Alcolea del Río - Sevilla

Estaba despierto pero su cuerpo aún no se había enterado, permanecía inmóvil, con los ojos cerrados.
Una de sus manos le aplanchetaba la cara, pero no se movió, debía estar en la misma postura hacia rato, quien sabe, igual toda la noche, era su forma de conciliar el sueño.
Las primeras luces del día se filtraban por las rendijas de las ventanas, un rectángulo luminoso,( en rebeldía contra las cortinas), apenas lograba enmarcar contornos.
Debían ser las 8, o las 9, o las 9:30, o….
Un hueco hundido en el colchón delataba la ausencia de su mujer.
La manta, desordenada y abullonada así lo decía, le entró frio, tiró de ella.
No tenía necesidad de levantarse temprano, era un jubilado.
Los relojes, silenciaron su diana el día en que la pensión del estado, (tomando el relevo), marcara el paso el resto de su vida.
Estiró las piernas, despegó los párpados, se humedeció los labios, tensó los brazos, dio media vuelta y se tapó de nuevo, espirando con gusto el olor a limpio que las sábanas desprendieron.
Una tos profunda, ronca y vieja le zamarreó todo entero, estornudó varias veces, semi-incorporado escupió al suelo.

- Otro resfriado, maldita sea el tabaco.

La calle se iba poco a poco llenando de ruidos, murmullo de conversaciones se acercaban primero, para irse alejando después en cuestión de segundos.
El panadero tocó el claxon y algunos pares de babuchas fueron encaminando sus pies hasta un mismo punto de encuentro, una furgoneta blanca que, invariablemente, de lunes a sábado y de Enero a Diciembre, lloviera, arreciara, o tostase el sol, iba espolvoreando, por todo el pueblo, su olor a pan recién hecho.
Paco, el vecino de enfrente, sacó su moto, cerró la puerta trasera de su casa, y acto seguido el tubo de escape increpó a la mañana con su vozarrón de energía desagradable.
En la torre de la iglesia sonaron campanadas horarias, vivía tan cerca de ella, que la gran mayoría de las veces no las escuchaba, su oído se acostumbró y con el correr de los años llegaría a ignorarlas.
Palpó con la mano y encendió la luz, ante el destello, inconscientemente se defendieron sus ojos, y un mundo de colores y formas, distorsionaron su visión brevemente.
Se bajó de la cama. Se subió a la vida.
Abrió la puerta, irguió la espalda dolorida y sin hacerle caso, entró en la cocina.




Un abrazo a todos.
Pepi Valero

Si es original olé por escrivir asi
y si es copia olé por tener tan buen gusto.

Se me ha echo corto, espero y deseo que continue,
escritos asi crean aficion a la lectura.

Mis mas sincera enhorabuena Pepi.

Saludos y sigue.

Es original, como lo es ella.

Felicidades, Pepi

carcelera-panaera

Mi tita Pepa es una artista!

Esta catedrática me deja impresionado con sus escritos, algo de eso hablamos el sabado de Romeria, no nos dejes en ascuas que siguió haciendo este hombre que se me antoja que puede ser muy muy buena gente no se porque sera, ja ja ja.

un abrazo
el de la Soledad.

Espero, Pepi que nos sigas plasmando como sigue el libro porque estamos deseando de seguir leyéndote.

¡Qué dotada estas para escribir!

¡Anda, sigue deleitándonos con tus pensamientos!

Besos, Aurora.

La calidad de un escrito se palpa en unas lineas, y este es de ésos (lo sé y, nosé nada): lenguaje rico en matices: ventana, colchon, cortina, babuchas, campanas, relój ó la calle, todo tiene su múdo lenguaje, junto con las lúces y sombras de la veterána vída.

Siempre digo; seré palmero de todos los que tienen calidad, nos veneficiamos todos y no me cansaré de repetirlo.
Querida paisana quiero que tengas ganas de seguir contando esta historia y otras muchas que pueden ser éxito personal y orgullo de todo un pueblo, Alcoléa .............. ÁNIMOS¡¡¡¡.

Un fuerte abrazo, manolín (monaguíllo)

///////Tú vales mucho.///////

Gracias a todos por la acogida que recibimos, aquellos que decidimos contarle algo a este foro.
Hacemos pueblo cada vez que el respeto y el cariño nos une bajo una misma bandera, LA CULTURA.
Esa de la que tanto puede presumir esta tierra.

Un abrazo.
Pepi Valero