El dia que Zapatero va a rezar El día que Zapatero va a rezar Fecha de publicación: Hoy es la fecha en que nuestro presidente José Luis Rodríguez Zapatero sorprenderá al mundo con una alocución de tono religioso o intimista en la capital del imperio. Se hace el silencio en los cinco continentes, de pura expectación ante unas palabras que se suponen más piadosas que el orador. Este cronista les confiesa que las espera con más interés que un debate sobre el estado de la nación. Primero, por saber si elige un texto bíblico, un poema místico, o un trozo de literatura santa que le haya seducido en sus agnósticas reflexiones. Segundo, por saber si dice un discurso propio (o alquilado), porque será maravilloso conocer la profundidad del pensamiento religioso del hombre que acepta suprimir los símbolos confesionales de las escuelas. Y tercero, por una razón tan vulgar como esta: ni Zapatero se ha visto en otra, ni pensaba verse, ni ninguno de sus administrados pensábamos que lo veríamos allí. Lo último que se le ocurriría a cualquier mortal sería sugerir su nombre para una sesión religiosa en Washington. Pero está visto que lo insólito siempre se puede esperar de los americanos. O sea, que tiene todos los ingredientes para la emoción y la intriga. Y a este cronista le gusta. Le gusta ver a su jefe de Gobierno en esa sesión mágica. Ignoro si será morbo o necesidad, pero reconforta ver que el gobernante peor tratado por la prensa internacional recibe al mismo tiempo ese reconocimiento del Día Nacional de la Oración. Tengo la levísima esperanza de que, al ver aquel recogimiento, Zapatero sea capaz de asumir que los sentimientos religiosos son tan respetables como una ideología política. Y ya puede rezar por él mismo y su Gobierno. El espectáculo que están dando con las pensiones, los años de jubilación, las explicaciones sobre el paro y demás desgracias, solo se pueden resolver ya con oraciones, aunque me temo que sean oraciones de creyentes. Eso tan importante como que Leire Pajín escriba el poema épico de la conjunción planetaria. Por cierto: vaya faena la de Obama. No venir a la cumbre de Madrid es como dejar al novio ante el altar. Eso no se le hace a un enamorado. Zapatero y todos los socialistas esperaban esa visita como lluvia de maná. Pero es evidente que cuando las cosas no están de Dios, no hay cristiano que las enderece, y también es mala suerte que la agenda interior y otras prioridades americanas impidan el encuentro. Y es que Zapatero necesita la foto, pero Obama no está para regalar fotos. Lo que no resulta fácil entender es por qué se dejó crecer tanta ilusión en ese encuentro, si no estaba confirmado por quien lo tenía que confirmar. Me temo que, una vez más, alguien ha confundido los deseos con la realidad.
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