Paradas - Sevilla

Probablemente, el origen de la extraordinaria fortuna de Atenas estuvo en su pobreza. Los habitantes del Ática no hubieran podido elegir un rinconcito del mundo más inhóspito, estéril y árido. La mitad de su territorio no era cultivable y de la otra mitad, aún hoy en día con las técnicas modernas, sigue siendo igual de pobre. Pero los atenienses hicieron de la necesidad virtud y administraron los magros recursos con sensatez. Parece mentira, pero la civilización entendida como sentido de la mesura, armonía y racional claridad, tiene siempre como abono la avaricia de la tierra y la parsimonia de los hombres, que encuentran en ello un estímulo para su propia iniciativa.

Hipócrates, el primer médico laico, exclamaba escandalizado: “¡Decir que hay gente que come hasta dos veces al día y lo considera normar!”.

Por eso los ciudadanos se dedicaron a la industria. No en el sentido en que hoy en día lo entendemos, si no que tenían pequeños talleres en los cuales se fabricaba de todo, pero ya con cierta especialización: el que fabricaba espadas no fabricaba escudos y viceversa. Y esto tuvo su importancia, pues una población de carácter industrial acaba siempre desarrollando una política diferente a la de las poblaciones rurales. En primer lugar, tiene a dar prioridad a los problemas del comercio y las finanzas. Para compensar las importaciones de productos alimenticios, hubieron de procedes a la exportación de manufacturas, y por ende a una producción relativamente masiva. Por ello la civilización ateniense fue exquisitamente ciudadana. Si se hubiese recluido en sus propias fronteras con sus pocos recurso, probablemente se hubiese quedado en un poblacho mas. No fueron grandes constructores de carreteras, entre otras razones porque su geografía se lo impedía, y por ello nunca llegaron a desarrollar un buen servicio postal ni una industria de hospedaje. Así pues, no le quedaba más que el mar, y ahí volcaron toda su política. Su flota contaba con naves de más de doscientas toneladas.

La cosa más difícil de reglamentar era su sistema monetario y bancario, y Atenas comprendió lo que otros muchos en cambio jamás entenderán: mientras otros estados practicaban la mezquina astucia de la desvalorización, ellos, en cambio, practicaron una honestidad que, sin embargo, no estaba las costumbres de sus ciudadanos, dando un valor estable a su dracma y convirtiéndola en una moneda de internacional aceptación. Un dracma valía seis óbolos y contenía una cantidad de plata que nunca fue alterada…..

Seguiremos en otro momento…

Gracias betica. Magnifico mensaje. Te leo con avidez.

Saludos forer@s.

muy bonito. es pascado, el bonito es pescado.
un saludo amigo, parece usted un banquero

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QUÉ ES EL ÉXITO?

Exito es:

-A los 3 años,... no mearse.
-A los 6 años,... recordar lo que hiciste en el día.
-A los 12 años,... tener muchos amigos.
-A los 18 años,... tener carnet de conducir.
-A los 20 años,... tener relaciones sexuales.
-A los 35 años,... tener mucho dinero.
-A los 50 años,... tener muchísimo dinero.
-A los 65 años,... tener relaciones sexuales.
-A los 70 años,... tener carnet de conducir.
-A los 75 años,... tener muchos amigos.
-A los 80 años,... recordar lo que hiciste en el día.
-A los 85 años,... no mearse.

Hay que joderseeeeee... ¡Las vueltas que da la vida!!


Saludos

La dracma estaba bien, pero al ser de metal no era nada fácil de transportar. Pero precisamente por eso surgieron los bancos, y esto nos lleva a darnos cuenta de la hipocresía de los ciudadanos: consideraban inmoral el préstamo con interés y, claro, naturalmente los ahorradores se vieron obligados por dos siglos a esconder su dinero “debajo de la loza”. Luego, se dieron cuenta que aquellos capitales quedaban sustraídos al ciclo productivo. Y entonces, pese a seguir prohibiendo los bancos, consintieron que los ahorros fuesen depositados en las “iglesias”. Convendréis conmigo que una vez que uno confía su peculio, pongamos por caso a la diosa Palas, en el aspecto moral “se ha puesto en su sitio” y, en consecuencia, la diosa es muy libre de hacer con los dineros lo que quiera: hasta de prestarlo a un fiel suyo con el compromiso de restituirlo con “intereses”. Tan cierto es esto que digo, que una vez que Atenas propuso a los demás estados crear un fondo común, o sea crear un banco internacional, ¿quién creeis que fue nombrado presidente?...: Apolo de Delfos.

Ahora bien, estos dioses banqueros, se puede decir que fueron los grandes precursores del sistema crediticio: tomaban los dineros de sus subditos-creyentes, entre el dos y el tres por ciento, pero a quién iba a pedirlo en préstamo le exigían casi un veinte por ciento. Temistocles, que en las guerras persas había ganado no sólo los galones de general, sino también una escandalosa fortuna, la cual no sabía dónde depositar, fue el primero, al parecer, que se dirigió a un particular de Corinto, un tal Filostéfano, que le garantizó el cinco por ciento. En Atenas, cuando se enteraron nos les molestó tanto el hecho de que un general hubiese acumulada tanta riqueza, cuanto que los capitales huyeran al extranjero. Y entonces, se decidieron a autorizar cambistas que, por las mesas en las que se sentaban, los llamaron “trapezistas”, y que poco a poco se tornaron verdaderos banqueros. Entre ellos se hicieron famosos y omnipotentes Arquestraro y Antístenes, verdaderos poderes facticos. En este contexto estalló el boom comercial, garantizado por la supremacía naval, la estabilidad de la moneda y el sistema crediticio. Atenas no exportaba ya su manufacturas para compensar sólo los géneros alimentacios. Sus armadores facilitaban el transporte para toda el mediterráneo y sus banqueros la dracma para toda transacción. En el Pireo se fletan todos los mercantes, hacen escala todas las mercaderías y llegan todos los viajeros. Decía Isócrates que se encuentra lo que es imposible encontrar en cualquier parte. Por esta razón Atenas se convirtió en la ciudad más cosmopolita no sólo de toda Grecia, sino del mundo antíguo.

….. Seguiremos…..