Celadas - Teruel

¿Quién ha dejado el cubo de la basura abierto en el PAU de Vallecas?
Miles de vecinas y vecinos sufren cada semana fuertes olores procedentes de las diversas plantas del complejo de Valdemingómez. La planta de compostaje, la incineradora y ocasionalmente la quema de vertidos ilegales ensombrecen las virtudes del ecológico barrio del Ensanche de Vallecas, punta de lanza de los desarrollos del Sureste.

08-06-2009
Compartir: Cada mañana los vecinos del Ensanche de Vallecas exclaman “tengo una corazonada”. Cualquiera de ellos, al abrir la ventana para dejar pasar la luz, escuchar el canto de los pájaros y llenar de aire fresco la habitación lo que experimentará –tristemente- será un verdadero puñetazo en las narices, un penetrante y desagradable olor que inunda la calle, la casa y la alcoba. La práctica certeza de que “hoy también olerá” es un tema de conversación común en las calles del barrio, a la puerta de los colegios y en los supermercados.

La inquietud vecinal es tal que la Asociación PAU de Vallecas lo está siguiendo y gestionando desde su comisión de Medio Ambiente. Fueron tantos los comentarios recibidos en su foro virtual de vecinos, que la Asociación tuvo la iniciativa de crear en noviembre de 2008 un formulario para recoger datos acerca de este problema cotidiano.

A falta de interés de la administración en el tema, los vecinos han tenido que convertirse en verdaderos expertos en malos olores: “Fecal-basura”, “Quemado-ceniza”, “Aceite”. Estos son los tres tipos de olores que clasifican en su estudio y que llegan con fuerza al Ensanche. De ellos, el que mayor incidencia ha tenido en todos estos meses ha sido “Fecal-basura”, con similar intensidad durante la mañana y la tarde. Ver gráficos del estudio y más datos ->

Según el vecindario, todo apunta a que este tipo de olores procede de la planta de compostaje de Valdemingómez, situada a pocos kilómetros de las viviendas del Ensanche de Vallecas y dónde se convierte la basura orgánica de todo Madrid en compost. En teoría debería ser imposible la emisión de olores de esa instalación, puesto que las plantas de compostaje mantienen los lodos hasta que están completamente secos y sean prácticamente inodoros, dentro de cámaras estancas. Salvo que la planta se haya quedado pequeña: en ese caso se verían obligados a sacar los lodos al aire libre cuando aún están frescos y podrían olerse a gran distancia.

Los vecinos y vecinas que envían quejas al Ayuntamiento reciben desde hace años una carta tipo en la que se afirma que los olores proceden de vertidos ilegales a la vez que se insiste en que se está trabajando en modernizar las plantas de Valdemingómez. La realidad, indica la asociación vecinal, es que los olores siguen igual, y los vecinos continúan registrándolos cada día que los sufren. Una carta de esta entidad ciudadana ni siquiera ha sido contestada por el Ayuntamiento. En ella se pidió sobre todo información. Ahora los vecinos exigen que se gestione el complejo medioambiental de forma más profesional, ya que son ellos los primeros a los que llega el resultado de la mala gestión: un olor a veces insoportable.

En estos momentos la Asociación PAU-Ensanche de Vallecas dispone de suficientes registros como para analizar las zonas y horarios más afectados, así como la intensidad percibida. En su opinión, el siguiente paso lógico sería realizar una valoración olfatométrica encargada a una empresa especialista independiente, algo demasiado caro para una entidad tan modesta. Por ello, han puesto toda esta información en conocimiento de la Junta Municipal de Villa de Vallecas, instándola a realizar el estudio olfatométrico, aunque por el momento no han obtenido respuesta.

Hace unos días concluyó su visita la delegación del Comité Olímpico Internacional encargada de valorar la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos de 2016, y uno de los lugares examinados fue el futuro Parque de la Gavia, donde se ubicará el canal de aguas bravas. Los vecinos y vecinas del Ensanche decían tener también “una corazonada”, la de que estos días tan singulares y como por arte de magia, el aire estaría limpio. Nada puede enturbiar a un Madrid que quiere ser olímpico. ¿O sí?

https://ww.youtube.com/watch?v=kDkfuGx-oW8

https://ww.youtube.com/watch?v=vRa8-QJ7W2U

La informacion que se puede ver en la primera direccion nos advierte de lo que pasará en Celadas.

