Muelas de los Caballeros - Zamora

TROZOS DE CAZUELA COMPARTIDA

La estampa es un pote negro alrededor del cuál había hasta nueve cazuelas de barro (algunas de Pereruela), en cuyos fondos, previamente, se habían depositado unas finas rebanadas de pan, porque las sopas de unto lo requieren. En el llar, bajo la enorme campana y casi tocando la pared, ardía animadamente una lumbre sobre la que, a través de unas tiznadas caramilleras, colgaba un caldero de latón que contenía el “escaldado” para los cerdos. En los laterales había dos escaños de madera que, a la hora de las sopas, nunca estaban solos. Uno o dos gatos ronroneaban apaciblemente al arrimo meloso del calor. El movimiento vital lo establecía acompasadamente mi madre, con el cazo. Luego, sin ser una familia de devotos, se generaba en torno a ella un auténtico rosario de recogecazuelas. A partir de ahí, la cocina se convertía en un animado refectorio, especialmente en invierno. En verano, algunos de nosotros salíamos a cenar a la puerta de la calle, mientras otros nos arrimábamos al banco de la puerta de Severiana, siempre acogedor, siempre concurrido. Y allí, con la disculpa de las sopas, se celebraba una tertulia interminable y divertida que llegó a ser casi un ritual... Mariano Estrada

TROZOS DE CAZUELA COMPARTIDA

A mi madre,
que hizo posible la cazuela.

Quien haya estado al fuego de un madero
hilando corazón, ceniza y brasa,
¿adónde mirará sino a la casa
que vive en los vapores de un puchero?

¿Adónde mirará sino al caldero
que cuelga de la noche por un asa?
¿Y qué recordará si no traspasa
los muros, los balcones, el alero?

Yo vuelvo a la niñez por el sendero
del gato, del vasar, de la tenaza...,
testigos del amor y de la vida.

Y vuelvo a ser feliz junto al leñero,
hilando humanidad con pan de hogaza
y trozos de cazuela compartida.

Mariano Estrada
Del libro “Trozos de cazuela compartida”

Tu madre tenía mucho mérito. En una ocasión, sin gas, en mi casa intentamos hervir una verdura en la chimenea (simple patata y judía). Quemamos la cazuela y su contenido quedo extrañísimo, un desastre. Vaya, incomestible. No debe ser fácil hacer una sopa.

No debe ser fácil hacer una sopa y, menos, reunir una familia sin que se te vaya descolgando de la mesa, como si el comer fuese parte de la apretada agenda. No debe ser fácil alimentarla de sopas y de más cosas, atraerla y hacerla disfrutar de sí misma, reanimarla con el calor del fuego, el del caldero y el de más sitios. La vida moderna no está para eso, y además ahora todos trabajan y no tienen tiempo, o no trabajan y no tienen ánimos.