LOS SEÑORITOS ODIAN A LOS SEÑORIITOS Entre nosotros, españoles, nadan señoritos por naturaleza, el señoritismo es una enfermedad epidérmica, cuyo origen puede encontrarse, acaso, en la educación jesuítica, profundamente anticristiana y –digámoslo con orgullo– perfectamente antiespañola.Pero la verdad es que, como decía Juan de Mairena, no hay señoritos, sino más bien «señoritismo», una forma, entre varias, de hombría degradada, un estilo peculiar de no ser hombre, que puede observarse a veces en individuos de diversas clases sociales, y que nada tiene que ver con los cuellos planchados, las corbatas o el lustre de las botas. Sin embargo el pueblo, que conoce y afirma la insuperable dignidad del hombre, y que en ella tiene su cimiento más firme la ética popular , pregona a los cuatro vientos que«Nadie es más que nadie»,que es un refrán castellano. ¡Expresión perfecta de modestia y orgullo! Sí, «nadie es más que nadie» porque a nadie le es dado aventajarse a todos, pues a todo hay quien gane, en circunstancias de lugar y de tiempo. «Nadie es más que nadie, porque –y éste es el más hondo sentido de la frase, por mucho que valga un hombre, nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre. Así habla Paradas, un pueblo de señoriítos, que siempre han despreciado al señoriíto.
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