Asturias
El vertedero central se agota
17.01.10 - 02:31 - SERÍN (GIJÓN).Imprimir Enviar Rectificar 1 voto2 votos 3 votos4 votos5 votos0 votos 30 Comentarios | Comparte esta noticia » CerrarEnvía la noticia Rellena los siguientes campos para enviar esta información a otras personas.

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EnviarLas capas de desperdicios están a punto de desbordar un valle que antes tenía cien metros de profundidad El depósito de Serín cumple 25 años engordando a un ritmo de 75.131 kilos de basura cada hora
«Antes tardábamos tiempo en 'bajar' al frente de vertido; ahora la basura coge altura»
Cada asturiano debería reciclar 123 kilos más al año para que el basurero llegue a 2016En el corazón de Asturias furgones policiales y camiones de basura viajan en la misma dirección. La cárcel de Villabona y las instalaciones del Consorcio para la Gestión de Residuos Sólidos en Asturias (Cogersa) están separadas por sólo 800 metros en una ubicación de discreción calculada. Cada día más de 73.400 conductores pasan por el cruce de caminos entre Gijón, Oviedo y Avilés, en la autovía 'Y', sin percibir que en ese instante sólo una colina impide ver ambas instituciones.
«Yo no tengo esa suerte», dice Águeda García. Vecina de Campañones, hasta mediados los 80 vivía dentro de un cuadro de prados y montañas con el mar de fondo. La cosa cambió cuando las administraciones expulsaron los basureros y las cárceles de las ciudades que más suministros generan -Oviedo, Gijón o Avilés- y los mudaron a un dominio de pocos habitantes: el de Águeda. «Ahora aquí siempre se oye el ruido», lamenta la mujer mientras recoge los berros de su huerta. La escena tiene un fondo inquietante. A los pies de la finca, los camiones descargan la basura que ocupa una explanada en la que ya cabría 81 veces el terreno de juego de El Molinón.
Es el vertedero de residuos inertes, el mayor de los tres que explota Cogersa. Se abrió en el valle de la Zoreda en 1985, convirtiéndose entonces en una solución que ahora se torna problema. «Antes que él, lo que había era una serie de vertederos dispersos, sin vigilancia y que incurrían en la ilegalidad. Al concentrar los desperdicios en un sólo punto, la gestión parecía un éxito y quien la criticaba, un traidor a la causa», señala Paco Ramos, de Ecologistas en Acción. Fue, a su juicio, una visión engañosa porque allí «sólo había un agujero que más tarde o más temprano, se acabaría llenando; teníamos que haber aprovechado para impulsar más el reciclaje, porque ahora estamos en un callejón sin salida».
Después de 25 años de actividad, el cementerio de basuras se muere. Los desperdicios se han ido acumulando en capas que alcanzan ya una altura de 100 metros sobre la vaguada. El valle está a punto de desbordarse por culpa de un suministro sin tregua: según los datos de 2009, cada segundo que pasa Asturias genera 20,8 kilos de basura de imposible recuperación. Son 75.131 kilos a la hora, 1.803 toneladas diarias. El 66% llega directamente de las bolsas negras que los asturianos sacan de sus casas.
José Ramón Soto se encarga desde hace 23 años de colocar un caudal de desechos en el que «hay de todo», dice. «Una vez llegó un empresario todo apurado, pidiendo que le dejaramos rebuscar en toda la basura que había llegado ese día, porque la señora de la limpieza le había tirado por error una bolsa con tres millones de pesetas».
No es un caso único. Los trabajadores de Cogersa se han planteado escribir un anecdotario. La semana pasada un traje de novia echado al contenedor de papel averió las máquinas. Por el mismo camino «nos han llegado juguetes sexuales de todo tipo», comentan.
Anécdotas aparte, el riesgo de basura ha cambiado la morfología del valle de la Zoreda. Antes había un río en el fondo; «cuando íbamos a trabajar decíamos que 'bajábamos' al frente de vertidos, y pasábamos mucho tiempo descendiendo hasta encontrarlo. Ahora la basura empieza a sobresalir; tiene su propia cota de altura», apunta Soto.
