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Muelas de los Caballeros - Zamora

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06-09-05 01:57 #102919
Por:No Registrado
El mercadillo, la Cuesta de San Andrés
Estábamos de mercadillo en la Cuesta de San Andrés cuando Antonio Barleti se presentó con un cubano al que nadie esperaba. Antonio es un médico oculista que soluciona muchos problemas relacionados con la Casa de los Niños (Dim Ditey, en ruso), que es también la casa de Antonia y de sus compañeras. Él fue el que nos acompañó el primer día al chiringuito… El cubano es boxeador y exhibe ante nosotros una nariz de goma.

Me preguntaron que qué es lo que más me había gustado de Kiev hasta el momento. Pues me ha gustado mucho Santa Sofía, La Lavra, San Miguel… -les contesté- Pero más que todo eso me han gustado los ojos de las kievitas. Se miraron con complicidad y decidieron incluirme en el club de los que se dejan atrapar por la mirada. Antonio mucho más, por motivos de su profesión ¿Y tú cómo caíste por aquí? –le pregunté al cubano- Por la misma razón, mi amigo –dijo él con toda la transparencia del mundo- Por los ojos de las chicas…

Empezamos el día visitando la Iglesia de San Andrés, tal como las mujeres habían decidido previamente. Iba con nosotros Andrea, una estudiante muy joven de Arequipa, que no de Perú, tan dulce como las colmenas que veríamos después en los verdes hortales de un Monasterio cismático. En San Andrés había boda ¿Boda? Había por lo menos tres bodas, cuatro bodas, cinco bodas… Yo que sé, en menos que canta un gallo vimos por lo menos diez bodas. En una de ellas, al cubano y a mí nos eligieron para dirigirles unas palabras a los novios en nuestro idioma de origen. El cubano quiso aclarar que él era de Cuba y yo era de España “Pues tú se las dices en cubano y tu amigo en español” – le contestó el liante, que era un ucraniano con cámara de vídeo – Y ya nos veis a nosotros dirigiéndonos a los novios delante de una cámara con trípode, sin nada que decir y sin que los novios entendieran ni papa ¿Español?, me dijo a mí la novia, y se le iluminaron los ojos, esos ojos por los que afortunadamente aún se pierden los hombres. Yo le dije sí, y me lancé a un discurso que no quisiera oír repetido y que el liante ucraniano ha dejado grabado para la posteridad.

No creo que puedan extraerse conclusiones pero, a juzgar por lo que vimos, los jóvenes de Ucrania no esperan a que sus padres los echen de casa.

Había por allí un ucraniano con acordeón, ya viejo el hombre, que daba la sensación de autoinvitarse a todas las bodas. Cantaba canciones folklóricas ucranianas, pero se negó en todo momento a las rusas. Naturalmente, nos hicimos unas fotos con él, tenía barba y greñas, le faltaba algún diente, tal vez todos los dientes, pero mostró su dignidad con una convicción a prueba de bomba. Niet Rusian. Niet Rusian…Me senté a su lado en un banco y Barleti nos hizo una foto. Él nos dejaba que hiciéramos, pero no parecía participar de nuestro quehaceres con entusiasmo. Se sentó después una chica y al hombre se le escaparon los labios para estamparle un elocuente beso ¿Qué tendrán las chicas, mi amigo? –me espetó el cubano- Pero era una pregunta innecesaria. Tienen un imán, hombre ¿no lo ves en sus ojos?

Siguiendo la corriente de los novios y de los turistas en general, nos hicimos fotografiar con los personajes principales de la película “Corriendo detrás de dos liebres”. Una pareja famosa, ella rica, él joven y guapo. Se trata de una escultura de bronce que se apoya directamente sobre la acera. La otra liebre la pone la imaginación. No sé, a mí me ha recordado un tanto a Romeo y Julieta, pero en plan folletinesco. Y con cuernos. Al bronce le ha salido brillo en los lugares a los que los novios y los turistas se agarran mientras otros les toman la fotografía…

