Alboraya - Valencia

Laura Gallego: «La gente se guía más por emociones que por conceptos como honor y deber»

Es la emperatriz de la literatura juvenil en España y más de un millón de libros vendidos le acompaña. Pero ella crea sus universos fantásticos desde Alboraya. 30 años y 15 novelas es su currículum.

los 11 años escribió su primer libro y ahora con 30 ya tiene 15 novelas y cinco libros de cuentos. ¿Su cabeza es literatura o es imaginación?
-He estado inventando historias desde que era pequeña. No he dejado de escribir desde los once años. Escribo porque me gusta, porque lo necesito, porque me sale de dentro. Seguiría escribiendo igualmente aunque nadie me leyese, porque es lo que estuve haciendo durante diez años, antes de empezar a publicar. Pero, como además de ser mi pasión, ahora escribir es también mi profesión, y hay gente que me lee, me lo tomo mucho más en serio y procuro hacerlo lo mejor posible en cada uno de mis libros.

¿Dónde están para usted los límites de la creación o de la creatividad?

-No lo sé. No creo que hayamos llegado a explorarlos del todo.
-Dicen que el público joven es el más fiel y en su caso se nota cuando firma libros. ¿Por qué esa fidelidad, tanto desde el punto de vista del lector como el que se produce hacia su literatura?
-El público joven es muy fiel si no le defraudas. Tengo lectores que me van siguiendo en cada nuevo proyecto porque mis libros les enganchan y les emocionan. Pero también tengo muy claro que si les decepciono dejarán de leerme, así que, si siguen haciéndolo, y con tanta pasión, es porque aún encuentran en mis libros algo que les llega al corazón.

-¿Crear es sólo trasladar ideas al papel?

-El concepto de creación es muy amplio; incluso el concepto de creación literaria es muy amplio. Si nos ceñimos a la creación literaria de novelas, que es lo que hago yo, no se trata sólo de plasmar ideas. Suelo decir que escribir un libro es como hacer un puzzle, en el cual cada idea es sólo una pieza más. No se trata sólo de acumular ideas, hay que saber encajarlas unas con otras para construir una trama coherente. No es sólo una cuestión de inspiración, sino también de reflexión y trabajo. Cuando escribo una novela no voy improvisando y añadiendo lo primero que se me ocurre. Si lo hiciera, la historia no tendría mucho sentido.

-¿Entonces, de dónde llegan las ideas?

-De todas partes, pero, en mi caso, nacen de mi imaginación, que conservo en muy buena forma gracias a que sigo leyendo muchísimo.

-¿Qué es lo que le gusta del mundo literario?

-La posibilidad de poder compartir mi mundo y mis historias con mucha más gente.

-¿El hecho de dedicarse a un género como en el de la fantasía es porque siempre quiso crear su propio universo?

-Me gusta la fantasía porque, como lectora, siempre fue mi género favorito; y porque, como escritora, me encuentro muy cómoda trabajando dentro de un género cuyas posibilidades son casi infinitas.

-Creo que usted no es muy dada a participar de camarillas ¿No le interesan? ¿Cómo es su relación con otros escritores?

-Mi trabajo es escribir, y para escribir no necesito formar parte de ninguna "camarilla", como usted dice. Me llevo bien con todos los autores a los que conozco. Somos compañeros de profesión y, además, se da el caso de que yo, como lectora, también admiro a muchos de ellos. Me gusta conocer a las personas que escriben los libros con los que he disfrutado tanto.
-No sé si el hecho de haberse dedicado a escribir desde tan joven y al ritmo que lo ha hecho le ha llevado a perderse algo de su propia juventud.
-No creo haberme perdido mi juventud. La gente supone que si pasas mucho tiempo escribiendo te estás perdiendo algo, y, bueno, supongo que es así, si no te gusta escribir. Pero se da el caso de que a mí me encanta, me apasiona escribir, así que las muchas horas que he pasado escribiendo las he disfrutado al máximo y, por tanto, no creo que hayan sido horas desperdiciadas.

-En un mundo tan visual, con tantos recursos de entretenimiento al alcance de la mano a muchos les sorprende que sus lectores sean capaces de devorar libros que superan en mucho el número de páginas al que en realidad se supone estarían preparados. Me refiero a que cada vez los niños leen menos o tienen menos tiempo para hacerlo. ¿Dónde estaría su secreto?

