Versos - El odio Es posible que entre todos, si es que a ello nos prestamos, ya de una vez consigamos que se abandonen los modos, que representan los lodos de polvos que otros hicieron, por motivos que tuvieron posiblemente banales, convirtiendo en radicales cosas que no merecieron. Echemos tupido velo sobre un pasado que ha muerto y que, además, es incierto, y levantemos el vuelo, solicitando del cielo que no vuelva a suceder aquello que pasó ayer y que de ahora en adelante, tengamos otro talante y otra manera de ser. Que el odio no es nada bueno, porque es pasión que rebota y rebotando rebrota, dejando el corazón lleno de repugnante veneno que socava poco a poco, convirtiéndose en el foco de un terrible sufrimiento, que cada vez va en aumento hasta que te vuelve loco. ¿Qué culpa tienes del mal que los tuyos cometieran, en el caso de que fueran maldades?, pues no es igual que el pecado original que heredamos sin querer, puesto que sólo por ser humanos viene prendido a todo recién nacido por el hecho de nacer. No tienen culpa ninguna ni los unos ni los otros, ni decir:”fuisteis vosotros”, que fueron todos a una como allá en Fuenteovejuna y en dos bandos se escindieron y con ardor combatieron su forma de ver la vida, dejando a España dolida por los muchos que murieron. No tentemos a la suerte y limemos diferencias, reviviendo las vivencias que nos recuerdan la muerte por nuestro carácter fuerte y encaremos el futuro, haciéndolo más seguro para tirios y troyanos, entrelazando las manos por si se presenta duro. Cristino Vidal Benavente. |