En unos meses las máquinas ejecutarán la última ampliación que el valle de la Zoreda permite. Las excavadoras abrirán un hueco entre los árboles que aún median entre el huerto de Águeda y el vertedero. Contando con esa operación, Cogersa calcula que aún tiene margen como para asumir 4,3 millones de toneladas de desechos irrecuperables en sus instalaciones, ubicadas en la intersección de los concejos de Gijón, Llanera, Corvera y Carreño. La cantidad es respetable. El problema, que el año pasado las 255.500 veces que los camiones descargaron sobre el vertedero dejaron 658.150 toneladas.
A ese ritmo, las estimaciones más optimistas de Cogersa avanzan que a finales de 2015 el depósito de residuos no peligrosos quedará agotado. Para retrasar esa fecha de colapso doce meses, cada asturiano debería hacer un esfuerzo desde este mismo instante que permitiera aumentar su cuota de reciclaje en 123 kilos anuales. Se trata de un reto harto improbable, si se tiene en cuenta que en todo 2009 el reciclaje acumulado en la región fue de 80,6 kilos por habitante.
Una solución encendida
¿Qué hacer para resolver el problema? En febrero de 2002 Cogersa contrató los servicios de la consultora internacional Intecsa-Inarsa para dar con la respuesta. El trabajo exploró un listado de siete alternativas, cada una de las cuales ofrecía una combinación distinta de nuevas infraestructuras para tratar la basura. A la hora de puntuar cada una de ellas, los técnicos recibieron la instrucción de otorgar un 34% del peso de su voto a los aspectos 'ambientales y sociales' mientras el coste económico contaba con una ponderación de 11 sobre 100. Bajo tales criterios, la opción resultante era la más cara y pasaba por reforzar a Cogersa con todas las instalaciones posibles: una planta de reciclaje, otra de compostaje, una tercera para biometanizar, y, finalmente, una incineradora.
Los expertos eran conscientes del alcance de su consejo. Según expusieron en su trabajo, una vez en servicio el horno será «la principal fuente de emisiones» de entre todas las plantas que Cogersa tiene en el enclave de Serín. Eso sí, la incineradora «no ha de producir un impacto significativo al dotarse a la misma de las medidas preventivas y correctoras necesarias» que marca la ley europea y nacional. Cumpliendo estos parámetros, la combustión de residuos «no supone peligro para la población, los ecosistemas y la vegetación de la zona». Hay que tener en cuenta que la disputada incineradora asturiana sería la número 437 de las ya existentes en el continente.
El dictamen de la Intecsa-Inarsa no convence a los ecologistas asturianos. Desde 2006 mantienen activo el llamado 'Conceyu contra la incineración', en el que están representados 22 asociaciones y partidos políticos. Dos de ellos son IU y Los Verdes. Hasta hoy, su fuerza ha logrado frenar el proyecto para la construcción del horno.
Sin embargo, el pulso con el ala socialista del Gobierno se ha recrudecido en las últimas semanas. El motivo es que se acerca la fecha límite: julio de 2010. Si en ese momento no está iniciada la tramitación del horno, el proyecto quedaría prácticamente abortado en sus actuales términos. Entre la redacción del proyecto, las autorizaciones, las obras y los ensayos, la incineradora exige unos 65 meses de trabajo. Es decir, si la 'luz verde' no llega antes de este verano, el horno tendría muy difícil llegar a tiempo para relevar al vertedero. Esta hipótesis supondría una victoria 'de facto' de los contrarios al horno y la obligación para el presidente que tenga el Principado a partir del año que viene de elegir la ubicación a un nuevo vertedero.
«Es todo un absurdo», entiende Alfredo Campañones, presidente de la Asociación de Vecinos de Campañones, que vive a escasos metros del vertedero. Esa presencia «es una molestia grandísima, los olores te entran a casa, el ruido de las máquinas nunca descansa, porque siempre llega basura». Dice que «cualquier cosa será mejor que el basurero», pero que esa es una posición «de la que sólo nos damos cuenta los que lo vemos, y como aquí hay tan poca gente...».