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16-01-06 09:04 #166634
Por:No Registrado
entrevista a Fernando Savater
Aquí os adjunto una entrevista de hoy a Fernando Savater, filósofo, y que publica el diario La Razón.

No os la perdáis porque no sólo es claro, sino también contundenten y sin pelitos en la lengua. A los rebeldes sin causa de ERC los califica de "niños fachas". El último párrafo, dedicado a la educación y defensa de un pacto en ésta, no tiene desperdicio. Disfrutadla, amigos.

Saludos.

Fernando Savater, filósofo: «Me duele que la izquierda adopte como progresista el nacionalismo»

Asegura que «el mayor disparate hoy en el País Vasco es que se hable de mesa de negociación al margen del Parlamento»

Hay que partir de que todo lo que dice Savater lo dice con una sonrisa, que es probablemente lo más irreductible de su discurso y la manera de vencer el drama, no aceptando la derrota de la tristeza y el sufrimiento que impone el terrorismo vasco. Habla, además, mirando hacia el techo, no precisamente altivo, sino como quien husmea por encima de nuestras cabezas, tan correctamente puestas, algo de discordia e ingenio. Y aunque atado -a estas alturas...- a la causa de las libertades civiles en el País Vasco, defiende pensar por libre y la heterodoxia del maestro que se niega a dar grageas de conocimiento para la pereza intelectual. «El verdadero pensador no piensa por los demás, lo que hace en todo caso es despertar la vocación de pensar de los otros. En cambio, la gente lo que quiere no es que tú les hagas pensar, sino que le des el “kit filosófico” para llevarlo a su casa», dice soltando una carcajada que acelera lo que podía ser una lenta entrevista.

Pregunta. También habrá un consumismo moral, porque parece que ahora lo que funciona es lo prepolítico o, para que suene más antiguo, el consenso sobre todas las cosas.
Respuesta. Uno de los fenómenos más graves del panorama intelectual es la desaparición de la filosofía política y sustituirla por una filosofía moral. Intentar sustituir la política por la moral es como apagar un incendio con un hisopo de agua bendita. Cuando alguien quiere descalificar a un personaje público porque ha tomado una determinada decisión se dice que «lo habrá hecho por razones políticas».

P. ¿Por qué la izquierda sigue fascinada por el nacionalismo?
R. Es de una incuria mental absoluta. Existía un residuo antisistema y parecía que el nacionalismo tenía que ver con eso, que es todo lo contrario, y luego por luchar contra el PP y Aznar. Me duele que la izquierda haya adoptado como algo progresista al nacionalismo, que es lo más reaccionario y retardatario que existe como ideología política. El Estatuto de Cataluña es el último episodio, un asunto terriblemente desafortunado desde un principio. Primero, porque tal y como se ha planteado, es una especie de pseudoconstitución, inflada, arrogante y disparatada que creo que los mismos que la firmaron sabían que no iban a salir adelante y la presentaron como un programa de máximos. En segundo lugar, ha despertado un mundo de resquemores de tal modo que hoy es malo que salga el estatuto tal y como estaba y va a ser malo lo que salga porque va a crear un agravio en Cataluña porque parece que le han quitado algo.

Postura absurda. P. ¿No le ha parecido cómica la llamada angustiosa que algunas terminales del nacionalismo catalán han hecho para que los intelectuales defiendan el Estatuto?
R. Lo absurdo sería que a los intelectuales les pareciera bien el nacionalismo, porque hay gente que todavía cree que es una postura progresista, como pensar que esos grupos de niños fachas de las juventudes de ERC que en Barcelona van a estropear las conferencias de Ciutadans de Catalunya son progresistas, cuando son la partida de la porra típicamente facha, como los Guerrilleros de Cristo Rey.

