto Piris
General de Artillería en Reserva

Nota: El artículo de Alberto Piris no puede aparecer el Foro porque lo rechaza, la verdad no sé por qué, responde: "argumentum ad hominem".

Felicito y doy las gracias a Alberto Piris por su digno e indiscutible artículo.
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