AGUABLANCA EL ESPACIO FÍSICO Aguablanca es una fuente, pero también es un valle por el que discurren sus aguas, un valle con abundante vegetación, donde el roble es el rey, aunque también hay monte bajo, que lo es solamente por comparación; a su amparo corretean las liebres y las perdices, rebudia el jabalí, canta el cuco y berrean estruendosamente los corzos, cuando procede. El arroyo de Aguablanca entronca con el arroyo de Tijeo, que tiene nombre de dios, y la fuente en la que nace es la Fuente del Buey, ampulosa de nombre, superlativa de altitud y fría de temperatura. Una buena parte del agua que lleva el Fontirín, que es el río de Muelas, nace en estas dos fuentes. Otra viene de Vega... EL OBJETIVO Aguablanca es el poso que queda en la memoria después de andar los caminos de este mundo, los avatares de esta vida. Aguablanca es el impulso del corazón más allá de los estragos de la convivencia y del tiempo. Aguablanca es la simbiosis del hombre y del paisaje, la afirmación del hombre como paisaje y su necesaria comunión con la oferente y oprimida naturaleza. Aguablanca es la perpetua fe en el camino, la perpetua fuente, la perpetua emancipación. Aguablanca es un espacio de eternidad, un fuego inextinguible, una huella que no se borrará mientras el hombre siga siendo un anhelo, una inquietud, una añoranza, una celebración, una búsqueda, una creencia, un aleteo fallido y renovado, simultáneamente posible e imposible. Aguablanca es un hombre que mira hacia la luz por las rendijas de sus íntimas insatisfacciones, de sus persistentes y numerosas penalidades. Mariano Estrada Del libro “Aguablanca: caminos de ida y vuelta”
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