P. Antes de que se nos eche la hora encima, quisiera plantearle una cuestión que no viene a caso. Cuando murió Julián Marías se produjo un fenómeno divertido: a lo largo del día se fue creando la biografía de un Marías represaliado por el franquismo, un perfil que prácticamente se había eludido a lo largo de su vida intelectual en España. ¿Le llamó la atención?
R. Yo conocía a ese Marías a través de su hijo Javier, del que soy muy amigo. En este país hay un mito, y es que todos los que eran republicanos y por lo tanto antifranquistas tenían que ser comunistas o socialistas y eso no es verdad, o que todo antifranquista fuese un demócrata, que ese es otro mito. Julián Marías fue una persona católica, conservadora, pero liberal, que fue represaliada y no pudo ni tener una cátedra. El problema es que luego hubo gente como Manuel Sacristán, que empezó con una camisa azul, o Aranguren, que está muy bien cambiar, porque luego nos beneficiamos de sus enseñanzas, pero tampoco no vamos a regañar a Julián Marías porque no era de izquierdas, porque tampoco es obligatorio ser de izquierdas.

P. Creo que la mayor condena que le ha impuesto el terrorismo vasco es obligarle a hablar de terrorismo y de nacionalismo.
R. Como comprenderá el tema del nacionalismo vasco me da para poco cuando, por ejemplo, el de la emigración es más sugestivo intelectualmente. Afortunadamente, hemos avanzado en muchas cosas, pero todavía queda muchísimo por avanzar. Ahora vivimos un momento que va a ser más sutilmente político y, por lo tanto, va a hacer falta más reflexión.

P. ¿En qué consiste esa sutileza política?
R. Cuando estábamos con cien muertos al año, la cosa tenía un carácter sangrante y no hacía falta hacer muchas florituras, pero que ahora, cuando la amenaza está en forma de sombra y hay unos abogados que hablan en nombre de esa amenaza sin reconocerla pero también sin negarla, y hay la tentación de convertir todo eso en un precio político a pagar... lo hace todo más complejo y conviene que se tengan las ideas claras. Hay que mantener una serie de principios: no es lo mismo un país donde quepan las actitudes de integrismo etnicista y otro que mantiene la idea de ciudadanía y tolerancia.

Jaleos políticos. P. Hubo un momento en que se echó a la calle para defender la democracia en el País Vasco, ¿en qué condiciones se retiraría a leer, a escribir y a cultivar sus vicios?
R. Yo que había estado metido en muchos jaleos políticos durante la dictadura y en la cárcel, sinceramente creí que había acabado lo de hacer militancia política de calle cuando llegó la democracia, pero desgraciadamente el tema vasco me ha mantenido ahí. Vi que era una cuestión que había estado abandonada por el pensamiento progresista del país y que hubo un tiempo en que prácticamente lo único que había frente a ETA y el nacionalismo era la Guardia Civil porque todo el mundo había dimitido y abandonado, por lo que había que volver a tener un discurso político, no religioso o moral, porque lo único que se opuso durante bastante tiempo a ETA eran grupos pacifistas que detestaban la violencia, a veces con mucho valor personal. Hacía falta introducir ese discurso y eso es lo que sigue siendo necesario. Ahora se tiende a olvidar o minusvalorar que fueron las manifestaciones ciudadanas que hicimos en el año 2000 las que provocaron que se hiciera el Pacto Antiterrorista, la Ley de Partidos y que se creara un discurso contra el nacionalismo etnicista. Hay quien se cree que todo eso se hizo por voluntad de los políticos, no. A los políticos los movimos nosotros. Seguimos siendo necesarios en el País Vasco, y lo vamos a ver enseguida, porque Batusuna tiene un movimiento detrás y hace falta otro movimiento ciudadano que sigua defendiendo unas ideas y no sólo pensar en cómo logramos una paz entendida como que la hegemonía del PNV no sea molestada por nadie. La paz, la ciudadanía en libertad, es diferente.

P. ¿Cómo se imagina Fernando Savater la paz en el País Vasco?
R. En el momento en que haya realmente un espacio político normal. Es decir, en el que la Constitución y las leyes del estado estén en funcionamiento de tal modo que cada uno pueda mantener sus ideas y sus posturas en igualdad de condiciones, todos y no sólo los nacionalistas.