Comimos en un restaurante cuyo dueño era un francés muy simpático al que conocía Antonio Barleti. Las mujeres quisieron seguir en el mercadillo. A petición mía, los hombres fuimos a la caza del tilo de los 400 años que, mira tú por donde, está frente al Museo de la Historia de Ucrania, un edificio gris, que es un color que en Ucrania no transmite muy buenas sensaciones. Hicimos la foto junto al tilo al tiempo que oíamos a una guía turística el cuento de las almas en pena, que dicen que circulan por allí, por los alrededores. “Las almas en pene”, le dije yo al cubano y éste se partía de la risa…

Añado a la información ofrecida que cada año, durante la Fiesta de Kiev, en mayo, los pintores organizan en la Cuesta de San Andrés sus exposiciones. Hay actos culturales y conciertos que se vienen a sumar a las actividades de las galerías y tiendas de artesanía y antigüedades. Por eso le llaman el Monmartre de Kiev…

- Pues yo llevo en Kiev cinco años, dijo el cubano, y aún no había estado por aquí… Si no llega a ser por ustedes…

Jesús, el fotógrafo vasco, ha tenido problemas y no le han dejado pasar a Chernobil. De momento se ha quedado en un pueblo, a sólo 15 km., intentando conseguir los permisos que le fueron denegados en Kiev. Él tenía claro que podría burlar la vigilancia. Pero lo cierto es que no sabe con quién se juega los cuartos…¿Los cuartos? Sí, Mariano, con plata se compra aquí todo, lo que pasa es que el vasco no tiene…

Correción. Ayer dije que en Kiev había sólo dos iglesias católicas. Pues no, me informan de que hay siete en total. Lo que pasa es que cinco son nuevas, casi de ayer mismo.

Un abrazo
Puntos:
06-09-05 12:34 #103005 -> 102919
Por:No Registrado
RE:El mercadillo, la Cuesta de San Andrés
Mariano: cuando leo tus narraciones aventureras, anécdotas y travesías me pregunto constantemente: ¿pero Mariano volverá a España? Y, es que, da la sensación de que eres tremendamente feliz en Kiev... Espero que vuelvas a tu Muelas natal, que allí te quieren todos. Bromas aparte, estoy disfrutando de lo lindo con tu diario de un guerrero numantino (escribo poco, pero leo todo lo mucho que se está publicando).

Abrazos,

Agustín
Puntos:
06-09-05 18:13 #103156 -> 103005
Por:No Registrado
RE:RE:El mercadillo, la Cuesta de San Andrés
Cuando se es niño, uno guarda en su memoria imágenes que con el paso del tiempo te pueden sorprender, como lo larga que era la calle en la que se jugaba, o las riscas, casi insalvables, pero que después compruebas que se trataba de una callecita, y las riscas eran unas simples losas. Esto se ve así cuando la capacidad de ilusionarse estaba intacta.
Con los viajes ocurre otro tanto, vemos a los lugareños más amables, conviven con tranquilidad, los árboles son enormes e impresionantes, los niños son tiernos y hermosos, y los ojos de las muchachas, ¡hay los ojos de las muchachas!, son exultantes.
Lo bueno de los viajes, es que nos cambian a nosotros, estamos mucho más receptivos, sentimos la combinación de olores de los mercados, de los guisos en las callejuelas de un pequeño poblado de oriente, reparamos en los grupos de tertulianos en los jardines al atardecer y, lo mejor, descubrimos la inmensidad de unos ojos verde-mar que nos turban como si fuésemos adolescentes.

Recordad, que viajar es maravilloso, y un viaje de aventura (no programado) de cierto riesgo es excitante. Y siempre, siempre muy ilustratiivos.

Saludos.
Puntos:
07-09-05 19:06 #103685 -> 102919
Por:Natalie

RE:El mercadillo, la Cuesta de San Andrés
¡¡¡Muchas gracias, Mariano por tus relatos!!!! son muy interesantes, ilustrativos y simpáticos, y la verdad es que me gusta mucho leerte, porque así me entero de muchas cosas!!! , jajaja, los ojos de las ucranianas, les tienen cautivados!!!!.....
Un abrazo
Natalia
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