Villanueva de San Juan - Sevilla

La pasada tarde en mi huerto, ya en el ocaso, sentí un ruido que provenía de la linde que separa el huerto de una finca de secano. En la linde hay una valla metálica y una hilera de chumberas a lo largo de ésta. Al sentir el ruido me acerqué y vi, al lado de un paso que allí tienen, un conejillo, un enemigo, un depredador de lechuga, coliflor o cualquier otra planta, sobre todo si es recién plantada. Le tire una piedra y rompí una caja de plástico que tenía preparada para semillero, él se alteró y saltó pero no se fue, me acerqué y vi que pataleaba. Pensé que estaba enfermo pero se le veía limpio, los ojillos le brillaban, cada vez pataleaba con más fuerza, boqueaba, el pataleo fue disminuyendo, se estaba muriendo. Pensé que quizás hubiera caído en un lazo que yo no veía. Sentí necesidad de salvarle. Las hojas de chumberas me impedían meter la mano por debajo de la valla. Con un escardillo pequeño de cabo corto quité unas cuantas hojas metí el escardillo y encontré, entonces lo vi, el fino cable que le estaba quitando la vida al conejillo. Tiré, saque el cable y lo corté con el escardillo, saque el conejillo, y con trabajo pude sacar el cable de su cuello pero ya estaba muerto. El brillo de sus ojos había desaparecido. Mientras le sacaba por debajo de la valla había abierto la boca buscando un aire que no pudo encontrar y quedó totalmente inerte. Me dio una inmensa pena, pensé en hacerle el boca a boca pero no sabía cómo y además me sentía ridículo, entonces me acordé del agua (cuando era pequeño una vecina se dio un golpe y quedó inconsciente, su madre lloraba y había gente alrededor sin saber qué hacer, mi madre cogió un jarro de agua se lo echó en la cara y mi vecina volvió en sí) a toda prisa lo llevé al bidón que tengo con el preciado liquido y lo sumergí. Al sacarlo abrió la boca buscando el aire que esta vez sí pudo encontrar, lo dejé sobre el perejil, no se movía, respiraba con dificultad, pero poco a poco se fue recuperando, lo volví a coger lo acaricie y lo puse en un huerto de al lado que está sin labrar, anduvo un poco incluso dio una pequeña carrerilla hacia la valla, se paro, y ya con las orejas tiesas, miró hacia donde yo estaba, quise entender que me daba las gracias, pero los dos sabíamos que volvíamos a ser enemigos

Es un gesto que dice mucho de una persona, quien por el contrario maltrata a los animales es un malnacido.

Sea real o ficticio, es una buena acción y además, un bonito relato. En estos días en los que los medios de comunicación, nos cuentan lo mal que lo pasan tantas personas, es agradable leer algo que acabó bien aunque el protagonista fuera un conejo. Saludos.

Es real
En cuanto lo que está pasando con tantas personas muchas de ellas niños no tengo palabras. Creo que para que nos podamos llamar personas civilizadas, sociedad desarrollada u otros adjetivos rimbombantes que nos ponemos aun falta bastante