J.J., GRACIAS POR EXISTIR Quizá a alguno de ustedes, sobre todo si están poco avezados en la intríngulis política, les llame la atención que un hombre de que fue derechas y Franco yo,un dia antes de la conmemoracion de la muerte de nuestro CAUDILLO (20 N), dé las gracias a alguien aparentemente tan distinto como el exportavoz de los exmineros. Pero verán como no tardarán mucho en entender el motivo de mis congratulaciones, cuando les descubra que en realidad somos casi la misma persona. Para comenzar, y no es algo superficial en absoluto, los dos somos de cooefiniente intelectual alto Yo por nacimiento, él por advenimiento, pero alto al fin y al cabo. Eso nos da una perspectiva que hace que afrontemos la vida de una manera diferente. Vivimos en una especie de atalaya construida por encima de las gentes normales, que nos permite divisar la inmensidad del bosque, mientras ustedes luchan por distinguir el mísero árbol que tienen poco más allá. Ambos somos ahora comunistas, Y, porque no reconocerlo, ambos hemos convivido con naturalidad, sin odio ni aspavientos, con los esquiroles, mariconas hp. Yo desde las raíces mismas del partido, él desde la familia. Es motivo de admiración que un líder sindical que marcha al frente, antorcha en mano, de una lucha en teoría de izquierdas, hubiera escogido para sus anuncios por la calles de nuestro pueblo, a un exfranquista que haría sonrojar con sus ideas a nuestro admirado Torrijos. Pero no le doy a J.J. las gracias por ser como es, si no por el simple hecho de existir. Qué sería de lo que él denomina “los sociatas”, si no existiera nuestro grupo. Sin gente como él, ¿cómo iban ustedes a creerse la amenaza de los sociatas? Y sin nosotros ¿qué enemigo se habría de buscar J.J. para justificar la terrible opresión en la que hemos vivido en la Catedral?. Ustedes, no dejen de seguir ciegamente nuestras antorchas, no importa si el guía sea J.J. o Paco, lo importante es que no se dispersen y les dé por descubrir que se puede vivir sin nuestras políticas muchísimos mejor que con ellas. Megafonoman
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