Constantina - Sevilla

Dentro de ese afán que nos ha entrado a los españoles por sustituir palabras nuestras por palabros raros, hace unos días que nos hemos dotado de una nueva: ESCRACHES.

Es esta una palabreja que califica a las personas que, haciendo uso de su derecho democrático a manifestarse, han optado por la presión sobre los políticos en sus propios domicilios. Aunque esta forma de manifestarse en contra de algo ya se ha empleado con anterioridad sobre políticos de izquierda y médicos abortistas, es ahora cuando cobra fuerza a través del movimiento de las plataformas anti desahucios y cuando la repercusión en los medios de comunicación se hace patente debido a las quejas de los políticos de derechas y, sobre todo, a la prohibición decretada recientemente por parte del gobierno.

Al margen de calificar el silencio interesado que adoptó la prensa de derechas cuando esta presión se ejerció sobre gente de izquierdas, el asunto es que nadie debe soportar en su domicilio particular las protestas generadas por la disconformidad con las decisiones o acciones que cualquier cargo público o profesional ponga en funcionamiento en el ejercicio de ese cargo. La persona que ostenta un cargo público generalmente no legisla desde su casa, al igual que el profesional de la medicina no opera en su casa, por tanto esa práctica de protestar en la misma puerta del domicilio particular de alguien o de empapelar la fachada debe ser rechazada por improcedente.

En el caso que ahora mismo está de actualidad, que no es otro que la protesta contra los políticos del Partido Popular por no aprobar una ley que dé solución a los problemas de los desahucios, habrá que hacer entender por la vía del diálogo a los manifestantes que los políticos toman decisiones en el Congreso de los Diputados, en el Senado, en los Ministerios, en los Parlamentos Autonómicos, en las Diputaciones, en las Consejerías, en las Direcciones Generales, en los Ayuntamientos y en las sedes de los partidos. Por tanto, las protestas a decisiones adoptadas en estos lugares, en el ejercicio del cargo, deben ser contestadas ante estos lugares con la contundencia que cada uno crea conveniente y con la perseverancia que estime oportuna, pero el domicilio particular de las personas debe ser respetado y considerado como algo completamente al margen del cargo público que ostente el político.

La política, la democracia y la discrepancia no deben estar reñidas con la sensatez.