P. Parece que al hablar, como se está haciendo, de una mesa de negociación se ha entrado en un estado terminal. ¿Lo cree así?
R. El mayor disparate que hay en este momento en el País Vasco es que se hable con normalidad de una mesa al margen del parlamento y los cauces políticos institucionales. Es decir, me parece muy bien que se intente recuperar para la política a los votantes y al mundo radical de Batasuna. Hay una forma muy sencilla: que renuncien y denuncien a la violencia y que se presenten a las elecciones y que en el parlamento debatan con los demás. Pero crear una mesa es crear un espacio que no es ni legal ni ilegal para permitir a Batasuna incorporarse a la legalidad sin renunciar a la ilegalidad. Hay que decirle muy claramente al mundo radical que estamos dispuestos a que se incorporen a la sociedad, pero a la sociedad que hemos defendido frente a ellos, por eso hace falta que haya gente que tenga ideas claras porque a veces los políticos lo lían un poco.

P. ¿Se ha sentido utilizado?
R. El político tiene del intelectual una idea parecida a la de esos perritos que se ponían antes en la parte de atrás del coche y que cuando se ponía en marcha movía la cabeza y decía que sí... Siempre han intentado tirar de nosotros por un lado y por otro, el PP y el PSOE, de mí y de otros, que te convirtieras en un símbolo de ellos frente a los demás. Desconfían de nosotros, los dos, lo cual es una buena señal, que no te consideren un personaje seguro.

P. Lo cierto es que estaba en un punto en el que parecía que era imposible que Savater criticara al PP o al PSOE.
R. Me han regañado por las dos cosas: por convertirme en un instrumento de Aznar y por ser un tonto útil de Zapatero. Pero como son acusaciones contrapuestas, me tranquiliza en cierta medida. Pero cuando algún día contemos la génesis, por ejemplo, de la manifestación de septiembre del 2000 por el Estatuto y la Constitución se entenderán algunas cosas: en principio no quería ir nadie, pero nadie, nadie. Ni unos ni otros, ni el PP ni el PSOE, que te decían que era demasiado político o arriesgado, o haber si no va a ir nadie... Siempre hemos tenido que vencer recelos, es inevitable, tampoco vamos a ir ahora en plan sartriano con las manos limpias.

P. Primo Levi dijo que, como víctima del holocausto, él defiende solo su memoria. ¿Quién tiene derecho a defender a las víctimas del terrorismo?
R. Todos somos víctimas del terrorismo vasco, y si usted se ha preocupado de esto porque le han matado al padre o al hijo y yo llevo veinticinco años haciéndolo sin que me hayan matado a nadie, no vayamos ahora a que el último llegado al asunto por una desgracia familiar se convierta en pontífice.

P. De nuevo, un grupo de intelectuales asumen la oposición al nacionalismo. ¿Le augura futuro a Ciutadans de Catalunya?
R. Si te quieres dedicar a tus libros y poesías, es complicado... No se trata de sustituir a los partidos clásicos, pero si ofrecieran una posibilidad de voto no nacionalista, progresista, laico... sería muy importante en Cataluña y sería importante en el País Vasco, aunque todavía allí parece que hay instancias claramente no nacionalistas.

«Se necesita un pacto en educacion»
P. Si salimos de nuestras fronteras ¿cuál es el tema de nuestro tiempo? R. Sin duda, la educación, y creo que la filosofía contemporánea debería partir un poco a partir del «dictum» de John Dewey que dice que la filosofía es una reflexión general sobre la educación, porque la educación impone a su vez un estudio sobre la cultura, es decir, sobre qué debe ser trasmitido, qué debe ser perpetuado, cómo debemos distinguir entre las destrezas y los valores... Hace veinte años, lo que funcionaba era la línea foucaultiana de que había que acabar con las escuelas como un tentáculo del poder, que en gran medida era un disparate, porque a la larga se ha demostrado que lo que hacía falta eran más escuelas. P. Algunos sostienen que el error viene cuando se deja de hablar de educación y se empieza a hablar de pedagogía. R. Es fácil parodiar a los pedagogos, pero es verdad que la búsqueda de una especie de tecnología de la educación ha perdido de vista el que la educación es también una reflexión sobre la cultura. Lo que es imprescindible en España es hacer un gran pacto educativo porque no puede estar al albur de los cambios políticos. Hoy hablamos ya de patrullas policiales en las escuelas, en Francia la violencia en los colegios no viene de ahora y es sangrante, y Tony Blair acaba de sacar la ley para el respeto..., es decir, todo eso no se resolverá sólo con una ley, sino con un modelo educativo, financiado a largo plazo.


