Clase gratuita de un maestro de economía. Como debido a mi trabajo, hace que lea la prensa con cinco o seis días de retraso, me he encontrado con un artículo de un maestro en economía que coincido plenamente con él en su exposición que viene a decir, que este es el momento o no lo será nunca. El sector público había sido prudente y mostraba un superávit presu--- puestario del 1,9% y una deuda del 37% del PIB (Producto Interior Bruto) en 2.007. Eso le permitió poder intervenir, para compensar la brutal caída de la demanda interna privada de consumo e inversión y evitar una recesión mucho más grave. Sin embargo,las crisis financieras siempre traen consigo crisis de deuda tanto privada como pública, y el sector público español ha pasado de di- cho superávit a un déficit del 11,2% del PIB, es decir, un cambio de 13,1 puntos porcentuales de PIB en solo 2 años, un récord histórico. Dicho déficit un 50% ha sido resultado de una caída de los ingresos, de- rivados de la burbuja inmobiliaria y de la construcción, y el otro 50% por el aumento de los gastos, la mayor parte por los subsidios de desem- pleo, pero también por el aumento de los empleados públicos y de sus ho- norarios, en autonomías y ayuntamientos. Estos excesos de endeudamiento privado y público están ya corrigiéndose. Las familias y las empresas han duplicado sus tasas de ahorro en menos de 2 años y el sector público se comprometió en Febrero de 2010 a llegar a un 3% de déficit en 2.013. Naturalmente esta contracción fiscal inci- dirá negativamente en la tasa de crecimiento en los próximos años. El segundo problema es estructural y consiste en que durante todo el pe- ríodo de elevado crecimiento con un promedio del 3,5% entre 1995 y 2007, sin embargo, la productividad por empleado y hora trabajada ha aumentado muy poco y la productividad total de los factores, que es la verdadera productividad, fue negativa. Se ha crecido acumulando empleo de cualifi- cación media y baja y capital físico, sobre todo inmobiliario, pero sin que aumente la productividad deriviada de I+D+i, que es la clave de un crecimiento sostenido. El crecimientpo en España estaba basado en dos cosas. 1º, la caída de los tipos de interés al entrar en la Unión Europea y desaparecer el ries go de tipo de cambio de la peseta y 2º por la entrada masiva de de cua- tro millones y medio de inmigrantes en edad de trabajar y con tasas de actividad y movilidad que han dado otro impulso a la economía. Esto a su vez ha generado pérdida de competitividad en la zona euro y que alcance un déficit externo del 10% del PIB. Toda esta falta de competitividad tiene su origen y escasa productividad en el mercado laboral, institución que no ha experimentado ningún cambio en profundidad en la transición y en la democracia, sino que algunas de sus reformas parciales han empeorado, aumentando la dualidad laboral y los contratos. Por un lado la existencia mayoritaria de trabajadores de edad madura y nivel de educación media y baja, muy protegidos por unos costes de des- pido de 45 días por año, y por otro, unos trabajadores jóvenes con mayor nivel de educación con contratos temporales de seis meses renovables hasta tres años y con unos costes de despido de 0 a 8 días por año. Estos jóvenes están sobrecapacitados para los trabajos que realizan, se les da muy poca formación dentro de la empresa porque pueden despedirles viven con sus padres, no pueden formar un hogar, ya que no hay viviendas en alquiler y los bancos no les dan créditos si no tienen un trabajo es- table. Al no tenerlo se desaniman y producen menos. Esto hace que exista toda una generación joven con una productividad in- ferior a su potencial, que pasa un tercio de su vida laboral en paro, que no tiene expectativas de empleo estable y de progreso y que además va a tener que pagar las pensiones de los otros trabajadores protegidos de mayor edad. Este despilfarro de capital humano, de productividad po- tencial y de crecimiento no solo es una grave injusticia social sino un problema económico muy serio. Además este mercado dual es una de las causas de que el desempleo sea mucho más volátil y el más elevado de la zona euro. Pero eso no es todo, el sistema de negociación colectiva español es uno de los menos eficientes y más inflacionistas que existe en Europa. La negociación salarial debería hacer que el salario real medio ( deducida la inflacción),-no olvidemos que es el impuesto de los pobres-, aumenta- se al mismo ritmo que la productividad media. Sin embargo, esta no pare- ce tomarse en cuenta, ya que los salarios han estado creciendo más de un punto porcentual por encima de la productividad durante todo este largo período, así como por encima de los otros países de la zona euro. Además tiende a aumentar el desempleo al imponer las negociaciones sala- riales sectoriales y provinciales a todas las empresas independientemen- te de su productividad y de su situación económica. El resultado es que el mercado laboral español se ajusta solo por cantidades ( desempleo ) en lugar de precios ( salarios ). En definitiva, su indexación con la inflación pasada, su desconexión con la productividad y su fomento de desempleo muestran la urgente necesidad de cambio. Por último, si no existiese este problema estructural tan grave y que produce tanto desempleo, probablemente no existiría crisis fiscal al- guna ya que el coste actual del desempleo son 34.000 millones de euros al año, cifra similar a toda la contracción fiscal que hay que realizar cada año hasta 2.013. A pesar de estas contundentes evidencias, los agentes sociales, que son imprescindibles en una sociedad democrática tras casi dos años de nego- ciaciones en medio de una recesión y de un desempleo del 20%, han mos-- trado poco interés en llegar a un pacto para cambiar y mejorar el actual sistema, quizá porque mantenerlo les favorece a ambas organizaciones, que muestran una escasa afiliación y, sin embargo, una enorme y costosa implantación burocrática nacional, sectorial y provincial que no quieren perder. Ante esta situación el Gobierno debe atreverse a cambiar, aún por decreto ley este sistema de contratación laboral y de negociación colec- tiva tan ineficiente, tan injusto, tan inflacionista y que además per- judica al empleo y al crecimiento. Es esta una ocasión única para que el Ejecutivo lleve a cabo un cambio en profundidad de esta situación arrastrada desde hace décadas, esto le permitirá pasar a la historia por haber hecho lo que tenía que hacer, aunque consiguientemente pudie- ra o puede tener un coste político elevado, es decir perder las eleccio- nes generales. |