Barcial de la Loma - Valladolid

Parece que el tiempo ha sembrado de quietud todo,
como un manto de lejanía,
de olvido.
Vuelvo a acercarme a estas puertas de madera.
Algo ha cambiado,
casas nuevas y modernas,
junto a las casas viejas de mi infancia,
con sus viejos portones y poyos de piedra.
Todo sigue en su lugar,
los cables de la luz repletos de golondrinas alineadas,
unas miran hacia el norte otras el infinito.
En los tejados rebota el sol sobre las tejas rojas.
En lo alto de la torre la cruz,
y de centinela el pararayos,
compañera y compañero de las mudas campanas.
Y de las que suenan.
Todo guarda su lugar,
Ya no hay vieja funte viva,
ni cántaros ya que llenar.

Es el pueblo,
un espacio del cielo azul sobre un espacio de tierra seca,
los dos, igual de largos y anchos,
ambos, campos como un gran mar sin orillas,
sólo alguna nube blanca, fija, quieta.

En cada casa, una historia
con los nombres que la habitaron, su leyenda.
Subiendo hacia la Iglesia, la plaza.
esa plaza que la carretera, nunca vió

Paso por delante de lo que fue la fragua
Ya no se oye el yunque .
!Tantas veces fui con mi amigo para ver
los hierros retorcer y los aperos rehacer.

Un perro duerme mansamente delante de una puerta corralera,
hay un rebaño de ovejas que se acerca.

Es mi pueblo,
olor a ganado y a silencio.

A manzanilla seca para curar resfriados,
a tomillo en las lomas
y a cereal en los mares.
Sonido a nostalgia de los que se fueron.
El tiempo ha pasado y yo sigo recorriendo las mismas calles,
viviéndolas de nuevo,
las mismas calles que recorría de niño entre juegos.
Hoy, muchas puertas están cerradas.
¿Temor a que entre el recuerdo?
¿Habrá alguien dentro ?
¿Estará todavía la jarra de vino, el pan,
sobre el hule de la mesa?

Solo en verano veo niños.
Montados en caballos de acero
con dos ruedas y a pedales.
Caballos salvajes de goma y acero
por ellos domados.

!Silencio!
dos ancianas caminan despacio,
paseando las calles,
solo eso les queda
van hablando de la vida
que camina más rapido que ellas.

Parece el aire seco lo ha evaporado todo.
Todavían quedan casas viejas, de adobe,
tejas rojas, puertas y ventanas cerradas a cal y canto.

!Mira! allí vivía Aliste,
allí Juan el que se casó con Amelia,
amigos de escuela,
amigos de juegos.
Ellos fueron para el Norte,
yo, para Barcelona…
¿Dónde estarán ahora?

El viento, el hambre, el abandono,
la fe, los sueños
la sed de progreso
nos llevaron a todos en vuelo
en todas las direcciones;
todos hijos del campo,
habitantes todos que fuimos de estas casas,
casas viejas de adobe que hoy reencuentro…

Porque yo, como dice el poeta:
del barro vengo…

Bello poema.

Del barro vengo y al barro voy, y mi alma viajera de lugares extraños, enmudece de gozo, al pisar este pueblo de años cargado.

Eco.

muy bonito y acertado el tono, la nostalgia me invade y el recuerdo me lleva a aquellos días, a aquellos lugares.....

Precioso el poema. Leyéndolo con calma nos lleva a la nostalgía de

los que hemos vivido en ese pueblo que poco a poco va muriendo en

el olvido. Lo que sin duda seguimos conservando son esos bellos

recuerdos que nos acompañarán siempre. Esos maravillosos veranos

que hemos vivido. No olvidamos las tardes que pasabamos en el pinar

y que de regreso a nuestras casas disfrutabamos de las maravillosas

puestas de sol únicas de Barcial que sin duda deberiamos contemplar

cada día. Cuando uno ahora de regreso al pueblo se para a mirarlas

y ves el horizonte infinito de los campos vienen a ti esos recuerdos

que con el paso de los años uno recuerda y con nostalgia vuelven

a tu corazón. Los que por suerte seguimos disfrutando el verano en

Barcial vemos que lo mas sencillo nos hace sentir bien. Siempre

recordaremos nuestras casas de adobe, esas puertas traseras que ya

van desapareciendo, y dentro de las casas las chimeneas que tantas

conversaciones han escuchado con el paso del tiempo y las camillas

con el brasero lugar de reunión de familiares y vecinos con el hule

que las cubre. Recuerdo el que tenia el mapa de España donde

aprendiamos algo de geografia y encima de ellas la jarra del vino y

el pan típico de nuestro pueblo que añoramos todo el año hasta que

cada verano volvemos a comerlo. ¡ Qué recuerdos! Si uno contempla

la vista del pueblo desde el teso Santana vemos una imagen maravillosa

que llevamos en nuestros ojos y en nuestro corazón. Una postal que

sin duda es la cuna de nuestras raices y que llevaremos toda la vida

con nosotros.

Los hules con el Mapa de España aun siguen vendiendolos. Este verano me enseñaron uno en el pueblo.

Precioso poema, yo tambien me acuerdo de los veranos de barcial, y de los inviernos y de todas las cosas vividas de mi infancia y mi juventud, Dios que años aquellos!!! no se si será porque nos vamos haciendo mayores o por que pero ahora pensando " yo volvería a aquellos años pero ahora mismo.
Un beso para todos

Sol, nos hacemos mayores y eso nos deprime, por eso añoramos tiempos mejores y, sobre todo, más felices.

James.

Hola oyes no sabrás dónde venden los hules con el mapa de España

es que me gustaria comprar uno. Preciosos los escritos que tiempos

mas bonitos. Gracias