25-08-05 16:22 | #98440 |
Por:No Registrado | |
Violencia juvenil He visto en televisión que un niño de nueve años apuñaló ayer a otro de doce, el cual, afortunadamente, ya salió del hospital. Esto es un síntoma importante de cómo se cuece el mundo actual, y además no considero que éste suceso sea aislado o puntual. Entre algunos síntomas que se desprenden de la noticia, destacaré los siguientes puntos para discutir en el foro: a) Desaparición progresiva de la etapa infantil y juvenil, a causa de diversos factores, entre ellos, la absorción del tiempo cronológico y kairológico producida por el capitalismo, que convierte a los niños en incesantes consumidores de vacíos múltiples. b) Despreocupación de la educación en valores fundantes para fortalecer una sociedad democrática, tales como la paz, el respeto y la fraternidad. c) Inflación del "tener" en el ámbito del "ser": la riqueza de éste queda sustituida por los productos materiales; fulminación incesante de valores espirituales como la comprensión, el amor, la concordia, el esfuerzo, etc. d) Supresión del castigo en la educación. Es forzoso, necesaria y preciso castigar y coaccionar en un mundo en el que hay que elegir: vivir es elegir y elegir es coaccionar. La ausencia del castigo en el ámbito pedagógico conduce a la supresión de valores absolutos como "bueno" y "malo". Si no hay nada "malo" entonces todo es "bueno". e) Excesiva violencia en la televisión. Un asunto muy típico y tópico, pero que nadie resuelve. f) Sobrecarga en la educación institucional, a saber, las escuelas, y despreocupación educacional en el ámbito familiar. g) Acento mayúsculo en la educación "racional" y ausencia radical de la educación pasional, a saber: la del corazón. Menos matemáticas y más educar los sentimientos. h) Transmisión de valores perjudiciales para la salud anímica como la competencia y la deslealtad. i) Apoteósis del individualismo en detrimento del comunitarismo y lo intersubjetivamente compartido, querido y sentido. j) Desnaturalización de los papeles materno y paterno: la "matria" es la matria (matriz) y el padre es la patria. k)Lo que usted pueda añadir. Saludos. | |
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25-08-05 19:34 | #98511 -> 98440 |
Por:Mariano Estrada ![]() ![]() | ![]() ![]() |
RE:Violencia juvenil Es una enumeración tan prolija y exhaustiva que es difícil añadir algo más, si se quiere evitar la redundancia. La lástima es que haya tantas razones que apoyen tu afirmación de que el mundo se cuece muy mal, lo que quiere decir que caminamos por derroteros equivocados, por no decir subvertidos y perversos. ¿Vamos realmente hacia la deshumanización? Quiero decir: ¿se invertirán de tal modo los sentimientos que pueda producirse la eliminación de la responsabilidad? No sé, Agustín apunta a la educación como causa de nuestros males, los que tenemos y los que se nos vienen encima, y creo que da de lleno en la diana. Yo escribí un artículo hace tiempo en el que afirmaba, entre otras cosas, que la cultura atenuaba la violencia. Pero la educación, que es previa, tal vez la determina. Lo dejo aquí por si aún puede valer a alguien de algo. Un análisis clarividente, Agustín. Poco o nada añadirían las matizaciones que se puedan hacer a algunos de tus epígrafes. Sin embargo, hay una cosa importante que echo en falta, al menos explícitamente, y es ésta: dado que no te circunscribes al ámbito infantil, sino también al juvenil, en algún punto de la transformación intervienen radicalmente las drogas. Y aunque implícitamente pueden estar incluidas en ese cajón de sastre que has llamado “vacíos”, son tan determinantes en muchos casos que merecen al menos un renglón en tu ya larga lista. Por lo tanto, añado: k.- Incitación a las drogas para la creación de paraísos artificiales antes de la conformación de la personalidad. Un abrazo VIOLENCIAS Si se acepta la coexistencia del bien y del mal en la radical esencia del hombre, por decirlo en un lenguaje orteguiano, también hay que aceptar que ésta no puede eliminarse de su comportamiento mediante un simple acto de voluntarismo. Es cierto que la cultura, asimilada con verdad y con tiempo, va dulcificando el componente meramente instintivo en beneficio de una progresiva racionalidad, de la que suele derivarse una disposición intelectual hacia el bien (comportamiento ético), pero no es menos verdad que un gato acorralado pierde en un instante su más civilizada mansedumbre. Con menor justificación, a veces sin ninguna, un futbolista puede plantar los tacos de sus botas en la cara de un contrincante o un profesor de ética liarse a bofetadas, ya que no a tiros, en la tensa desesperación de un semáforo. Ahora