En primera persona
Confesó Fernando Savater en su biografía «Mira por dónde» (2003) que «en el comienzo estuvo siempre mi firme propósito de no trabajar». Claro está, no lo ha conseguido, pero sí que es cierto que esa «improductividad» le ha llevado a hacer una obra, lejos de ser sistemática, sí con la voluntad de abrir vías de fuga divertidas y amenas para sobreponerse al orden de lo cotidiano. De ahí que prefiera a Cioran antes que a Kant y a Stevenson antes que al costumbrismo fúnebre español. Nacido en San Sebastián en 1947, actualmente es profesor en la Facultad de Filosofía de la Complutense de Madrid. Como filósofo, su trayectoria se ha centrado sobre todo en el campo de la ética con una perspectiva heterodoxa.Su obra es ingente, entre traducciones, ediciones, teatro, novela o ensayo. Entre éstas últimas, se cuentan «Panfleto contra el todo» (1982), «Tarea del héroe: elementos para una ética trágica» (1982) o «Ética para Amador» (1992). Entre sus novelas están «Caronte aguarda» (1981), «Diario de Job» (1983) y «Jardín de dudas» (1993)
Puntos:
16-01-06 11:32 #166713 -> 166634
Por:Mariano Estrada

RE:entrevista a Fernando Savater
Querido Agustín:

Como siempre, Savater es claro, preciso y contundente. Llama a las cosas por su nombre y no se anda con rodeos ni con disimulos. Como animal filosófico que es, piensa por sí mismo y no se ha dejado amilanar y mucho menos confundir por los políticos. Con relación al terrorismo, no solamente ha estado siempre al lado de las víctimas, sino que no ha dimitido de sus posturas por el hecho de que, en determinados momentos, hayan coincidido con las del PP. Vamos, que Savater no es una marioneta, precisamente, con la que hayan podido jugar. Ni unos ni otros.

Con respecto a la educación, lo que dice es de cajón para alguien que mira a las cosas sin los condicionantes sectarios de los políticos.

Un abrazo
Puntos:
16-01-06 12:50 #166762 -> 166713
Por:No Registrado
otra entrevista a Fernando Savater
Me gusta eso de "animal filosófico", Mariano. Algunos se quedan sólo en la condición de animales, con perdón de éstos, que a veces son incluso más raciones que algunos humanos.

Otra entrevista sobre el nacionalismo, que Savater concedió a un diario de Montevideo. Disfrutadla. Saludos,

Pregunta: Usted ha sostenido que el pueblo tiene un solo origen y la voluntad es cosa de cada uno de los ciudadanos. ¿Qué comentarios haría sobre la idea de nación como comunidad étnica opuesta a la idea de sociedad común de ciudadanos democráticos? ¿El nacionalismo vasco es una cosmovisión totalitaria?

Respuesta: Yo creo que el nacionalismo, como tiene historia, no tiene una única definición. Es decir, no es lo mismo el nacionalismo en el siglo XVIII, cuando es una ideología que trata de legitimar un poder más democrático, más popular, que los nacionalismos del siglo XIX y que muchos de los nacionalismos del siglo XX, que tuvieron esos aspectos bélicos y que han terminado finalmente oponiéndose, desde dentro de las propias democracias, a la creación de sociedades democráticas. A medida que ha ido pasando el tiempo y se ha ido desarrollando, tanto en el derecho como en la ciudadanía, el énfasis nacionalista se ha ido aplicando, para decirlo de alguna manera, en forma más reaccionaria: excluyente, en contra del inmigrante, en contra de compartir internacionalmente aspectos de la gestión. O sea que, hoy por hoy, lo que pudo haber sido un movimiento revolucionario en el siglo XVIII frente al poder absoluto de los reyes, es normalmente una muestra de interesado egoísmo frente a la extensión de los derechos democráticos.

