ANÉCDOTAS CARPEÑAS - CARLINA (III) A la graciosa Carlina una cosa sucedió cuando a Madrid viajó con su hermana Vitorina, que metidas en harina Carlina y su fiel hermana, salen de buena mañana y cada una se desplaza desde su casa a la plaza, hasta la Sepulvedana. No se hablaban ese día por algo que había pasado, pues las dos se habían picado y a buen seguro sería por alguna tontería. Así transcurrió el camino, las dos con gesto mohíno hasta que a Madrid llegaron y bajan lo que llevaron, pero les faltaba el vino. El vino de un garrafón que a su yerno que ha esperado el cobrador le ha entregado sin ninguna dilación debido a una confusión, que la garrafa no era de Carlina y compañera, pues para un señor venía y que no recibiría aunque estuviera a la espera. Cuando a su casa llegaron, como es hora de comer el vino para beber de la garrafa lo echaron y todos lo ponderaron por el sabor que tenía y nadie se resistía a tomarlo con fruición, alegrando el corazón de aquél que se lo bebía. Preguntaron a Carlina que de dónde era aquel vino que era de sabor tan fino y responde la ladina que sería de Vitorina, pues ella no lo ha traído, que seguramente ha sido su hermana sin avisarla y ésta que no quiere armarla suelta un “no” muy comedido. Entonces se dieron cuenta del error que cometió el cobrador cuando dio esa garrafa y se inventa, para evitar la tormenta, que la mejor solución es llenar el garrafón con otro vino cualquiera, aunque tan bueno no fuera para salir del follón. La garrafa devolvieron quedando como señores, pues no fueron infractores ya que a ellos se la dieron y como suya tuvieron, pero quién sabe la cara que al dueño se le quedara cuando un vino peleón sacara del garrafón y al coleto se lo echara. Cristino Vidal Benavente. |