Villanueva de San Juan - Sevilla

Los viejos dormimos poco, la cama nos cansa. Me levanto muy temprano y muchas veces me siento en un sillón a ver el amanecer y la salida del sol, pues aunque vivo en una gran ciudad vivo en un piso alto y desde mi ventana, que mira al este, se ve el horizonte. Esta mañana en un estado de duermevela o ensoñación he visto el peñón y la sierra del tablón, en la nube que lo representaba no faltaba un detalle, sus aristas, ventana, una mancha oscura un poco más abajo…. Durante un instante creí estar entre olivos y viña, me acabó de despertar el claxon y el frenazo de un coche, alguien dijo (lo que se dice en esos casos y la censura no me lo permite)digamos,!melón!Me levanté y me fui al baño.

Eres un gran comunicador; te doy las gracias por enseñar gratuitamente a todo aquel que algo quiera aprender.

De madrugada, cuando aun los gatos siguen siendo pardos, me siento junto a mi venta a ver el mar, el mar de antenas chimeneas y tejados que se extiende ante mí en todo lo que mi vista alcanza. Pero a veces consigo cambiar el paisaje y trueco las antenas en almendros, los tejados en laderas, las azoteas en bancales. Luego llega el día y la luz que todo me lo borra. Dichosa la luz, que me trae la oscuridad, dichoso el desvarío que me hace vivir donde quiero, andar entre olivos, regar en mi huerto, bañarme en mi rio.
Un saludo a todos los que podéis cambiar la realidad, aunque solo sea a ratos, la cordura es para volverse locos.

Hoy ha sido día caluroso de agosto, el pequeño y claustrofóbico piso donde vivo se ha ido calentado durante todo el julio y no le baja la temperatura, ni de madrugada, de los 25. Las calles en esta zona de la ciudad están semidesiertas, el bar de la esquina ha cerrado, la única ventaja es que mi viejo coche de los noventa lo puedo aparcar cerca de mi viejo piso de los sesenta. No hace falta decir que no tengo un duro para vacaciones.
A veces, por la tarde noche, bajo una silla y la pongo en la acera y junto con algún otro vecino echamos un rato. Hablamos de cosas del barrio, de la recuperación que nosotros no vemos por ningún lado, de lo melones que son algunos políticos, en fin de cosas. Hoy también hemos hablado de nuestros pueblos (lo hacemos muchas veces) y quizás por contraste de este calor pegajoso hemos hablado de los inviernos. Me he acordado del peñón y de Los Tajos (en mi pueblo hay un sitio que se llama el Peñón, cuyo apellido no me da la gana poner, y otro que se llama Los Tajos, este sin apellido) cuando el Peñon se cala la boina y los chopos de Los Tajos no tiemblan sino que se mecen fuertemente, lluvia segura y pronto.
Un vecino que es gallego no se acaba de creer que en mi pueblo que es del sur, bastante al sur, halla años que pueda llover tanto o más que en el suyo, no se cree que en Grazalema llueva mas que en Santiago, no se cree que la tierra en mi pueblo escupa agua, que un quebraero se pueda tragar a un arriero y su borrico, o sepultar una casa de dos plantas. Después tengo que explicarle lo que es un quebraero.
En fin son casi las once de la noche y, o ha cambiado el tiempo, o el Peñon la lluvia y los quebraeros me han hecho coger fresco. Ya se me pasará cuando entre al piso. ¡Le estoy temiendo!