El voto cautivo Una de las cuestiones que más se está debatiendo en estos días es la relación entre el descontento con muchas actuaciones del Gobierno y la posibilidad de que retirándole el voto al candidato del PSOE gane la derecha, estableciéndose la ecuación del mal menor: mas vale repetir un Zapatero incompetente que colaborar, aunque sea pasivamente, con la llegada de Mariano Rajoy. Es cierto que estamos en una encrucijada inédita: la mayoría de los votantes del PSOE no quieren que José Luis Rodriguez Zapatero sea candidato; igual sucede con los votantes del PP que no quieren ni ver a Mariano Rajoy: y los dos partidos, al menos hasta ahora, tienen tal desconsideración con sus electores que no han hecho el mínimo amago de cambiar a sus candidatos. En este sentido, el dato de abstención de las elecciones catalanas va a ser ilustrativo del clima político en España en donde la desafección está generalizándose, aunque es verdad que la derecha se conforma y se moviliza más que la izquierda. La gran duda es si se puede sacrificar uno de los más importantes sentidos de las elecciones, que es poder castigar a quien a juicio de los ciudadanos ha gobernado mal, ha incumplido sus promesas electorales y ha defraudado la confianza. Según ese principio, nunca podríamos tumbar a un gobierno de izquierda, porque eso conllevaría la llegada de la derecha. Y la resultante de esta paradoja democrática es facilitar que un gobierno de iaquierda pueda hacer una política liberal sin pagar por ello. Esa es el gan chantaje electoral: “o me votáis a mi, por muy mal que lo haya hecho o vendrá alguien peor”. Personalmente creo que ha llegado el momento de votar lo que uno siente. A la izquierda, a la derecha, a partidos minoritarios o en blanco. Si seguimos por este camino, la siguiente alternativa será un Berlusconi con apellido español. Y eso todavía es peor que esta derecha. De Carlos Carnicero, periodista. |