P: ¿El problema de los nacionalistas es el de cómo hacer para convencer a quienes no son nacionalistas de las ventajas de la unidad territorial y de un Estado independiente?

R: Eso podría ser una buena solución si realmente los nacionalistas quisieran convencer a alguien. Pero no plantean su ideario como un proyecto político más, sino como la reivindicación de un derecho que debe ser acatado necesariamente. Lo que pasa es que ellos no quieren convencer a nadie. Si lo quisieran, no habría problema: harían una descripción de la situación, diciendo, “bueno, dentro de lo posible tenemos este proyecto”. Pero lo que ocurre es que es un derecho que ellos exigen ver cumplido y que los demás le regatean. No se trata para nada de convencer. Si existe tal cosa, como el pueblo vasco, sobra justificar si está bien o si está mal y cuáles son las ventajas para los demás o no. Ellos dicen que, simplemente, tiene que ser así, porque es la reivindicación de un derecho. Claro, el problema es que termina desembocando en algunos casos en la violencia, ¿no? Uno no trata de persuadir a nadie por la violencia para reivindicar un derecho indiscutible o inmarcesible, pero ocurre eso.

P:¿La causa del terrorismo es el nacionalismo?

R: No. Creo que hay nacionalistas que no son terroristas; tampoco ello se da totalmente en el antisemitismo o en el nazismo. Yo creo que no hay que confundir los peces con el agua. Lo que pasa es que no hay peces fuera del agua; y uno sospecha que cuanto más agua hay, aumenta la posibilidad de encontrarte con más peces, e incluso hasta tiburones...

P:¿Coinciden el PNV y ETA?

R: Ellos, ahora, están convergiendo en muchos postulados políticos fundamentales. ETA quiere que todo lo que se consiga en el País Vasco se obtenga por medio de la lucha armada. Así, de alguna manera, buscan reivindicar que lo que se ha conseguido se ha obtenido gracias a su lucha armada. El PNV prefiere, naturalmente, que las cosas se consigan mediante la propia intervención del PNV. Probablemente, ETA quiere las cosas de forma mucho más rápida, más radical. Y los nacionalistas quieren hacerlo todo de una manera más paulatina, más sibilina. Pero es evidente que el ideario nacionalista llamado moderado comparte con el ideario radical, digamos, un ochenta o un ochenta y cinco por ciento. Comparten, en todo caso, mucho más que con el resto de los demócratas.

P: El presidente Ibarretxe ha proclamado que hará un referéndum ratificatorio de su propuesta secesionista, sin tener en cuenta a las Cortes Generales. El presidente del Tribunal Constitucional ha dicho que, para ello, debería reformarse la Constitución. Mayor Oreja sostiene que no hay posibilidades legales ni jurídicas para ello. ¿Qué comentarios le sugiere todo ello?

R: Yo no soy experto en leyes, pero, por lo que he oído, se trataría de una ruptura con la Constitución y no de una reforma de la Constitución. Es decir, que dentro del marco legal actual no cabe esa propuesta de Ibarretxe. Pero esto, yo diría que para mí es lo de menos, porque el verdadero problema es que a un pueblo, a un grupo de ciudadanos atemorizados, hostigados, que prácticamente no se atreve a expresar sus opiniones sobre ningún tema, de pronto, y en medio de la violencia, se les va a preguntar sobre una cuestión decisiva, que naturalmente ellos verán como la única salida posible a la violencia. Nadie dice que estés dialogando con un asaltante cuando te apunta con una pistola y te pide la cartera y tú regateas si la das o no. Es decir, si no existiera la pistola ni se te plantearía el asunto de dársela. Al final se la vas a dar no porque él te explique la vida de su familia y sus problemas económicos, sino porque tiene simplemente una pistola en la mano. Entonces, si en algún caso saliese ese referéndum de Ibarretxe, y saliese algún voto afirmativo para él, ello no tendría nada que ver con la ideología. Y eso es precisamente lo que nosotros rechazamos. Nos negaríamos a admitir cualquier resultado mientras, de alguna manera, no se hubiese creado el marco de legalidad, de normalidad y de reconciliación, donde una cosa de éstas sea posible sin que parezca pagar el precio de algo.

