La tradición leonesa de las Cabezadas No quisiera resultar pesado, que es lo mismo que terco, o "cazurro", o "cabezón"... Si alguno quiere saber algo más de esta tradición leonesa, que pregunte. TRADICIONES La 'terquedad' del Ayuntamiento y el Cabildo de San Isidoro perpetúa el debate de Las Cabezadas. NOEMI G. SABUGAL/ La Crónica de León LEON.— Las alusiones jocosas a los efectos del vino de misa y a la nueva iluminación de la basílica de San Isidoro protagonizaron ayer el histórico debate de Las Cabezadas, donde la terquedad de Consistorio y Cabildo perpetúan una tradición que viene del siglo XII. La guerra dialéctica entre la concejala de Urbanismo del Ayuntamiento, María José Alonso, y el canónigo portavoz del Cabildo, Constantino Robles, se saldó con la habitual entrega de un cirio y dos hachones, y con la 'cabezonería' de las partes que defienden por una parte que la ofrenda es un foro obligatorio y por otra una oferta, libre y voluntaria. «Me infunde el respeto de una leona que, sacudiendo su melena, se dispone a defender su presa con dientes y uñas, pero esta presa está bien defendida por el Cabildo. Basta con que acepten que es un foro obligatorio y dejen este pleito que no deja dormir al pueblo de León desde hace ocho siglos», señaló el responsable del Cabildo secundado por las habituales risas que el curioso debate causa entre los presentes. «Cree que por ser mujer me apabulla con sus vestiduras talares y no he visto una sola prueba de que esto sea obligación. Le pido que acepte esta ofrenda, como han aceptado las luces de la basílica para que no se den coscorrones con las columnas», replicó la concejala. «Con esa referencia no sé si pretende llamarnos iluminados, pero no estamos deslumbrados por una obra tan magnífica o llevaríamos gafas negras. Ocho siglos hemos estado sin luz y ya era hora de que tuviera un poco la iglesia», subrayó a su vez el canónigo. Tras las habituales referencias a la terquedad de una y otra parte, la concejala planteó al clero dirimir la cuestión mediante la realización de un concurso gastronómico en el que los representantes del templo debían realizar platos como ensalada de canónigos, puchero de caracol con guindilla, congrio al ajo arriero y compota de peras al vino con huesos de santo en profusión. «Y si no les basta, les daré una buena ración de leche frita», finalizó la edil. Como siempre, no llegó el entendimiento, pero se mantuvo la ceremoniosa despedida frente al templo. ............. Alfredo
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