bien, ¿qué se puede esperar cuando la cultura no sólo no actúa como bálsamo, sino más bien como estímulo del componente mefistofélico, que es un nombre del mal en las profundidades goethianas? Pues puede esperarse de todo, desde el vandalismo callejero a la vil puñalada trapera o al espeluznante tiro en la nuca. ¿Cómo se consigue todo esto? Muy fácil: si de niños nos inculcan que los africanos son ogros que, además de practicar la antropofagia, vienen en pateras a quitarnos el pan, probablemente odiemos a los africanos. Y si el ogro es España , en el caso de regiones con aspiraciones independentistas, entonces odiaremos a los españoles. Pero éstos son ejemplos de un ogro que tiende a lo infinito. No se olvide que la cultura puede ser, de hecho lo es con frecuencia, falsa, sectaria y dirigida. Y más en una época en la que existe un confusionismo interesado y de esta buena señora se ha prostituido hasta el nombre. ¿Por qué, si no, hablamos de la cultura del pelotazo? ¿Alguien puede creer que el pelotazo registra el más mínimo atisbo de cultura? ¿Cómo llamaremos entonces a la delincuencia? En fin, lo que trato de decir es que, a menudo, bajo una vitola de normalidad educativa o pedagógica hay un dirigismo solapado y eficaz que pone en las conciencias unos tintes de odio. Si a ello le sumamos ingredientes como el paro, la humillación, el hambre, la desigualdad, el abuso, el analfabetismo... Sí, son muchas las cosas que pueden inducir a la violencia, pero nosotros, las personas acomodadas, los anónimos corrientes, los que estamos por encima de la necesidad, casi en las proximidades del despilfarro, ¿no somos responsables de algunas? Por ejemplo: ¿De veras nos mueve a compasión el infortunio del prójimo?¿Nos alegra, tal vez tomar el ascensor con el vecino? ¿Comprendemos el dolor de los demás, su llanto, su desgracia? ¿Compartimos su felicidad y su risa? ¿Respetamos la otredad, que es la necesaria prolongación de nuestro propio respeto? ¿Nos sentimos avaros de nuestra cuota de riqueza? ¿Lo somos en realidad? Frente al harapo y al hambre, ¿renunciamos siquiera a lo accesorio? ¿Amamos de verdad a nuestros hijos, o acaso odiamos en ellos nuestro más rotundo fracaso?¿Es tan necesaria la competitividad que aceptamos como buena la zancadilla?¿No es escaso el tiempo de la contemplación y la calma? ¿Miramos alguna vez hacia adentro?¿No somos, quizás, excesivamente agresivos, superficiales y al mismo tiempo egoístas? Y siendo, como es, que tenemos culpa, ¿tenemos toda la culpa? Mariano Estrada | |
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26-08-05 01:07 | #98626 -> 98440 |
Por:No Registrado | |
RE:Violencia juvenil Agustín, lo importante está recogido muy bien en tu exposición. Yo añadiría unos casos más prácticos: L. La falta de tiempo, las prisas = microondas. La buena olla requiere 3 horas. M. La soledad del estudiante. Ve a sus padres tan poco, que estos no tienen tiempo de escuchar sus angustias, que, como sabéis, le pueden llevar al suicidio N. Históricamente, los abuelos han tenido mucha importancia en la educación de los niños. Tal vez, por aquello de que con la vejez se vuelven también niños, se establece la confianza mutua. El abuelo y el nieto que cometieron un delito de piratas informáticos, ¿recordáis hace 3-4 años? !Enternecedor¡ O. Las guarderías, los canguros, los madrugones para los largos viajes al colegio. ¿No fomentará todo esto soledad, angustia, desconfianza, rebeldía?. P. Hay otras sutilezas, como los sofisticados carritos de niños, jaulas de malla, biberón a cambio de estética, etc. ¿No faltará el contacto físico con el bebe/niño, el tacto, el susurro, el aliento . Ejemplo: niños gitanos, africanos, asiáticos, van sujetos a la madre, incluso cuando esta trabaja en el campo. Yo, que me esfuerzo por ser una persona normal y corriente, he tenido en cuenta estos detalles. Con mis tres hijos, hemos recorrido España en bicicleta. Desde los 9 años, hasta los 25 hemos dispuesto de 10-15 días cada verano para encontrarnos por las carreteras y caminos; bañarnos desnudos en los ríos, gastando bromas de compañeros, que en realidad es lo que éramos. Mira por donde, seguimos siendo compañeros de trabajo en el despacho y, cuando algo sale muy bien, lo celebramos como tales. También he cometido errores. Falla el sentido común, no hay tiempo para la siembra y, al conducir tantos ríos el agua contaminada al lago, este, herido de muerte, se convierte en campo de exterminio para tanta vida guardada en sus entrañas. Saludos cariñosos. | |
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26-08-05 11:23 | #98673 -> 98626 |
Por:No Registrado | |