P:¿Y en esta tarea está embarcada “Basta Ya”?

R: “Basta Ya” está embarcado en la movilización de la sociedad. Es decir, nosotros queremos, desde la movilización de la sociedad, mostrar que existe una sociedad vasca que no se agota en el nacionalismo vasco. Cuando los nacionalistas hablan de pueblo vasco, hablan de parroquia nacionalista. Bueno, queremos demostrar que el pueblo vasco es mucho más amplio que la parroquia nacionalista; queremos, también, movilizar la sociedad para que no todo dependa de decisiones tomadas en las alturas y para que se vea que hay gente capaz, que por lo menos intenta afirmarse y defenderse; y luego queremos, también, apoyar a los partidos políticos en su lucha directa contra la violencia de ETA. Y apoyar la ley de ilegalización de partidos políticos violentos y, en fin, las medidas del juez Garzón...

P: ¿Ante actos multitudinarios y pacíficos como los de “Basta Ya” podríamos pensar que está precipitándose el nacionalismo vasco?

R: Esas manifestaciones las hemos hecho pensando y buscando dar un cierto refuerzo y una cierta inyección de ánimo a una gente aislada, atemorizada y sin reconocimiento de los demás. Un acto como el del sábado 19 de octubre (una multitudinaria manifestación en contra del nacionalismo excluyente) fue un acto en el que la gente se sintió acompañada, se sintió de alguna manera entendida y salió a la calle a decir lo que pensaba sobre lo que tiene que estar callando diariamente. No me hago ilusiones de que eso cambie en un sentido o en otro, pero yo creo que habrá gente dentro del nacionalismo vasco que se de cuenta de ello, como lo que ocurrió con los empresarios vascos y otra serie de cosas que implican que el nacionalismo no tiene las cosas nada fácil. Y es más, se ha dado la cosa grotesca de que la prensa radical ha dicho que la manifestación ha sido un fracaso porque había doce o trece mil personas... bueno, si ya niegas lo que estás viendo con los ojos, pocas esperanzas debes tener en la persuasión, ¿no?

Puntos:
16-01-06 14:57 #166840 -> 166762
Por:No Registrado
RE:otra entrevista a Fernando Savater

Contundente, implacable, lúcido, magnífico y valiente Fernando Savater. Había leído la de ayer en La Razón, pero no la de Uruguay, gracias Agustín.

Ramón
Puntos:
16-01-06 17:30 #166955 -> 166840
Por:No Registrado
Savater y el tabaco
Para que luego digan que sólo envío cosas deliciosas. Aquí un artículo que respeto pero no comparto. Hoy mismo, en El País, Fernando Savater defiende a los fumadores. Conste que, al menos, consigue sacar una sonrisa al lector. Un sabio siempre es un sabio. Abrazos,

Agustín

TRIBUNA: FERNANDO SAVATER
Con uve minúscula
FERNANDO SAVATER
EL PAÍS - Opinión - 16-01-2006
En aquel bistrot cerca de Montparnasse fumaba todo el mundo, hasta la cajera. Un escándalo. El camarero que me sirvió mi Sancerre lo comentó con guasa: "¡Fume, hombre! ¿Usted no fuma? Ya, claro, en España no dejan fumar en los bares. Y he oído que dentro de poco no dejarán tampoco beber alcohol. Luego no se podrá...". Le interrumpí con un gruñido poco amistoso, suavizado por un trago del conciliador Sancerre: "Ça suffit! Mire, vengo de ver la exposición sobre la melancolía en el Grand Palais y no quiero morir de sobredosis". El irónico se encogió de hombros, pasó un paño por el mostrador con una sonrisita de superioridad y me dejó tranquilo.

