Esperanza de las Angustias ( tres ) No se puede decir que cualquier parecido con la realidad sea pura coincidencia; pero quiero aclarar que no se trata de una abuela en concreto. Son pinceladas de la vida de muchas abuelas que yo he personalizado en nuestra "Esperanza de las Angustias" CAPÍTULO 3: La abuela me sigue hablando de su vida y a veces me es difícil enlazarla en una línea cronológica continua. A pesar de su precaria niñez y su juventud, ella estaba orgullosa y contenta de su paso por la vida, aunque también lloró contándome algunos episodios. - " Abuela, ¿cómo puede una niña dejar de serlo a los ocho años?" - " Hija mía, en aquellos tiempos eso era normal; aunque lo peor que te podía pasar era que, además, te quedaras sin madre. Yo no sé si alguna vez le dí lástima a alguien, aparte de la madre de mi amiga Teresa; pero yo no me compadecía de mí. Ya te digo que lo veía normal. Ahora, cuando lo pienso y veo a tus nietos, como he visto a tus hijos,te he visto a ti y he luchado por criar a tu madre y a tus tíos, me parece...........¡ no sé qué me parece !. Creo que me daban fuerza mis hermanos, sobre todo mi Angelito, que tenía dos años cuando murió mi madre y yo no quería que se lo llevaran a ningún sitio". - " Lo que a ti te parece, abuela, yo sí sé lo que es. Es impresionante y es una hazaña digna de héroes. Tal vez para tus contemporáneos sea una cosa normal; pero para los que tenemos la suerte de vivir otros tiempos, gracias a vosotros, es algo increíble. Sigue, abuela, por favor". - " Cuando mi abuela se enteró de que yo estaba aprendiendo a coser, se lo dijo a mi padre. Recuerdo que fue un día que llegamos de hacer cisco. Mi abuela le tenía preparado el café, más de cebada que del bueno. Yo me disponía a coger agua caliente de un cubo de zinc que había puesto sobre unas estrebes en la candela llama, para asearme un poco y salir corriendo en busca de mi costura: ..... ¿ sabes que la sinvergüenza de tu hija está aprendiendo a coser ?; ¿ de dónde saca el dinero ?; ¡ seguro que te quita algo y tú no te das ni cuenta !....... Mi padre dio un puñetazo en la mesa y se fue en busca mía. Me cogió por los pelos y me arreó una guantá en la cara y me dejó grabada toda su mano. Yo corrí para el corral y mi padre, con una vara de los burros, terminó la faena, no sin antes emprenderla con mi hermano Antonio, que se metió por medio y llamó a mi abuela chismorrona. Aquel día, a pesar del frío, me lavé con agua fría del pozo, para aliviarme un poco de la paliza. Desde aquel momento me di cuenta de que el odio o el rencor que me tenía mi abuela se lo había transmitido a mi padre, al que desde entonces ví y traté como a un extraño. |