RE:RE:Violencia juvenil Ha sido un placer leer tu texto dedicado al análisis de la violencia; además, mantiene una actitud muy filosófica, a saber: arrojar un cúmulo de preguntas. La filosofía no es una respuesta, creo yo, sino una pregunta. El que se interroga elabora más filosofía que el que encuentra respuestas a todo. Estoy de acuerdo en todo lo que expones. Ya recomendé en cierta ocasión varios libros dedicados al estudio de la violencia, cuya autoría corre a cargo de José Sanmartín Esplugues, director del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia y paisano mío. Éste sostiene la tesis de que a más y mejor cultura menos violencia. Una idea básica, casi trivial, pero que esconde mucha miga y mucho trabajo práctico. Saludos. | |
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26-08-05 11:28 | #98674 -> 98673 |
Por:No Registrado | |
RE:RE:RE:Violencia juvenil Sin duda, Fernando, la actitud que mantienes ante la educación de tus hijos me parece sana, afortunada y ejemplar. Estoy contigo: el contacto directo con los hijos, con el prójimo y el próximo, parecen piedra angular de la educación sentimental. La ciencia no sólo trae mejoras sino también inconvenientes, y ésta es responsable de algunos males de la Humanidad. Hay una revista de filosofía, Achipiélago, bimensual, muy interesante y disponible en cualquier librería, que dedica un exhaustivo análisis a la ciencia y sus inconvenientes. Uno de los estudios critica el abuso de los hospitales en Occidente; por ejemplo, aboga por un parto con dolor en casa, y justifica las enormes ventajas que tiene parir al bebé en tu casa. Asuntos complejos. No quiero más polémicas. Saludos. | |
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26-08-05 14:38 | #98753 -> 98673 |
Por:Mariano Estrada ![]() ![]() | ![]() ![]() |
RE:RE:RE:Violencia juvenil Hola, Agustín, me congratulo por el placer que te he hecho sentir, pero te digo: me he congratulado mucho más con el placer que he hecho sentir a otras... No comment, please, sólo es una broma de buen gusto, pero de muy buen gusto... Una pequeña puntualización: estoy de acuerdo contigo en que hacer preguntas es una forma, acaso la mejor, de hacer filosofía. Pero no es una prerrogativa de los filósofos. Los poetas las hacen continuamente. Y los niños también. Te mando un artículo que publiqué sobre el tema. Un abrazo LOS POETAS Y LOS NIÑOS Texto escrito para la Revista Mestre y Cía, del Colegio Público Mestre Gaspar López, de Benidorm, coordinada por mi amigo José Luis Fernández La capacidad de hacer preguntas es una de las cosas en las que consiste ser niño. Y acaso sea también lo que mejor define al poeta. De manera que el poeta y el niño, además de un corazón abierto, receptivo y gigante, tienen en común un enorme signo de interrogación, que es como un hambre continua, un deseo perenne, una sed insaciable de conocimiento. Claro que un niño es un ojo multiplicado que dirige sus miradas hacia afuera, en tanto que el poeta -tal vez porque afuera no ha encontrado una total satisfacción-, las suele ir derivando hacia adentro, donde espera hallar la luz o la verdad... ¿Que qué es la verdad? ¡Ay, amigo! La respuesta a esa pregunta la está esperando el mundo desde antes de Poncio Pilatos, de quien dicen que la tuvo delante. Nosotros nos podemos preguntar ¿Quién gobierna el hambre o el dolor? ¿Qué es el amor o el compromiso? ¿Por qué matan los hombres? ¿A qué conduce el odio? ¿La venganza produce beneficio? ¿Por qué me pesa el labio al pronunciar determinados saludos? ¿Por qué se me desboca el corazón al contemplar ciertas bellezas: unos ojos, una cara, la tierna flor del almendro?... Y entonces el poeta se va haciendo rumiante, como las vacas, y las noches se hacen pastos en monótono proceso de transformación que se proyectan en libros de respuestas que sólo tienen preguntas y preguntas y preguntas... Escribir es eso, una pretensión multiplicada, un constante arañazo, una duda tras otra, una gavilla íntima de interrogaciones, el error tras el error, el intento de dar una respuesta medianamente satisfactoria... Y no es poco. No es poco. A veces las palabras se transforman en palomas de luz y de consuelo. A veces se prolongan en atisbos de tímida esperanza. De hecho, a menudo son acequias por las que corre el llanto o la risa. No estaría mal que, al menos de vez en cuando, sirvieran para hacer reflexionar a quienes de uno u otro modo se han ido apartando de la razón y duermen en el reino de los que ya no tienen conciencia. ¿Que qué es la conciencia? Pues...Una araña gorda que pica en la cabeza de los humanos, especialmente de los poetas y de los niños. Mariano Estrada | |
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