Versos - La mala vida Es hora de que sepamos cuál es lo malo y lo bueno; esto no precisa freno y aquello, si no frenamos nos vamos al precipicio, bastando un leve empujón para caer de rondón en la molicie y el vicio. Es difícil de salir, cada día te hundes más y luego ya no querrás dejar ese “buen vivir”. Esclavo del hedonismo y ausente de cosas buenas, te vas poniendo cadenas que te aferran al abismo. Olvidas tu formación y en compañía indeseable, te peleas con quien te hable de nobleza y corrección, que es más fácil para ti vivir en la zafiedad, burlarse de la piedad y de “otras cosas así”. Los valores en que crees seguidos por muchos más, los encuentras donde vas y en los libelos que lees. No tienes criterio propio y te barrenan la mente, haciéndote dependiente como si te dieran opio. Y así eres su prisionero que te aplauden y jalean, mientras contento te vean en ese afán torticero. Si una chispa de cordura tu cabeza te sacude, en tu auxilio nadie acude y el buen juicio no madura. El tiempo se va pasando viviendo días felices, como a ti mismo te dices y te vas deteriorando, pero el alcohol y las drogas te hacen mantenerte en pie, aunque en tu caso se ve que poco a poco te ahogas perdiendo la fe en ti mismo y ya vas dándote cuenta que tu sufrimiento aumenta llegando hasta el paroxismo. No sabes qué hacer contigo, pues no te sientes tan fuerte para poder detenerte y buscar algún amigo que te ayude de verdad, si lo encuentras todavía, o renuncias a esta vía buscando la soledad. Un rayito de esperanza de vez en cuando en ti bulle y tu mente no lo excluye y aunque llega con tardanza, quizá te haga comprender que si pones gran empeño es posible que seas dueño de tus actos y vencer con toda rotundidad, aunque mucho sacrificio te cueste, pero el suplicio se te aleje de verdad. No te acobardes ahora y demuestra al mundo entero que siempre se impone un “quiero” al que no se atreve y llora. Recobra la juventud que en tan mala hora se fue, como así mismo la fe, la dignidad y la salud. Si te vienen a buscar ofreciendo el paraíso, contéstales “yo ahí no piso, que ya conseguí escapar”. Cristino Vidal Benavente. |