La primera definición conocida de la melancolía se encuentra en los Aforismos de Hipócrates: "Si el temor y la tristeza duran mucho, tal estado es melancólico". En realidad, la más evidente experiencia melancólica que proporciona la curiosa exposición organizada por Jean Clair es su propio éxito de público: nada fomenta más la combinación de temor y tristeza que verse encerrado durante un par de horas en un espacio reducido con un número demasiado alto de contemporáneos. En cuanto a la muestra en sí, poco se saca en claro salvo que apoyar la cabeza en la mano es una señal externa de acedía desde hace por lo menos veinticinco siglos. Mala fama que tienen los pensativos... Quizá la literatura y sin duda la música se prestan más a representar ese estado dulcemente negro de ánimo que la imagen, salvo en el caso de puntuales obras maestras como algún cuadro de Kaspar Friedrich o el admirable New York Movie de Edward Hopper. Y Goya, por supuesto. Su famoso retrato de Jovellanos, exhibido en el Grand Palais, aporta un suplemento de melancolía "sólo para españoles", puesto que se trata de nuestro mayor ilustrado... ¡Y no imagino efigies de Voltaire o Diderot como prototipos de este estado de ánimo! Que la ilustración local padezca tal agobio de temor y tristeza debe ser una especialidad española, como el gazpacho. Es lástima también que no haya lugar para películas en la exposición: ¿hay mejor manifiesto melancólico que Fresas salvajes, el film de Bergman escogido por Garci para concluir su benemérito programa cinematográfico en TVE?

Un punto interesante son los remedios para paliar la melancolía. La exposición presenta uno de ellos, la música (¡David tocando frente a Saúl!), que es un antídoto ambiguo porque a veces actúa como acicate (el cuadro de la joven escuchando tocar Schumann). Después debemos considerar, por supuesto, al vino. En su estudio clásico sobre el tema, Burton cita la opinión de Rhazés, para quien el vino es el mejor tratamiento de esa dolencia: "Quien puede encontrar compañía para beber ya no tiene necesidad de otros medicamentos". Omar Jayán opinaba lo mismo y Avicena, en su Canon de la medicina, recomienda a quienes se ven turbados por la melancolía no sólo beber, sino emborracharse francamente de vez en cuando. Ya no es fácil encontrar médicos tan sabios. También el austero Séneca da igual consejo a un corresponsal tristón, e incluso habla de "sobria ebrietas", lo cual hoy suena casi subversivo. En la exposición del Grand Palais no encontré ninguna imagen de fumador y, sin embargo, el humo del tabaco (por no hablar de sus hermanos mayores, el opio y el cáñamo) constituye un fármaco reputado contra la acedía. En la pintura holandesa del Siglo de Oro -la de Pieter Codde, por ejemplo- es frecuente el fumador de pipa con la cabeza apoyada en la mano y los ojos perdidos en el infinito, según mandan los cánones..., o al menos fijos en una moza que trajina en el fogón. A nosotros fue Sarita Montiel quien nos enseñó a fumar para no consumir demasiado deprisa la vida..., porque eso es la melancolía, la vida que vemos consumirse. Claro que era difícil encontrar fumadores en esta muestra, puesto que en el catálogo de la dedicada a Sartre le borraron el eterno cigarrillo de la mano.

