Castroverde de Campos - Zamora

https://carnicero.com/2013/04/21/caballo-ganador-refundacion-del-psoe/

He hablado con distintos militantes cualificados del PSOE en los últimos días; muchos nervios con la tozudez de las encuestas y con la falta de visibilidad del PSOE como alternativa. La receta de que el tiempo lo cura todo se pone en cuestión. Alfredo Pérez Rubalcaba lleva su pasado inmediato impreso en la frente. No tiene crédito para ejercer con eficacia el liderazgo de la oposición. Se le ve a él y se le recuerda en compañía de Zapatero. Un estigma imposible de borrar.

Pero quizá esto, con ser grave, no es lo peor que le pasa al PSOE. El problema es que el PSOE ha dejado de ser un partido con decisión para conectar y liderar a la sociedad. Ahora solo aspira a tener condiciones para volver a ocupar el poder.

Desde año muchos años, el PSOE no es un partido de masas en la acepción técnica del concepto. Su vocación es el poder y no la sociedad. Sus militantes no tienen mecanismos de participación y liderazgo social al margen de la presencia de sus representantes en las instituciones. Su desconexión con la calle ha propiciado un aggiornamiento sin revisar radicalmente su tecnología política, su organización, su proyecto y su programa. Un partido de izquierda, tiene, por definición, que organizar, propiciar e impulsar el trabajo político de sus militantes en la sociedad.

Si se convierte en una mera maquinaria de propaganda y de asalto al poder con la labor mediática de sus cuadros, se convierte en un partido de cuadros, característica típica de los partidos conservadores. Cada militante tiene que tener asignado un trabajo político en la sociedad en función de su dedicación profesional y sus capacidades.

El proyecto del PSOE está caduco. Ahora propicia muchas cosas que no fue capaz de ejecutar en ocho años en el Gobierno. La trampa de la socialdemocracia ha sido jugar en el terreno de juego del capitalismo. Descalzos en el fango contra un neoliberalismo acomodado con botas de clavos. Cesiones para conquistar la adhesión de una clase media que se está destruyendo precisamente por no haber impulsado medidas de transformación socioeconómica de la sociedad. Demasiada preocupación por conseguir la comprensión de los poderosos.

El PSOE no tiene mucha gente que confíe en él porque sus respuestas carecen de una radicalidad transformadora.

El liderazgo es importante si hay un proyecto consolidado claro y una militancia organizada. Los bueyes han sido útiles en la agricultura. Si no tienen los arreos adecuados y la asignación clara de objetivos de cultivo no sirven más que para el consumo humano.

El PSOE se ha acostumbrado a buscar un caballo ganador, en acepción también establecida por José Luis Rodríguez Zapatero. Si hay un líder potencial pero no hay proyecto ni organización conjuntada y eficaz, el caballo ganador no podrá ganar la carrera. Se llame Madina, Patxi López o el más brillante de los caballos de carreras.

C. Carnicero

El PSOE necesita cirugía mayor.

La confesión hecha por Elena Valenciano sobre la “herencia recibida” de José Luis Rodríguez Zapatero tiene doble filo. Tiene razón en que el anterior presidente del PSOE y del Gobierno dejó el PSOE deconstruído. Educado en las juventudes socialistas y sin otra experiencia profesional que la política, su obsesión era la subsistencia. Practicó un estalinismo sin sangre; eliminaba a sus adversarios ninguneando su presencia. Temía la comparación con la generación de Felipe y Guerra y, los supervivientes que dejó de entre ellos, se pueden contar con los dedos de la mano. Trasladó el Consejo de Ministros a la pista de basket de La Moncloa. Y su criterio de contratación tanto en la Comisión Ejecutiva como en el Gobierno solo tenía una premisa: que fueran dóciles y que no tuvieran criterio propio alternativo. Nadie que amenazará su hegemonía y su cesarismo.



Pero entre ellos, uno de los ungidos, fue siempre Alfredo Pérez Rubalcaba. Con una habilidad para el regate corto indiscutible, consiguió traspasar su apoyo a José Bono en el congreso del PSOE que eligió a Zapatero por una lealtad instantánea a la nueva joven promesa del socialismo español. Y fue uno de sus puntales, primero desde el Grupo Parlamentario y después desde el Gobierno.