-No hay ningún secreto. Escribo lo que quiero escribir, desde el corazón, y desde el respeto a mis lectores. A mí lo que me sorprende es que la gente siga creyendo que los jóvenes lectores no existen.

-Leí unas declaraciones en las que afirmaba que internet ha contribuido a que los jóvenes lean más ¿En realidad lo cree cuando muchos padres creen que es una forma de perder el tiempo o sólo un entretenimiento para los jóvenes o una forma de estar intercomunicados entre los amigos?

-No dije eso en realidad. Lo que dije literalmente, y el periodista tergiversó, es que internet ha creado comunidades de lectores, porque internet contribuye a que las personas se pongan en contacto, y actualmente cualquiera que tenga cualquier afición, por minoritaria que sea, puede encontrar un foro en internet donde comentarla con otras personas que también la comparten. Y los lectores somos muchos, más de los que la gente cree. Internet nos permite reunirnos y formar foros de lectura, auténticas bibliotecas virtuales en las que lectores de medio mundo comparten sus experiencias literarias. Leer siempre ha sido un hábito solitario, y los adolescentes son muy sociales; necesitan compartir sus vivencias con sus amigos, de ahí que los foros literarios tengan tanto éxito. Si un joven lector no tiene alrededor a gente a la que también le guste leer, puede encontrar a chicos y chicas con sus mismos gustos en un foro literario, y eso le hace sentirse menos solo y más arropado, además de que tiene la oportunidad de comentar sus libros favoritos con otros lectores y anotar, a su vez, las recomendaciones de éstos.

-También le he leído decir que una buena historia es una buena historia y que no importa cómo esté contada. ¿Qué es una buena historia?

-Lo que yo dije en realidad es que una buena historia es una buena historia, no importa el medio en el que esté plasmada: libro, cómic, canción, película o incluso videojuego. Una buena historia es aquella que está bien construida, con personajes que llegan al corazón, que te atrapa y te transporta al mundo que te está describiendo, que te fascina y te conmueve. Y esas buenas historias no se encuentran solamente, se construyen. Puedes tener el germen de una buena historia y estropearla por no haber sabido transmitirla de forma adecuada.
-Mantiene un contacto directo con sus lectores a través de cartas y foros y de encuentros personales ¿Qué le sorprende de ellos? ¿Cómo definiría el perfil de su lector?
-No tengo un único perfil de lector, porque el lector no es uno, son muchos. Además, en las firmas y presentaciones viene gente de todo tipo: adolescentes (chicos y chicas), niños más jovencitos, universitarios, incluso madres y padres, y muchos no vienen solamente como acompañantes, sino también como lectores. Y entre los jóvenes, es curioso, porque encuentras de todo: otakus, heavys, góticos, de colegios concertados, de institutos públicos, de aquí, de allí... No puedo definir el perfil de mi lector, porque no es único; aunque un porcentaje muy importante de mis lectores son adolescentes, entre 12 y 18 años, no son todos iguales, y además, también me lee gente más mayor y gente más pequeña. Y lo que me sigue sorprendiendo de ellos es el entusiasmo y la pasión que ponen en todo.
-¿Cómo reacciona cuando se queda en blanco, porque supongo que en algún momento usted tendrá las mismas dudas que rodean a cualquier escritor, perder la inspiración, miedo a equivocarse...?
-No me quedo en blanco. Como he comentado antes, no es una cuestión de inspiración, sino de construir historias. Antes de empezar a escribir un libro, lo he estado meditando durante meses, incluso años. Así que, cuando empiezo a escribir, sé exactamente cómo se va a desarrollar la historia, desde el principio hasta el final, y cuento con un esquema muy detallado de capítulos, de personajes, de tramas, subtramas... Sólo podría quedarme en blanco si fuera improvisando, pero no es mi caso. Puede que algún día esté menos centrada por los motivos que sean, pero eso no es problema; continúo al día siguiente, y ya está.
-Y además es perfeccionista
También reviso mucho mis libros cuando los he acabado. Antes de que una de mis novelas salga publicada, probablemente la habré revisado cerca de media docena de veces, y la ha leído más gente, editores, personas de confianza... Cuento con que, si no es una buena novela, me lo dirán. Así que, cuando publico un nuevo libro, lo hago con la certeza de que podrá gustar más o menos, pero yo he hecho todo lo que estaba en mi mano al respecto y me he empleado al máximo.