En España, para combatir la melancolía, pronto sólo tendremos los programas humorísticos de televisión -tan abundantes y divertidos, ellos- o el Prozac. Es lo más sano y lo más moderno. A mí la prohibición de fumar en los lugares de trabajo no me afecta demasiado porque hace tiempo que tomé la precaución de trabajar en casa y, además, me parece muy bien evitar molestias a los no fumadores con quienes convivo, pero estoy en contra de las mentiras truculentas: no es cierto que fumar mate, aunque seguramente fumar mucho es perjudicial para la salud (tampoco creo que los huevos con bacon maten, aunque tomarlos para desayunar, comer y cenar no beneficia al hígado) y desde luego deba haber habido tantos muertos entre los fumadores pasivos como entre quienes padecen la estridencia del tocadiscos de su desconsiderado vecino. Pero en cualquier caso, más allá del perjuicio a terceros, no sé por qué el Gobierno debe inmiscuirse en la regulación de los vicios. Salvo que comparta la opinión del líder de la revolución iraní, que acaba de declarar que "los derechos humanos desembocan en la inmoralidad". En las actuales normativas contra los fumadores, sin embargo, coincidirán siempre las izquierdas y las derechas. Los gobiernos de izquierda hablan del enorme gasto público que causan los damnificados por el abuso del tabaco. Oyéndoles, parece que el dinero del Estado debe ser guardado para usos mejores que la satisfacción de los ciudadanos, caprichosos como son. Y eso que con el pago de impuestos sobre el tabaco, los fumadores costeamos buena parte de la sanidad pública... La derecha, por su parte, no puede negarse a prohibir una fuente de placer, sobre todo cuando es un placer popular y al alcance de todos. ¡Si al menos se tratase de un gozo exquisito y minoritario, como tomar caviar o poseer un yate! Su única duda estriba en si esta nueva inquisición perjudicará la marcha de ciertos negocios...

Animosa, la ministra de Sanidad dice que se están planteando una ley semejante, pero contra el alcohol. Lo único que les retrasa de momento es que aún no han completado los adecuados estudios científicos sobre los perjuicios de esa droga para el ser humano. Es difícil imaginar qué semejanza puede haber entre la ley antifumadores y la antibebedores, salvo que se admita la existencia de bebedores pasivos que acaban cirróticos sólo con ver trasegar a sus vecinos. Pero seguro que ya hay alguna estadística de la OMS que apoya este criterio. En lo tocante a los efectos nocivos del alcohol, ahí sí que puedo ser de alguna utilidad a la ministra, porque desde hace años realizo frecuentes experimentos no carentes de riesgo personal con esa sustancia. Es decir, no propiamente con alcohol -que nunca lo he probado más que en usos externos-, sino con vinos y li

-cores. Me pongo a su disposición para lo que mande. En cualquier caso, lo primero que resulta obvio es que no debe ser un veneno muy patente porque nunca se ha prohibido ingerir sustancias venenosas: no hay leyes contra beber lejía o ácido prúsico, sin ir más lejos. O sea, que sólo se puede decretar que es indeseable lo que muchos desean, no lo que no quiere nadie. De nuevo se perseguirá el uso en nombre del abuso, como en el caso del tabaco. Por cierto, ya que estamos hablando de lo mucho que mata la droga, aprovecho para felicitar al Dr. Albert Hoffman por sus primeros cien años bien llevados... Pero resulta chocante que en estos casos los partidarios del respeto a las diferencias culturales se tomen un respiro: ¿o acaso no hay una cultura del tabaco y una cultura del vino? Aquí se acabaron las contemplaciones multiculturales, por lo visto. La civilización de la salud no hace alianzas, sólo prisioneros o esclavos...

Lo peor de todo, a mi vicioso entender, es el airecillo virtuoso que rodea la proclamación ufana de estas medidas. Tal como señaló Chesterton: "Si hay algo peor que el debilitamiento moderno de los grandes principios morales es el reforzamiento de los pequeños principios morales". En efecto, nuestra sociedad se va haciendo cada vez más virtuosa, pero con una uve cada vez más minúscula. También en francés existe la expresión "petite vertu", aunque se emplea para designar amables comportamientos de damas deliciosas: nada que ver, claro, con nuestras ministras. Y de este modo, sin remedio, regreso a la melancolía...

Fernando Savater es catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.
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