El otro filo de la espada esgrimida por Elena Valenciano les corta por la mitad a ella y a su superior. Si la herencia de Zapatero hipoteca al PSOE, ellos, en su condición de albaceas, son un estorbo indiscutible.

Alfredo Pérez Rubalcaba, acosado desde dentro de su partido, no se atreve o no quiere iniciar un proceso de refundación; de cirugía mayor.

Ya no tiene ni siquiera a François Hollande como referencia en Europa. El SPD alemán acumula los peores augurios para las próximas elecciones generales. Las encuestas, en España, tienen sumido al PSOE en una pendiente en la que no solo no se ve el final sino que no se atenúa a pesar del descrédito del Gobierno. Pierde votos por la izquierda y por la derecha y no recupera ninguno. Solo le queda al PSOE el camino de la refundación.

Hay decenas de miles de votantes del PSOE en toda España náufragos de esta situación. Sin una referencia que les de esperanzas de que el PSOE se convierta en tabla o asidero de salvación de una izquierda que sociológicamente ha tenido y puede que aún tenga un gran peso en la sociedad española.

El tiempo es letal para el PSOE. Quien no está en el escaparate no puede vender nada. Y el PSOE ha perdido la atención de muchos quienes se enorgullecían de él hace no tantos años.

Si la herencia recibida es la mejor explicación que Elena Valenciano encuentra para el continúo retroceso en la intención del voto del PSOE, no hay que ser muy inteligente para saber por donde empezar a aplicar la cirugía. Pero para mi que ninguno de los dos dirigentes, Rubalcaba y Valenciano, quieren probar con una katana para hacerse el harakiri.

C. Carnicero

Valenciano sobre Rubalcaba." Soy su número dos pero estaba aquí antes que él".

La vicesecretaria general del PSOE se sincera este domingo en El País y lo hace sin muchos miramientos con algunos de sus compañeros de partido, en una entrevista en la que no duda en arremeter contra Chacón y en desligar su futuro político del de su jefe inmediato, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Elena Valenciano trata algunos temas de actualidad como el caso Bárcenas, que considera "un elefante" al lado de "una pulga" si se compara con el escándalo Filesa; o los ERE en Andalucía, un caso de corrupción del que llega a decir que ya se han asumido las responsabilidades políticas: "La Junta denunció, ha habido una comisión de investigación...".

Del mismo modo, defiende sin mayor problema que Ana Mato debe dimitir y José Blanco no: "Hay imputaciones e imputaciones. Y una cosa es ser diputado y otra es estar en el Gobierno. La de Mato es una responsabilidad política".

Contra Chacón.

Lo más interesante, no obstante, es lo relativo a la vida interna del PSOE, y muy especialmente lo que se refiere a la relación con el PSC y con una de sus líderes más destacados: Carme Chacón.

Así, Valenciano no duda en acusar a la socialista catalana de deslealtad: "Sí, de vez en cuando veo que tiene un comportamiento en cierto modo desleal" y le pide que lo que tenga que decir sobre "lo que debería hacer el PSOE" es "decírselo al PSOE", para apuntar después que "hace mucho" que no se dirige a la dirección del partido.

Del mismo modo la número dos del PSOE defiende que "hay gente que no aceptó" el resultado del congreso que ganó Rubalcaba y reclama que no se "escondan en el anonimato para lanzar críticas en los periódicos y no en los órganos de dirección". Valenciano asegura que "es una minoría la que lo hace, pero tiene mucho eco".

La vicesecretaria general de los socialistas defiende también que la relación entre PSOE y PSC debe revisarse para que se corrija la "asimetría", pero tampoco llega a definir lo que podría ser un marco común para ambos partidos más allá de dar el ejemplo de los partidos alemanes CDU y CSU.

El futuro de Rubalcaba

Valenciano defiende a su jefe, pero lo hace de una forma no excesivamente convincente. Preguntada por si es el mejor candidato para el PSOE se limita a responder que "no hay nadie con un proyecto tan profundo para España como el de Rubalcaba, ni dentro ni fuera del PSOE".

Además, no llega a apostar por él en unas hipotéticas primarias y zanja la cuestión con un simple "no sé, ya veremos" y, finalmente, disocia su futuro del de Rubalcaba: "Yo soy su número dos, pero yo estaba aquí antes que él".