Barcial de la Loma - Valladolid

“Ete missa est” decía el cura mientras daba su bendición. La mitad de los muchachos no la veíamos. Sobre todo los de carrera más lenta. Entre ellos yo.

Como almas que llevaba el diablo salíamos de la iglesia, y de tres zancadas y cuatro saltos por las escaleras de piedra, ya estábamos en el regato.

¡¡Pobres monaguillos de ese domingo debían de recoger y por aquella época las velas del retablo y altar mayor eran de cera y de mecha, nada de cables y bombillas!!

Allá por el aprisco de Florencio los zapatos limpios para el domingo habían perdido su brillo. Sin apenas poder hablar, por la fatiga y la ansiedad, avanzábamos por el camino de las bodegas hasta llegar por detrás de la Estación hasta los alrededores del taller. Junto a ese regato que jamás vi con agua, todos los sábados tras ser limpiado y recogido el taller tiraban en un pequeño montón las barreduras.

Bastaba un tallo de toba para remover los residuos de la fragua. Si era una astilla o una mimbre apropiada mucho mejor.

Entre el polvo del hierro y el polvo del suelo, que ya no afectaban a los zapatos ni a los calcetines, entonces tampoco blancos, aparecían pequeños, trocitos de metal, pequeñas alambres que apresurábamos a meter en el bolsillo de un pantalón con los bolsos color barredura.

Eran nuestras pequeñas, pepitas de oro, encontradas en los desechos de la mina. Hechos ya auténticos nazarenos sin andas y sin cruz, con lo encontrado en el bolsillo, nos apresurábamos a poner sobre la vía, las alambres, arandelas, o piezas finas de metal, que habrían de esperar al tren de la doce.

Cada uno de nosotros sabíamos dónde y qué habíamos colocado, sin la menor duda. No sé si el Sr. Blanco nos veía, pues nada decía y si nos veía… aceptaba como el juego del domingo por la mañana.

Siempre sobraba algo de tiempo y la grúa, la majestuosa grúa de hierro, que yo nunca vi moverse, nos servía como submarino para un episodio de “Viaje al Fondo del Mar”. He querido recordar los nombres de los tripulantes y ya no recuerdo ninguno. Lo cierto es que vivíamos trepidantes aventuras luchando con monstruos marinos, que amenazaban con destruir el pueblo.

Alguien avisaba que el Sr. Blanco salía al lado de la vía. Su gorra en la cabeza y su banderín rojo, siempre recogido en la mano. Era el aviso de que el tren de las doce de los domingos estaba a punto de cruzar la garita del camino del pinar y de llegar al campo de minas.

El tren pitaba antes de la garita y nos servía de aviso para colocarnos en nuestras zonas. Las ruedas metálicas de la máquina y sus vagones pasaban por nuestras muestras. Al terminar de pasar recogíamos nuestros tesoros. Alambres aplastados, chapas lisas, arandelas aplastadas.

En fin ese era nuestro botín conseguido gracias al peso del tren. Ya solo faltaba curiosear quienes se iban y si por casualidad alguno bajaba.

De regreso a casa, el alto en los barreros era obligatorio. Siempre pensamos que los limpiábamos los zapatos, manos y cara con el agua de los mismos, pero en realidad lo único que conseguíamos era formar un pequeño barrizal que extendíamos por todos los rincones de cara y brazos mezclando con el agua, el polvo de los caminos, el polvo del metal y el hollín del carbón de la fragua.

Malo era llegar a casa. Muy malo. Ya que a cambió del estado en que llegábamos, ningún tesoro conseguido nos servía, ni nos salvaba.

Con las voces de las madres y abuelas al unísono, algún que otro cachete, e incluso bofetón y el respectivo paso por la pozaleta de agua tocaba ponerse otro “ato”.

Que bonita palabra y que mal quedaba en boca de nuestras madre, tan solo por la manera de mencionarlo. “Estoy harta de cambiarte de ato”

Al haber sido ya la misa del domingo, ese nuevo ato era para el resto del día, terminases como terminases con él.

De nuevos guapos, no todos, pero si limpios y arreglados, con las “perras” de la propina en el bolsillo, mezcladas con los tesoros de la vía, íbamos hasta el “comercio” para gastar donde maría la parte de por la mañana.

Con nuestras viandas en la mano nos acercábamos al bar, siempre a la puerta de la calle, sentados en la acera, viendo como entraban y salían los que sí podían hacerlo. Olía a vino, mistela y aceitunas rellenas.

Lo máximo que podías llevarte era un tirón de orejas o algún pellizco entre los muslos, de alguien que te apreciaba mucho y te quería. Era su manera de demostrarlo.