-Mantiene su residencia en Valencia, más concretamente en Alboraya, pero sus libros se han traducido a un buen número de idiomas. ¿Vivir fuera le haría ver las cosas de otra manera, o hacerlo en Valencia le permite mantener su vida de la forma más natural?

-Vivo en Valencia porque es donde está mi gente; vivo en Alboraya porque es un sitio tranquilo y al mismo tiempo cercano a la ciudad. Si puedo elegir dónde ejercer mi profesión, ¿por qué no hacerlo desde casa? Muchas personas se ven obligadas a desplazarse muchos kilómetros, o a cambiar de ciudad, por causa de su trabajo. Yo tengo la suerte de poder elegir.

-¿Le molesta que el mercado o la industria pueda llegar a encasillarla definitivamente en su género?

-No. Si escribo literatura fantástica es porque quiero, porque me gusta. No veo por qué debería molestarme. No hay nada vergonzoso en escribir literatura fantástica, ni tampoco en escribir para jóvenes; ambas opciones son tan dignas como cualquier otra.

-Acaba de publicar un nuevo libro «Dos velas para el diablo», cuya protagonista es la hija de un ángel que busca al demonio que mató a su padre y así poder vengarle. Creo que en esta obra hay una serie de componentes literarios más complicados ¿Qué diferenciaría este libro de otros de los publicados por usted hasta ahora?

-Cada uno de mis libros es distinto a los demás, porque cuentan historias diferentes. No creo que éste sea ni más fácil ni más complicado que los demás. Lo único es que la historia me pedía un narrador en primera persona y es el primer libro que publico que está escrito así.

-Dicen de sus obras que sus personajes muestran sin cesar sus sentimientos, dudas, recelos, decepciones..., y se guían por ellos, generalmente más que por otros conceptos como el honor o el deber. ¿Por qué?

-¿Y por qué no? La mayoría de la gente corriente se guía más por sus sentimientos y sus emociones que por conceptos como el honor y el deber. Intento meterme en la piel de mis personajes y los imagino como seres que tienen sus dudas y sus miedos, como todo el mundo, y sobre todo cuando se da el caso de que tienen que enfrentarse a situaciones difíciles o extraordinarias. A mí, personalmente, me interesa saber más acerca de este tipo de personajes que de los héroes caracartón que son perfectos y nunca se despeinan. Y supongo que a la mayor parte de mis lectores, también.

-A la hora de escribir, ¿admite sugerencias? ¿Son buenas en la literatura?

-Claro que admito sugerencias, pero de personas que las sepan dar. Volviendo con la metáfora del puzzle, se agradece si alguien te aporta una pieza que encaja mejor con la historia que estás contando, pero no tiene mucho sentido que te ofrezcan una idea que no encaja con el resto de la historia, o que obligaría a efectuar demasiados cambios sólo para incluirla, por muy interesante que ésta sea. Hay una serie de personas que leen mis libros antes de que salgan publicados. Entre ellas, el editor. El trabajo del editor consiste precisamente en pulir el texto y hacer sugerencias. No para que acabes contando una historia distinta, sino para que la historia que quieres contar la cuentes de la mejor manera posible. Y siempre he dicho que nadie nace sabiendo escribir. Es una cuestión de práctica y de aprendizaje, y el escritor, por bueno que sea, no es perfecto. Puede cometer fallos y, naturalmente, también puede aprender.

-Supongo que para un escritor de éxito afrontar una nueva obra debe ser una cuestión de mucha responsabilidad por el vértigo que debe suponer intentar siempre superar al anterior. ¿Mantiene usted algún tipo de método de trabajo?

-Yo sigo aprendiendo en cada libro que escribo, y me esfuerzo porque cada libro sea mejor que el anterior. Y he aprendido mucho de mis editores. Estoy convencida de que cada escritor que pretenda publicar un libro debería tener un editor, un buen editor. No sólo porque cuatro ojos ven más que dos, sino, también, porque son más objetivos.
En cuanto a mi forma de escribir, no necesito ser metódica. Cuando estoy trabajando en una novela disfruto tanto que paso muchas horas seguidas escribiendo, sin darme ni cuenta de lo que pasa a mi alrededor, como sucede cuando estás leyendo un libro que te engancha. No necesito obligarme ni nada por el estilo, porque no dejo de buscar horas y huecos para seguir escribiendo.

-¿Puede recomendarme un libro que le haya impactado recientemente?
-«La ladrona de libros», de Markus Zusak.

-¿Y desvelarme una pasión secreta?
-La lectura. Pero no es secreta.

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