Cosas del pueblo- Los juegos, segunda parte. Sigue sin dejarme entrar, por lo que he sustituido por puntos algunas letras, a ver si se trata de las palabras que he elegido para ello. Como son fáciles de leer, os vais a enterar hasta qué punto llega la ridiculez de esta gente. No se me olvida la “t.ompa” que con trencilla bailábamos en el suelo y luego echábamos a la mano con gran pompa, tirándola luego al suelo para sacar un platillo de un redondel, tan sencillo como llover desde el cielo. Otras veces lo que hacíamos era tirar a otra t.ompa, pretendiendo que se rompa y de un golpe la partíamos. También existía un “trompique” como la tro..a, en pequeño, con el mismo desempeño, mas a su lado, alfeñique. ¿Quién no se acuerda del “aro”? al que llevabas rodando con los palos que ibas dando o con un alambre raro al que llamábamos guía, cuando el aro era de acero y que si ahora me sincero como una flecha corría si tu corres como ella, que el aro iba como tú, corriendo como un ñandú, lo mismo que una centella. Había otro juego muy raro que era “la rata corría” donde una alpargata había que utiliza con descaro aquél que la rata esconde y cuando pasa un muchacho, con el mayor desempacho le pega con ella donde ahora mismo bien calculo, entre la espalda y la pierna que es del cuerpo la más tierna y conocida por .ulo. Otro juego era el del “b..ro”, en el que alguien se ponía frente a una pared y venía otro que era tan cazurro como el que estaba debajo y encima de él se montaba y otro y otro se sumaba hasta juntar un hatajo de zá.g.nos tan completo, que al que le toca debajo le dejan como estropajo siendo el juego más paleto. Una variedad había que era el “zorro”, “pico”, “taina”, también una garambaina que el que jugaba tenía que adivinar si la mano del que pregunta cerrada, saca un dedo o alargada se la esconde este fulano. Zorro cerrar puño es, el dedo alargado es pico y la tercera me explico que es taina y ya están las tres. Por muy salvaje que sea hemos llegado a jugar a grandes cantos tirar, que se llamaba “cantea” entre uno y otro bando detrás de un montón de tierra y como se hacía en la gu..ra las piedras iban silbando a ver quien acierta más a pegar al enemigo, que aunque busque un buen abrigo con puntería le das y más de un descalabrado cuando acaba la pelea al médico da tarea para poder ser curado. Yo no sé si llamar juego a tirar con “tirador”, pues eso es de cazador, pero sin arma de fuego. Los pájaros nos temían sobre todo en primavera, pues en esta estación era cuando los “nuevos” salían. Con ánimos ofensivos y el tirador en las manos los muchachos muy ufanos íbamos a los olivos a matar pájaros nuevos, que tan fácil había sido y si encontrabas un nido también cogíamos los huevos. ¡Cómo me arrepiento de ello! pues es fácil comprobar que es muy difícil hallar espectáculo tan bello como un pájaro que trina y te alegra los oídos con tan preciosos sonidos, que hasta el alma te ilumina. Era el juego del “..y cojo” de los juegos el más tonto que despacharemos pronto, porque me causa sonrojo contar en qué consistía y era que al que se engañaba la columna se agachaba y como estribo ponía, pareciendo una cuchara, la mano vuelta hacia arriba mientras el ..y cojo iba después que mierda pisara, a poner allí su pie y aquel que hace de caballo le llama algo que me callo cuando la mano se ve. No quisiera terminar sin mencionar el balón, pero sería un tostón que ahora me pusiera a hablar de un juego tan conocido, terminando por ahora de juegos quien los añora sin echarlos al olvido. Cristino Vidal Benavente. |