Esto siempre ocurría cuando te pillaba distraído. Si les veías venir…. Tururú.

Así pasaba la mañana del domingo, esperando el próximo “Ete Missa Est”, para volver al encuentro del tren de las doce y del capítulo correspondiente en la grúa de hierro de “Viaje al fondo del mar”.

Todo ello si tenías la suerte de que no te tocara “ayudar en la misa”.

(Copiado de un corre@ del Torba con su permiso)

LOS PERSONAJES DE VIAJE AL FONDO DEL MAR ERAN:
ADMIRANTE NELSON, CRANE EL CAPITAN ,MORTON Y KOWALSKI

recuerdo perfectamente esa serie, la íbamos a ver a casa de la abuela de Belén (la sra. Martiniana), a mí me gustaba el almirante, un tanto viejecito ya, en contra de la opinión de todas las demás amigas que iban locas por el capitán..... era el año 1966,1967....uf !!!! cuánto tiempo!!!
las amigas éramos Margarita,Puri,Cruz,Belén y yo misma (un beso para todas)
también íbamos al barrero a coger renacuajos....que si me lo dicen ahora ni siquiera me asomaría al agua !!!!!

muy bonito todo el escrito,muy bien contado, para los que vivimos aquellos días siempre es muy agradable volver a recordarlos

saluditos para todos!!!

Hola, a todos.Ya puestos a recordar cosas, me viene a la memoria dias y páginas de mi vida en Barcial, de cuando tenía 10 años.
¿Alguien se acuerda de D. Juan (el de"" La Lirio". ) el maestro del pueblo?, allá por los años 46-47 (ya llovió verdad)Seguramente nadie de los que leen este foro, o muy pocos, se acordarán de él, pero sí los padres o abuelos.Eran los años de la pos guerra y lo único de había en el pueblo, y en abundancia, eran niños y niñas, además de hambre.Pues bien, D. Juan solía castigarnos, cuando la ocasión lo requería (y tambien en abundancia) con golpes en las yemas de los dedos (¡que dolorrr!) dados con una regla,otro de los castigos era "sin Comer".Nos encerraba en la escuela cuando terminaban las clases y no salíamos hasta las cinco de la tarde.Claro que en aquellos años de penurias, quedar sin comer no significaba gran cosa.Estábamos acostumbrados.
Me he quedado sin inspiración.... Hasta otra.

¿Os acordais del "aterrizaje" forzoso de Emiliano Alfaro en tierras de Castroverde?
Estábamos en la escuela cuando nos llegó el notición:"Alfaro ha caido en Castroverde",Imaginaos.Salimos disparados para ver el acontecimiento,y nuestro maestro D. Juan, delante de todos nosotros.Corría como un gamo,el tio.En pocos minutos nos pusimos en la Raya y a 100 metros de ella vimos el motivo de nuestra carrera: allí,espanzurrada, humillada, rota, estaba la avioneta de Alfaro.Había caido sobre el costado izquierdo, tenía las alas destrozadas y quedó mirando hacia Castroverde, como si le diese verguenza que los de Barcial omprobásemos su debilidad. Dentro de lo dramático del lance, menos mal que el capitan Alfaro salió ileso y pudo contarlo, como nosotros estamos haciéndolo.
La "fiesta" duro unos cuantos dias, hasta que la cosa fué, poco a poco, olvidándose.

Lo de caer sobre el costado izquierdo, sabiendo quien la pilotaba, no era casualidad. ¡¡De romperse que se rompa la izquierda!! A igual que lo de mirando para castroverde. Si la avioneta miraba hacia Castroverde hacia Barcial miraba el culo. Lo que casi siempre nos dio él.
¡¡Estaba todo programado!! Fuye un aterrizaje camuflado de accidente.

Que rencoroso res....,

Cuanto rencor y ódio...,

Me parece una historia bastante interesante,a los de los años ochenta nos gusta que nos cuenten esas y otras muchas mas que no conocemos.UN SALUDO.:

Desería que solo fuese rencor mío. Desearía que lo digo lo dijese con odio y rabía. Ello significaría que todo lo que escribo es mentira. Y que todo se debe a mi rencor, a mi rabia, etc.
Pero desgraciadamente está basado en hechos tan reales como la vida misma.
Como el aceite nunca se mezcló con el agua.

Sin ánimo de ofender al mensajero#4801684#,procura cuando escribas leer una vez más el mensaje y antes de enviarlo corregirlo.
"Mucho rencor hay por hay",se escribe "MUCHO RENCOR HAY POR AHÍ"

Perdon y un saludo.

Gracias, fué un lapsus.