Aznalcóllar - Sevilla

Mucha gente piensa que para conseguir empleo, hace falta preparación y algo de suerte. Grave error. Hacen tanta falta los padrinos, que incluso en el supuesto de una misma actividad, consiguen que la percepción que podamos tener de un mismo acto sea diametralmente opuesta. Vamos a poner por caso el fenómeno de nuestras camaradas las de Tussam, más conocidas por las clases populares como “enchufadas”.

Los que entran a trabajar en funcion a su capacidad han entrado como un elefante en una cacharrería. Para comenzar, lo hacen de manera casi clandestina, avergonzándose de ello. Con esta actitud lo único que consigue es levantar sospechas entre los extraños y malestar en ellos mismos. Es el mismo tipo de error que cometen los alumnos que intentan copiar frente al profesor con el mayor disimulo y vergüenza, no tardan en delatarse y en admitir la culpa, asegurándose el suspenso y el desprecio de los compañeros.

Frente a esta miserable actitud se encuentra la que muestran los miembros de nuestra 6ª. La de los que no se sienten culpables y por ello no temen realizar su actividad a pecho descubierto y con el mayor de los orgullos. Se aseguran casi siempre el objetivo final y el reconocimiento de propios y extraños. Especialmente de los primeros, que suelen sacar provecho de la poca verguenza que envuelve a este tipo de personas.

Vamos a poner un ejemplo práctico para todos aquellos que aún no hayan entendido tan sencillo razonamiento. Supongamos que uno es portavoz de un colectivo con problemas laborales y que un politico “amigo”, al que la pelota del primero ha sido infinita, lo quiere obsequiar por su colaboración. El primer tipo de persona recibiría, acosado por la culpa, el regalo en forma de empleo, temerosamente, y apenas recibido probablemente actuaría como un perro pequeño que teme que le quiten un hueso, escondiéndolo en el primer lugar que se le ocurriera, por ejemplo, no sé, La Catedral. Ante tan torpe actitud el perro grande no tardará en encontrar el hueso, en desenterrarlo y devorarlo ante los ojitos del autoculpabilizado chucho. Para colmo, los restantes perros del grupo, que pregonan que los huesos son de todos, los desterrarán condenándolo a una vida lejos de la manada.

El segundo grupo de individuos, el de los que llevan la el enchufe en la sangre porque les viene de ideologia, el de los que la consideran, más que una actividad ilicita, el ser enchufado, una religión que demuestra que estas conmigo o contra mi, sigue tan vigente como en la época de las cavernas, aceptarían el justo premio con orgullo, y sin remilgos. Si le enchufan a una camarada en una empresa publica, por seguir con los supuestos imaginarios, nada de ocultarlo. Si son dos las camaradas enchufadas pues más de lo mismo, y si son tres decir con orgullo que estamos los comunistas mas preparados que el resto de los trabajadores.
Y si, pasa poco pero pasa, alguien nos critica, tranquilo nuestra manada es fiel a sus lideres y nunca se veran, solos y desvalidos

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