Versos - Centro médico En la consulta del médico esperaba Justiniano, cuando entraba Severiano con su aparato ortopédico. Éste muy a duras penas hacia aquél se dirigía y junto a él se ponía después de decir “muy buenas”. Ambos a dos preguntaron que cuál era su dolencia, para hacer allí presencia y la misma se explicaron. Severiano confesó que cuando el tiempo cambiaba, la pierna una lata daba “que la madre que parió”. Apenas podía andar aunque usara el aparato, pues si se movía, al rato a la cama iba a parar, pues era tal el dolor que sentía en la rodilla, que cualquier cosa que pilla la destruye con furor. A Justiniano pregunta qué es lo que le pasa a él, aunque el color de la piel le dice que se barrunta que el hígado es el culpable. Justiniano le confirma que es el hígado y afirma que si el doctor le echa un cable, con un buen medicamento, ahora que tanto no bebe, puede que en un tiempo breve acabe con el tormento de esos dolores malditos que obligan a retorcerse y en la cama ir a meterse entre lágrimas y gritos. En esto que llega Aurora con un brazo en cabestrillo y en el otro su chiquillo que de cuando en cuando llora, seguro que sin saber ni siquiera lo que quiere. Su madre dice que espere que el médico la va a ver y después de haberla visto saldrán a la calle y luego podrá seguir con su juego todo lo que quiera y listo. Pasa Ramona tosiendo que por poco si se ahoga, pues parece que una soga la aprieta el cuello y sufriendo por no poderse explayar, que un chisme con otro enlaza y no deja meter baza discutiendo sin parar. Y esta vez no se conforma con callar y así por señas suelta sus letras pequeñas, como siempre fue su norma. Engrosa la espera Andrés al que acompaña Marina y a los dos también se arrima la presumida de Inés, que del burro no se apea, porque hablando por lo codos siempre tiene más que todos, se trate de lo que sea. Si alguien dice que está floja ella contesta que más y si tú un mal paso das, ella dice que está coja. Sabe de todos los males sus causas y sus remedios, aconsejando los medios a los que llama totales para acabar de una vez con aquello que te duela, igual da que sea una muela o se trate de acidez. Ahora ha entrado Marimar a la sala de consulta y aunque lo intenta no oculta de lo que se va a enterar, pues su tripa le ha crecido y aunque el novio se ha marchado, se ve que algo la ha dejado con ella cuando se ha ido. La mira Juan que ahora pasa y con algún disimulo mira la tripa y el culo y se sonríe con guasa. Los padres de Rafael han entrado apresurados, grandemente preocupados por lo que le pasa a él y es que jugando a la taba, este curioso juguete en la boca se le mete y en la garganta se traba y es necesario sacar aquello de la garganta, que grita el niño que espanta y no deja de llorar. Todos les ceden el paso y convienen que es mejor que antes que a nadie, el doctor resuelva este grave caso. Matilde y su depresión entran juntas en la sala, una depresión tan mala que la deja sin visión positiva de las cosas, ya que con nada se alegra y la vida la ve negra y las cosas desastrosas. Muy despacio entra Jacinta bamboleando su vientre y desde antes que entre ya se le ve que está encinta, que Marimar a su lado una sílfide parece y es que la tripa le crece con furor desaforado y como no es primeriza, cada vez que pare aumenta y no se está dando cuenta que parece vaca suiza. Acude con dos mocosos un tanto maleducados, un poco desaliñados y un bastante revoltosos, que se vienen atizando y su madre no es capaz de que se dejen en paz y se terminen callando. A los que están, se les suma Mercedes, la “chinchorrera”, ya que de todo se entera, hablando de su reúma, diciendo que la aspirina, con aguardiente y con ajo y algún que otro comistrajo, con los dolores termina. Que me lo digan a mí, dice Julio diligente, que sólo con aguardiente esa enfermedad vencí, aunque la verdad os digo que el reúma se quitó, pero el hígado quedó igual que si fuera un higo. Y es que Julio es un borracho de los que antes había, que el vino se lo bebía como si fuera gazpacho. Ahora llega el tío Fernando a que le den el sintrón, ya que tiene el corazón que falla de vez en cuando y el hombre tal miedo tiene que cuando al médico va nunca muy seguro está de si es que va o es que viene. La Remedios y Dolores cada una con su quiste y Juan que las ve hace un chiste aunque no es de los mejores y dice: Remedios entra, que es a ti a la que buscamos; luego dice: a ti te echamos cuando en Dolores se centra. Luego entra Pedro corriendo y corriendo abre la boca, diciendo que ahora le toca porque su hija está pariendo. Más tarde llega Ramón en la mano un aparato, con el que de rato en rato ve cómo está su tensión, que la duda se le come y no resiste esperar a que le toque pasar al médico y se la tome. Es manía muy extendida en todo Juan Español, igual que el colesterol y menos mal que no el sida. No busquemos más pacientes, que el doctor nos va a decir que si vamos a seguir necesitará suplentes. Cristino Vidal Benavente. |