Aldeamayor de San Martín - Valladolid

Desde su atalaya el águila imperial divisó el movimiento de la sierpe, zizagueante, revolviendo la hojarasca seca, y por fin sepultándose en ella a la espera de alguna presa.
El águila batió las alas y se elevó en un firmanento azulado, brillante y luminoso; se enseñoreó sobre el valle, divisó los jacintos junto al arroyo; y al fondo la gran mancha azulada de las altas montañas, aún con nieve en los neveros.
Y, segura de su vuelo y de su poder , dirigió su vuelo al pico más alto de la gran montaña azul.
Abajo, en el lodo y en el polvo, la sierpe seguía esperando.

alejandose, y planeando , el aguila imperial podía oir el ruido de las hojarascas secas, que , penosamente , removia la sierpe.